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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




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La entrega del Sáhara en la agonía y muerte de Franco

La Marcha Verde / foto: EFE, extraída de El Mundo

Por lluisrodricap* / Fuente: elsaharaoccidental.com

Noviembre de 1975. En el hospital de La Paz de Madrid, todo parece anunciar la inminente muerte de Franco. Cunde el desánimo entre los miembros del Gobierno mientras se instala la incertidumbre en toda la sociedad española por cómo se pueden desarrollar los acontecimientos políticos del país una vez los partes médicos confirmen la muerte del dictador. Pero con su muerte, cambiará también para siempre el devenir de un pueblo a 2000 kilómetros al sur de la capital española. Una invasión militar de Marruecos y Mauritania sobre el Sahara español sumirá al pueblo saharaui en una tragedia que hoy, 42 años después, aún continúa.

Los primeros días de aquel mes de noviembre, las televisiones de todo el mundo se habían centrado en las columnas de aquellos 350 mil civiles marroquíes “desarmados” – o “únicamente armados con el Corán”, como decía su propaganda – que pretendían cruzar el paralelo 27º 40’ invadiendo de esta forma el Sahara español por su frontera norte. Era la Marcha Verde, pero hacía ya algunos días que las tropas del ejército marroquí habían penetrado en el territorio por otros puntos más al este con unas claras intenciones de perpetrar un genocidio. Gurutze Irizar, Fatimetu, enfermera voluntaria venida aquellos trágicos días al Sahara Occidental para socorrer a la población saharaui, nos lo explicó hace unos años en una entrevista:
Hubo una invasión militar paralela que no nos la enseñaron. Nosotros la vimos, pero el mundo no la vio. Todas las cámaras se centraron en la Marcha Verde civil de aquellos civiles desarropados que iban de Marruecos hacia el Sahara Occidental, pero esa fue solamente una imagen que quisieron dar. La grave fue la otra marcha, la militar, la que entró invadiendo, masacrando, violando, matando y cometiendo todas las posibles tropelías que el género humano puede hacer.

Efectivamente, tropas marroquíes habían estado traspasando la frontera y, a las órdenes del coronel Ahmed Dlimi, iban haciéndose con algunas localidades del norte del territorio. Desde los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), Taqi nos lo explicaba hace algún tiempo:
La Marcha Verde fue un maquillaje civil de una invasión militar que ya la había precedido. Las fuerzas militares ya estaban invadiendo Mahbes, Echderia, Hausa y Farsía – aunque un informe secreto del Gobierno Central español en el Sahara, con fecha de 7 de noviembre de 1975, ya informaba de enfrentamientos entre el ejército marroquí y guerrilleros polisarios que ofrecían resistencia en cada una de estas localidades.
Las bajas en uno y otro bando serían de las primeras en esta guerra de resistencia que se prolongaría 16 años.

Por órdenes de Arias Navarro, el ejército español se había replegado y ya sólo controlaba las ciudades de El Aaiún, Smara, Villacisneros, actual Dajla, y La Güera, en el extremo sur del territorio. El Frente Polisario, por su parte, intentaba controlar el vacío que había dejado el ejército español en el interior del país. Pero las fuerzas ocupantes de Marruecos y Mauritania seguían avanzando desde el norte y el sur respectivamente.


Hassan II había aprovechado la agonía de Franco en sus últimos días para llevar a cabo la Marcha Verde. Para Antonio Ramos-Yzquierdo, ex Teniente General y presidente de la Hermandad de Veteranos de Tropas Nómadas del Sahara, la Marcha Verde fue un chantaje hecho por el rey de Marruecos que coincidió con la enfermedad y muerte de Franco. Con el dictador en otras circunstancias menos críticas, la Marcha Verde no entra. “Entonces no hubiese habido chantaje”, puntualiza.

Pero la incertidumbre política española del momento lleva al Gobierno de Arias Navarro a ceder y éste decide que España se deshaga de la que era su provincia número 53 firmando, el 14 de noviembre, los Acuerdos Tripartitos de Madrid en virtud de los cuales se hacía entrega del Sahara Occidental, entonces Sahara español, a Marruecos y Mauritania. Son unos acuerdos no reconocidos por las Naciones Unidas y de nulo derecho según la legalidad internacional, pero con los que se escenificó la entrega del territorio dejando en total desamparo a la población saharaui, quedándose ésta a merced de los excesos y la barbarie de los ejércitos ocupantes.

Las horas, más que los días, se iban contando en La Paz de Madrid. También el Sahara.

El 19 de noviembre, a unas pocas horas de la muerte de Franco, la población saharaui de Smara y los legionarios replegados allí observaban como la ciudad estaba siendo bombardeada por la aviación marroquí. Precisamente Taqi y Rabub vivían en Smara por entonces. Y fue Rabub,  ورحمة الله عليها  (‘que la Misericordia de Dios esté con ella’) quién nos narró su huida de la ciudad desierto adentro, un patrón que repitieron miles de saharauis de todo el territorio aquel fatídico noviembre y los meses que le siguieron.

Partimos de Smara a pie hasta Mheiriz y, de Mheiriz, seguimos a pie hasta Tifariti. Y de Tifariti, hasta Bir Lehlu… Los sufrimientos que pasamos, nadie puede describirlos. Nadie puede describir lo que significaron la invasión marroquí y aquellos bombardeos de su aviación….

En la travesía, no había medios ni, a veces, lugar donde resguardarse. Tampoco había jaimas. A veces, se improvisaban con las mismas melhfas que vestían las mujeres. Jaimas demasiado finas e inconsistentes para las frías noches a la intemperie.

