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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Réquiem para el Plan de Paz 1991. La necesidad de una salida al conflicto del Sahara Occidental


Por el Dr Jorge Alejandro Suárez Saponaro* / Fuente: ASOVESSA

Los años pasan y el conflicto sigue estancado. Los saharauis condenados a vivir bajo un régimen similar al apartheid bajo la ocupación marroquí, y los que viven en el territorio de la República Saharaui y los campos de refugiados, están condenados a una vida muy dura. Marruecos sigue expoliando los recursos naturales con la anuencia abierta o encubierta de la Unión Europea, no obstante los fallos judiciales. Gracias a su firme protector, Francia, Marruecos siempre evita que Naciones Unidas impongan una misión de monitoreo de Derechos Humanos en la reducida misión de paz la MINURSO. Rabat dilapida millones en lobbistas en Europa, Estados Unidos y América Latina, todo ello indica que ha llegado la hora de plantearse una nueva estrategia para la República Saharaui.

Los actores en pugna
Marruecos gracias a una hábil diplomacia y mucho dinero ha logrado persuadir a muchos para que apoyen su postura o por lo menos, se mantengan indiferentes al drama saharaui. Su papel como actor clave en la seguridad regional – algo muy discutible – le ha permitido tener relaciones estrechas no solo con Francia, del cual es un estado cliente, sino con Estados Unidos. Rabat es aliado extra OTAN, y ello le ha permitido gracias al dinero de las monarquías conservadoras del Golfo adquirir importantes sistemas de armas, siendo calificado por muchos medios como uno de los más importantes importadores de tecnología militar que hay actualmente.

En África es el segundo país africano “exportador” de inversiones, siendo estas básicamente servicios: transporte (líneas áreas), telecomunicaciones, construcciones, seguros, servicios públicos, internet, finanzas y bancos. Una inteligente política en la materia le ha permitido expandir su influencia en muchos países de África subsahariana, no solo con la intención de incrementar poder, sino de neutralizar el accionar de la RASD en materia de apoyo político. Las deficientes empresas u organismos de servicios públicos de muchos países africanos abren las puertas a empresas con mejor desempeño. La experiencia positiva en la gestión de servicios eléctricos, le ha permitido a empresas marroquíes expandirse en África subsahariana.
A ello se une la existencia de una eficiente línea aérea, que conecta Marruecos con muchas capitales africanas. La bien llevada política comercial marroquí ha permitido que los acuerdos comerciales abran las puertas a productos agroalimentarios, textiles y otros bienes industrializados.

Un ejemplo de los cambios económicos llevados por Marruecos, es la empresa estatal OCP, la minera dedicada al fosfato. Hoy día es una empresa competitiva, cuya presencia exterior es creciente. Claro está, gracias al fosfato que explota ilegalmente en el Sahara, ha financiado su expansión. El Sahara, es un espacio de promoción económica para los marroquíes, donde bajos impuestos y otras medidas liberales, permiten que se hayan desarrollado importantes actividades, incluso agrícolas.
La expansión de las empresas marroquíes choca con una realidad, la falta de profesionales capacitados, obligando a recurrir a profesionales extranjeros. El sistema educativo tiene grandes deudas con la sociedad marroquí. Muchos consideran que el exorbitante gasto militar, debería ser revisado en aras de mejorar determinadas áreas, como salud, vivienda, empleo y educación.

En América Latina, Marruecos se muestra como la puerta de “entrada” al África, circunstancia que se ve potenciada, por su ingreso a la Unión Africana. Esto lo pudimos oir directamente de diplomáticos marroquíes en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. En general los expertos y observadores sobre las relaciones Marruecos – América Latina, se centran a neutralizar el avance del Frente Polisario y buscar algún tipo de reconocimiento de la ocupación marroquí del Sahara, o por lo menos lo que muchos llaman “neutralidad negativa”.

No obstante el discurso marroquí, la presencia de importantes inversores extranjeros, la gestión económica de Marruecos sigue dejando mucho que desear. Si el país quiere consolidar su aspiración de convertirse en una potencia económica regional, sus líderes tienen que afrontar directamente determinados problemas. La élite administrativa tiene demasiado poder para el bien del país. Demasiados de sus miembros siguen mostrándose reticentes a mantener debates abiertos y a acatar reglas claras y transparentes. Han secuestrado parte de la agenda. Nada les asusta más que los jóvenes emprendedores brillantes. Pero, a medida que Marruecos confíe más en su talento joven, las actitudes modernas frente a la gobernanza se arraigarán más y el progreso económico del Reino debería afianzarse.[1] El sistema de Majzén, tan proclive a la corrupción, es el principal obstáculo para la modernización del país. Claro está, que está modernización sería el fin del privilegio de unos pocos.

