¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Crítica a las paridas de un sociólogo sobre Ceuta y Melilla


Don Ignacio Sotelo es, antes que otra cosa, catedrático de sociología, pero más bien yo diría que está doctorado en decir paridas y sandeces y no creo que muy sociales precisamente.
Propone que España se olvide de referencias históricas y entregue Ceuta y Melilla a Marruecos debido al coste de mantenimiento de dichas plazas. Veamos en análisis su propuesta.

Recomponer las relaciones con Marruecos
Publicado en El País, el 14 de septiembre de 2010

Me temo que a los mismos a los que les saca de quicio el nacionalismo catalán o vasco, incluso tal vez a algunos de los que denuncian el nacionalismo como la estupidez que más males ha causado en el siglo XX, les pueda irritar una disquisición sobre Ceuta y Melilla que no considere eterna la pertenencia a España. Son plazas de soberanía española y sería un crimen de lesa patria poner en duda la integridad territorial de la nación. No somos pocos, sin embargo, los que pensamos que el verdadero crimen lo cometen los fanatismos de todo tipo que bloquean la reflexión que ponga en tela de juicio dogmas sagrados. 
Melilla está bajo dominación española desde 1497 y Ceuta, después de la independencia de Portugal, elige en 1640 permanecer española. Empero no vale apelar a la antigüedad de la presencia española para defender una indefinida, ni tampoco el hecho de que el Reino de Marruecos sea posterior suprime el derecho a reclamarlas.
La historia ya se encarga de estudiar el papel que estas plazas desempeñaron en los siglos XVI y XVII en la lucha contra la piratería y la amenaza musulmana, o en las ambiciones colonialistas en la segunda mitad del XIX y los dos primeros decenios del XX. Dejemos el estudio del pasado a los historiadores y ocupémonos de lo que ahora importa, el papel que Ceuta y Melilla -centros de comercio informal, a la vez que puntos de fricción- juegan en las relaciones con Marruecos. Desde una racionalidad que aspire a obtener resultados, al tratar de nuestras relaciones con Marruecos, debería ser obvio empezar por dilucidar la relación existente entre los costos de mantener la soberanía en estas ciudades y los beneficios que se derivan para España, y no solo para unos cuantos cientos de comerciantes y funcionarios. Llama poderosamente la atención que al enfrentarnos a los ya frecuentes conflictos con Marruecos, permanezca en un trasfondo oscuro la reivindicación de estas dos ciudades, que en Marruecos ocupa un lugar preferente.
Aunque, como me temo, el balance fuera claramente negativo, tanto por la carga económica que representa para España, como porque abre una espita que Marruecos podría aprovechar en cualquier momento de debilidad, nadie en su sano juicio propondría el abandono inmediato, ni siquiera a corto plazo, de estas plazas de soberanía. Si seguimos sin hacernos cargo del problema, en una situación de emergencia habría que temer más bien una salida precipitada: de ello tenemos antecedentes, y no solo en el Sáhara occidental. En vez de ofuscarnos con mitos del pasado, lo racional sería iniciar negociaciones con Marruecos para encontrar una solución a largo plazo, digamos en 20 años, tiempo imprescindible para poder ir acoplando los distintos intereses de los españoles en ambas ciudades, pero también los de los marroquíes del entorno.
Encontrar una salida adecuada conviene a España, no solo por el aspecto financiero -nunca tiene sentido un gasto innecesario, que se justifica en prejuicios obsoletos- sino, en primer lugar, porque unas negociaciones inteligentes permitirían estrechar las relaciones políticas, económicas y culturales con Marruecos, que nos son cada vez más importantes. En un mundo globalizado, en el que las fronteras nacionales cuentan cada vez menos, la vecindad adquiere una nueva significación. Somos más interdependientes de cada parte del mundo, pero sobre todo de nuestros vecinos, al norte de los Pirineos y al sur del Estrecho. En el fondo, deberíamos considerar el desarrollo socioeconómico de Marruecos una cuestión de política interior, al depender de ella asuntos de tanta envergadura, como el control de la inmigración, o la amenaza terrorista, vinculada al islamismo radical.
Marruecos, como España, tienen su mayor mercado en la Europa comunitaria, y las relaciones con la Unión Europea es un tema central que nos vincula de manera positiva, si sabemos cooperar, o negativa, si las planteamos como una competencia desleal. Marruecos es el país que más se ha beneficiado de "la política europea de vecindad", pasando de la "cooperación" a la "asociación". En vez de despotricar por las exportaciones marroquíes, deberíamos aprovechar el envite, para no solo mejorar nuestra productividad agrícola, sino reconvertirla en una industrial que amplíe el mercado al otro lado del Estrecho. Contribuir al desarrollo socioeconómico de Marruecos es una forma de desarrollarnos nosotros mismos como país exportador de capital y tecnología.
Pese a tan largos lazos históricos, cualquiera que viaje por Marruecos comprueba la escasa presencia del español y la muy limitada de nuestros productos. Cambiarían significativamente las cosas si, además de la excelente labor de los institutos Cervantes, fuéramos capaces de patrocinar, por ejemplo, una Universidad Politécnica con profesores españoles, que contribuyera a expandir nuestra tecnología. No se trata ahora de hacer sugerencias de colaboración mutua, pero las posibilidades son muchas y muy variadas.
No se me ocultan los obstáculos que para la cooperación entre los dos países provienen de la parte marroquí, el mayor, que sea una democracia deficiente que se trasluce en corrupción, bajo nivel cultural y alta desigualdad social. Ello limita considerablemente, qué duda cabe, una política eficaz de desarrollo, pero el Marruecos de hoy no se diferencia mucho de la España de los años cuarenta y cincuenta, y logramos salir del pozo. He observado una cierta simpatía de los marroquíes por los españoles, siempre que sepamos respetarlos como se merecen. Pese a nuestra herencia árabe, en todo caso, conviene no olvidar que son tan orgullosos, pero mucho más astutos, que nosotros.
Ignacio Sotelo, catedrático de Sociología.
14 de septiembre de 2010

