Después de las últimas palabras del presidente Zapatero sobre la cuestión marroquí,
nos queda claro que el papel de España va a seguir siendo el de bisagra
en las excelentes relaciones, comerciales y políticas, que mantiene la
Unión Europea con nuestro vecino del sur. Para que esta bisagra funcione
correctamente se cuenta con un buen lubricante: el Sáhara Occidental,
la sangre vertida por su pueblo será el aceite que hará posible que no
chirríe esa bisagra, que vaya como la seda, y que permita, por un lado,
que nuestros intereses en la zona (sin distingos entre Marruecos y
Sáhara) no se vean afectados y, por otro, que el régimen criminal del
monarca aluita pueda seguir, sin mayores problemas, en el poder.
Según hemos podido comprobar en la mayoría de los medios de comunicación, lo verdaderamente preocupante en la reunión mantenida por el presidente y el rey de Marruecos fue la ausencia de nuestra bandera; no mereció ni una línea escrita, ni un comentario, el hecho de que un pueblo entero siga siendo masacrado impunemente en su propia tierra o tenga que vivir en campamentos de refugiados en el exilio. Nuevamente se pierde, con la manera de informar de esta entrevista por los grandes medios, una gran oportunidad de poner en aprietos a nuestro gobierno, exigiéndole que actúe de manera inequívoca a favor de los intereses saharuis.
Según hemos podido comprobar en la mayoría de los medios de comunicación, lo verdaderamente preocupante en la reunión mantenida por el presidente y el rey de Marruecos fue la ausencia de nuestra bandera; no mereció ni una línea escrita, ni un comentario, el hecho de que un pueblo entero siga siendo masacrado impunemente en su propia tierra o tenga que vivir en campamentos de refugiados en el exilio. Nuevamente se pierde, con la manera de informar de esta entrevista por los grandes medios, una gran oportunidad de poner en aprietos a nuestro gobierno, exigiéndole que actúe de manera inequívoca a favor de los intereses saharuis.
Se pasa por el tema de puntillas: ante la extrañeza de algún medio
alternativo de que no estuviera en la agenda de la entrevista la
(inexistente) cuestión saharaui, el presidente estuvo genial:
“no hace falta hablar de este tema, porque la posición española es de
sobras conocida”… como diría el famoso grupo humorista: “que más podemos
añadir que no se haya dicho…o que se haya dicho”. Es decir, según las
palabras del presidente, para qué vamos a hablar de un tema desagradable
con nuestro vecino, cuando todo el mundo sabe (y ahí reside gran parte
de la tranquilidad del régimen marroquí) la posición de España: dejadez
de funciones, olvido y complicidad en el expolio económico.
La bisagra cumple su papel, no tiene opinión propia, seremos buenos
amigos de Marruecos porque tenemos intereses allí, porque nos protege de
la inmigración ilegal y del terrorismo y porque lo dice la Unión
Europea, que lo hace socio preferencial. La cuestión saharaui no debe plantearse porque, en realidad, no existe.
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