En el caso de la República Saharaui, los aliados son escasos, además de Argelia y parte de países de África, algunos de América Latina, vive de la ayuda internacional y de una economía de subsistencia en las zonas liberadas. El derecho está de su parte, y prueba de ello son los fallos en tribunales europeos, dictámenes de Naciones Unidas, la postura de importantes juristas internacionales. La llegada de Marruecos a la Unión Africana, supone un reto, mas allá de los reveses diplomáticos, la batalla recién empieza. En este contexto, juegan un papel clave Argelia y Mauritania, para la seguridad de la RASD. La realidad geopolítica y los intereses de actores externos, son en cierto punto la garantía del mantenimiento del status quo, evitando que Marruecos se atreva a ocupar el territorio hoy controlado por la RASD.

La RASD/Frente Polisario mantiene una diplomacia pasiva y se aferra al cumplimiento del Plan de Paz de 1991. Poco o nada ha podido hacer cuando en 2016, el gobierno marroquí directamente expulsó al componente civil de la MINURSO. Esto no fue objeto de ningún tipo de sanción internacional y pone en evidencia como Rabat explota a fondo una política de hechos consumados, apoyados o tolerados por otros actores, que consideran beneficiarse con el actual status quo.

¿Quiénes se benefician con el status quo?
España es la potencia administradora de iure – para Naciones Unidas y muchos estados el Sahara es una colonia – pero mantiene complejas relaciones con Marruecos. A través de una suerte de política de contención, seguramente impuesta por otros actores. España se mantiene al margen del tema, se aferra vagamente al ilegal acuerdo de Madrid de 1975 y aboga por la autodeterminación de los saharauis, que abandonó intempestivamente en 1976. “Soltar” el territorio saharaui, garantizó en cierto punto frenar la presion marroquí sobre Ceuta y Melilla, clave para un área tan sensible como la zona del Estrecho de Gibraltar y en cierto punto sobre las Islas Canarias, otro de los objetivos de la delirante, pero no menos real, idea del Gran Marruecos.

El mantener “caliente” el conflicto saharaui, le permite a España tener alejado de dichas plazas de soberanía a 100.000 soldados marroquíes, desplegados en estado de alerta en los llamados “muros defensivos”. Barrera física que separa las zonas de control marroquí y saharaui. Madrid contiene, muchas veces sin éxito, a su problemático vecino por medio de inversiones, mecanismos de confianza mutua en materia de seguridad y defensa, venta de equipos militares, ejercicios militares, cooperación entre agencias policiales. Ello no ha impedido que el gobierno de Marruecos, mientras España busca apaciguar ánimos, siga hablando de reclamos territoriales y de enclaves coloniales, como Ceuta y Melilla, que hace tiempo quedaron fuera de discusión para Naciones Unidas. Tal vez la situación cambiaría si Gibraltar fuera devuelto a Madrid, y es posible que la postura sobre Ceuta y Melilla cambie, y tal vez aplique la regla que fue utilizada para el Sahara: el abandono.

Argelia ha tenido un serio conflicto con Marruecos desde 1963, tras la guerra de los Oasis, el expansionismo marroquí, llevó al coronel Bumediane a apoyar abiertamente a los saharauis, como mecanismo de seguridad propia, alejando la presencia marroquí de la extensa frontera común hasta el día de hoy. Argelia y Marruecos son rivales geopolíticos y compiten en diversos ámbitos, regionales y fuera de ello. Esto se observa en el plano militar, donde ambos países llevan importantes esfuerzos en la materia. A ello se agrega el fenómeno terrorista, donde hubo acusaciones cruzadas entre ambos países, lo que dificulta aún más establecer lazos de cooperación más que necesarios, desde la implosión – promovida por Francia especialmente – del régimen de Gaddafi, convirtiendo a Libia en un paraíso de terrorismo. Esto quedó reflejado por el poder de organizaciones terroristas que casi acaban con Malí y generan serios problemas de seguridad en los países del Sahara – Sahel.

Mauritania es otro actor relevante, siempre presionada por Marruecos, como en la reciente crisis de Guerguerat y por la presunta toma de La Güera por la RASD. Es un actor débil, por sus instituciones endebles, una estructura social rígida y una economía que depende de la minería y la pesca. Las grandes desigualdades sociales, herencia de un rigido sistema de estratificación social y el fantasma del yihadismo, que la hace dependiente de la ayuda externa. El expansionismo marroquí es motivo de preocupación, y sin ninguna duda la existencia de una zona controlada por la RASD, opera como “área de amortiguación” e impide el contacto directo con la zona controlada por Marruecos.