No sé si sea solo mi percepción, pero no entiendo con estas deducciones, como pensará exponer a los habitantes de dichas ciudades, con siglos de población asentada que deben dejar sus tierras, sus casas, sus posesiones y “mudarse” a no se sabe dónde.
Tampoco explica cómo se valoraría lo que dichos pobladores tengan que perder o abandonar, y que habrá de ser compensado de alguna manera, ya que una de las razones expuestas por este señor, es precisamente el costo de mantenimiento de las dos ciudades autónomas.
No encuentro otro sentido, si no es a través del histórico, de mantener dichas ciudades, porque son españolas, porque el hecho de estar en otro continente no las despoja de su condición, porque Marruecos ni existía cuando se fundaron, o porque sencillamente no se puede uno deshacer de unas ciudades como si fueran el coche viejo que ya no sirve. Me parece de un patetismo supino.
Con toda seguridad, este señor debe ser uno de los tantos pro-marroquíes españoles que de un tiempo a esta parte campan por nuestra prensa escrita y que trabajan a sueldo del majzén para intentar favorecer en lo posible al rey despótico y feudal que tanto mantiene al pueblo saharaui como al suyo propio a golpe de palo y desaparición. 


de Fernando Gómez

Imprimir artículo

Si te ha gustado este artículo puedes compartirlo desde tu blog, página Web o foro.







0 comentarios :

Los contenidos de este blog son propiedad de su autora y de los medios de donde han sido duplicados, citando la fuente o autor de los mismos.
Para suprimir cualquier contenido con derechos de copyright que no permita ser duplicado, contacta conmigo en teofermi1@gmail.com
teofermi1@hotmail.com