Taqi y Rabub, durante la entrevista / Fotograma del documental “Saharauis, entre la ocupación y el exilio” (2011)

Iniciamos el éxodo desde Smara por la noche e íbamos de un sitio a otro. Éramos mucha gente. Parecía que hubieras cogido a la gente y la hubieras tirado “así” – Rabub hace el gesto como quien echa sal en una ensalada gigante – pero no nos importaba nada. Los ancianos iban caminando “de esta manera”, encorvados – Rabub, sentada, se echa para adelante botando sobre sí misma – y entonces, cuando aparecía un coche, hacían subir a los más viejos y delicados. Los demás seguían su éxodo a pie sin importarles otra cosa que alejarse del invasor.

Esta mujer que ves aquí – dice Taqi señalando a una amiga de la familia que se encontraba en la jaima en ese momento – llevó a su criatura habiendo parido un día antes. Y siguió con la criatura a cuestas durante toda esa travesía. Si alguien hubiera visto lo que pasaron los saharauis – continúa –, diría que es un milagro que todavía hoy en día quede o sobreviva algún saharaui de aquella tragedia.

Sin entrar en detalles, Taqi enumeraba sólo algunas de las desdichas contra los saharauis perpetradas por las Fuerzas Armadas Reales (FAR) de Marruecos, como las detenciones masivas contra la población civil o el lanzamiento de personas desde los helicópteros. “O el exterminio del ganado. Porque, al ganado, también le hacían lo mismo que a las personas: le disparaban una ráfaga y lo exterminaban. Es lo que llaman ‘política de tierra quemada’. Y lo mismo con los pozos, que los envenenaban”.

“En su huida – continúa Taqi –, la población civil se iba acercando más acá [a Tinduf] y, simultáneamente, los ejércitos invasores también iban avanzando en su persecución. Esto era así hasta llegar a la frontera [con Argelia]. Pero la gente salía con lo puesto. Los que tenían coche, usaban el coche; los que tenían burro, salían en burro; y los que no, iban a pie. Podías ver a las mujeres caminando con agua a cuestas para beber, mujeres que habían parido en la intemperie….

 – Sí, muchas mujeres caminaban llevando sus hijos a cuestas. Y no llevaban nada de comer, nada de ropa, nada de abrigo – añade Rabub – … con el frío que hacía…

El desamparo era total entre todos los saharauis. No sólo comprobaron el engaño y la falta de compromiso por parte de la metrópoli, España, sino que, a pesar de ser ciudadanos españoles, sufrieron su abandono ante un intento de exterminio de su población. Bajo los bombardeos constantes de la aviación marroquí, se lanzaban llamamientos desesperados a la comunidad internacional, pero no servía de nada. No había forma de poder exteriorizar lo que realmente estaba ocurriendo. Era como si fueran invisibles. Al menos, a ojos del resto del mundo. Y en cierto modo, lo siguen siendo.

El documental “La fuga del infierno” (1975) da cuenta de esta huida de la población saharaui por el desierto. Aquí podéis ver este estremecedor reportaje subido a YouTube:

Aquella invasión militar provocó un éxodo masivo de la población saharaui. Ante la entrada a sangre y fuego de los dos ejércitos ocupantes, unas 40.000 personas abandonaron sus casas y dejaron atrás sus ciudades. Quien pudo, huyó hacia el desierto, donde los saharauis, en su mayoría mujeres, niños y ancianos, eran perseguidos y bombardeados en su travesía incluso con napalm y fósforo blanco. Fueron unos meses de huida, de éxodo, de total desesperación, donde los hombres, también los más jóvenes, se unían a la resistencia engrosando las filas del Polisario.

Con ese escenario tan adverso, el Frente Polisario tenía dos responsabilidades que asumir de inmediata urgencia. Una era resistir a los dos ejércitos de ocupación, el marroquí y el mauritano. La otra, ir recogiendo a la población saharaui desperdigada por el desierto para reagruparla y conducirla a los campamentos de refugiados que se iban formando al este del territorio.

Pero al Polisario, la Historia le reservaba otro cometido más de la misma trascendencia que los dos anteriores e igualmente inaplazable y que determinaría el porvenir de la historia del pueblo saharaui. La situación jurídica y política del Sahara Occidental se había vuelto compleja. Por un lado, España, la potencia administradora del territorio, estaba a punto de abandonarlo definitivamente. Por otro lado, los dos países ocupantes, Marruecos y Mauritania, estaban dispuestos a todo con tal de hacerse con él.

En este contexto, el Frente Polisario tenía claro que no podía descuidar el inminente propósito de los firmantes de los Acuerdos Tripartitos de Madrid, que se disponían a oficializar lo pactado – la entrega del Sahara Occidental por parte de España a Marruecos y Mauritania – a pesar de la disconformidad de las NNUU y de lo establecido en la legalidad internacional. Estaba previsto que España arriase su última bandera en el Sahara el 28 de febrero de 1976, y los dirigentes polisarios decidieron no dar opción a sus adversarios, aprovechar el vacío jurídico que significaba la salida de la metrópoli y adelantarse así a las intenciones de Marruecos. De esta forma, la noche del 27 de febrero, tan sólo unas horas antes del acto oficial en el cual se arriaría la última bandera española en el Sahara Occidental, el Consejo Nacional Provisional Saharaui proclamó, en el pequeño poblado de Bir Lehlu, la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Nacía una República para todos los saharauis.

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Todas las entrevistas de este artículo forman parte del material registrado para el documental ‘Saharauis, entre la ocupación y el exilio’ (2011)

*lluisrodricap lleva más de una década estudiando y analizando el Sahara Occidental y al pueblo saharaui. Es director del documental “Saharauis, entre la ocupación y el exilio” (2011) y autor de la exposición fotográfica “Saharauis, imágenes de un pueblo en el olvido“.


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