Francia es un actor clave, beneficiado por la existencia del conflicto, de esa manera crea lazos de dependencia de Marruecos y lo deja sujeto a su esfera de influencia, mas allá de que esto no sea reconocido abiertamente por expertos y menos los propios marroquíes. Pero esa dependencia es notoria y la moneda de cambio por los vetos franceses en Naciones Unidas en relación al conflicto, es la existencia de una estrecha alianza, donde Marruecos no cabe duda es el trampolín para los intereses franceses en África Subsahariana. 

Los Estados Unidos ven en Marruecos un estrecho aliado, en cooperación en la lucha global contra el terrorismo, la competencia con Argelia y la crisis del Sahara, potencian también su dependencia a Washington, tanto en lo político como militar y por ende es funcional el régimen marroquí a los intereses de la Casa Blanca. Recordemos que China es un actor de creciente peso en África, algo que a europeos y estadounidenses no les agrada en lo más mínimo y precisan de bases seguras, como aliados – nosotros decimos satélites – que sean funcionales a sus intereses.

El mantenimiento del status quo beneficia al régimen del Majzén, al contar con un conflicto internacional que sirve para aglutinar a la opinión pública, disciplinar partidos políticos y como excusa para reprimir o neutralizar disidentes/críticos al régimen. El expolio de los recursos naturales beneficia a la élite gobernante y las multinacionales que están detrás de ello. España y Argelia mantienen lejos de sus fronteras a millares de soldados marroquíes. Los grandes perdedores, los saharauis.

Necesidad de un cambio de política
Marruecos ha desplegado un accionar impresionante destinado a mostrar a los saharauis, como invento argelino o como una ficción creada por el Polisario para justificar su existencia. Muchos hablan de colonia, cuando la realidad estamos ante un Estado ocupado desde 1976. La RASD es un Estado reconocido por ochenta países, cuenta con elementos para ser considerado un Estado (territorio, población, gobierno). Por eso consideramos que el Plan de 1991 ha muerto. Marruecos no lo cumple, ni lo cumplirá y es por eso que consideramos que debe ser un modus vivendi provisional, y que el objetivo debe ser el reconocimiento como Estado observador de Naciones Unidas. De esta manera quedará reflejado el crimen internacional cometido por Marruecos como potencia ocupante y por ello con obligaciones que deberá cumplir. Sino lo hace la RASD podrá recurrir a instancias internacionales. Asimismo como Estado no observador la RASD puede mostrarse como una realidad “visible” y no como un estado virtual, como pretende imponer Marruecos y los defensores de su tesis anexionista.

Estamos plenamente convencidos que la RASD debe salir a luchar para lograr lugares en la UNESCO, en la Asamblea General de Naciones Unidas, el Comité Olímpico, alcanzar un dominio en Internet, etc. En alcanzar otros ámbitos internacionales, ampliará la posibilidad de obtener mecanismos de ayuda, vitales para el desarrollo de los saharauis.

Creemos que las zonas liberadas deben ser desarrolladas, ya sea potenciando la economía ganadera, el uso de pabellón de conveniencia en materia de marina mercante, las energías renovables como la solar, y otras medidas, que aprovechen la situación que la RASD, por no estar reconocida por organismos internacionales, no está sujeta a determinados controles financieros internacionales. La RASD precisa generar recursos y lanzar una verdadera ofensiva diplomática especialmente en América Latina. El gran objetivo debe ser Brasil, por su peso político en la región.

La acción coordinada de cooperantes, ONGs, profesionales de alto nivel que apoyan la causa saharaui, los comités de amistad y los gobiernos amigos, permitirían a la RASD contar con mayores herramientas e incluso contar con cierta inteligencia estratégica, que le permita ayudar a tomar decisiones correctas.

América Latina no puede estar ausente en este conflicto, un país como la Argentina, donde recientemente a instancias de la embajada marroquí censuró un libro académico relativo al Sahara, no pueden permanecer ausentes. El reclamo de soberanía sobre las Islas del Atlántico Sur, demandan posturas determinadas en materia de autodeterminación y defensa de la legalidad internacional.

Apoyar la tesis marroquí, no creemos que sea lo indicado. El escándalo en Perú con la Sra Jadiyetu El Mojtar Sidi Ahmed, puso en evidencia la influencia de Marruecos, gracias a un lobby cada vez más fuerte. Es por ello que la RASD no puede permanecer pasiva y en postura observante, esperando muchas veces que reaccionen los comités o grupos de amistad. Ha llegado la hora de pasar a la acción diplomática.

El derecho y la verdad asisten a la causa saharaui, por ende este 2018, ha llegado la hora de plantear, reflexionar y debatir nuevos caminos para que la República Saharaui recupere los territorios hoy detentados ilegalmente por Marruecos.


*Autor Libro "Sahara Occidental. El conflicto olvidado". EUDE.
Abogado, Magíster en Defensa Nacional.


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