Es
natural que uno se sienta acongojado al conocer una noticia de la
envergadura de la “liberación” de Mustafá Selma. Al conocer la noticia
me sentí incomodo, molesto, humillado y casi insignificante ante ésta
acción desacertada llevada a cabo por nuestro gobierno de liberar a un
traidor a nuestra causa y a nuestros principios.
Nuestros
gobernantes y dirigentes, no sé, si es por desgracia o un desatino
político, nunca han podido dar con una decisión acertada y acorde a las
circunstancias políticas en el momento adecuado. Parecer ser que éstos
ineptos e inaptos politiquillos cada vez que tienen una encrucijada
política para su exacta solución siempre se inclinan por el lado
negativo para zanjarla.
Es lamentable que nuestros líderes
y dirigentes después de cuatro décadas no hayan forjado una experiencia
que esté a la altura de las circunstancias, y que no sepan de una vez
por todas lidiar en la palestra política y tratar de enrolarse en el
ecosistema político internacional y social.
Es humillante
saber que nuestros dirigentes, nuestros símbolos de soberanía, se
ahoguen en un vaso de agua en el momento en que tienen el mínimo asomo
de presión política, aunque sea de aliados y amigos, como suelen
llamarlos; y paradójicamente tienen la osadía de decirnos "nos
presionaron nuestros aliados". ¿Qué aliados y amigos serían cuando te
hacen arrodillarte ante tu propio enemigo?
Es lamentable
la decisión de liberar un traidor a la justa y digna causa de pueblo
saharaui. A mi modo de entenderlo, es humillar al mismo pueblo. Una
decisión de esta índole es injusta e inmoral en detrimento de cientos y
cientos de mártires que han regado con su sangre nuestra tierra.
Es deprimente que nuestros jefecillos todavía crean en la indulgencia, en la benevolencia y las buenas intenciones políticas. Es
conocido a través de la historia, que cualquier sociedad humana
estructurada, con un credo y unas instituciones sociales que velen por
sus valores y virtudes, todas, han conocido traiciones, es decir,
vendidos a sus enemigos. Enemigos que solo conocen discriminaciones
raciales, violaciones de los derechos de las personas nacidas libres,
enemigos que saquearon riquezas, destruyeron valores y virtudes
milenarias de pueblos enteros y a pesar de todo, estas sociedades, nunca
fueron indulgentes con los traidores, porque perdonar un traidor es una
traición.
Es bochornoso saber que nuestros líderes ceden
ante cualquier bravuconería de nuestros históricos enemigos marroquíes,
que agachen la cabeza y achaquen su incapacidad a una decisión sabía a
la coyuntura y coexistencia internacional bajo pretextos de que les
impongan sus reglas y que podemos ser clasificados como terroristas. Es
necesario que nuestros jefes sepan de una vez por todas que los
marroquíes cuando invadieron el Sahara Occidental en 1975,
sistemáticamente violaron los derechos humanos, violaron, mataron,
destruyeron la historia de un pueblo milenario, degeneraron y
extinguieron los valores y virtudes de un sociedad tan antigua como la
propia tierra; a todo esto, los marroquíes fueron aplaudidos y
vitoreados por la comunidad internacional, incluso éstas les calificó
de haber sido víctimas de una agresión flagrante y sin precedentes en su
historia. Nuestros dirigentes deben saber que
involucrarse en concesiones, cada vez que Marruecos da un giro más a la
tuerca, y acusar al Polisario de que viola los derechos humanos nos
conducirá a un debacle de consecuencias irreparables donde nos
anclaremos, y le daremos así a Marruecos el tiempo y la oportunidad de
intoxicarnos y mermar nuestras filas.
Para terminar, todo
lo anterior me hace pensar que nuestros incompetentes dirigentes
políticos viven laureados en el sueño, de que alguna vez hubo una causa
por la que luchar.
Aquí termino, por aburrimiento.
Najiba Amgaizlat
najiba990@yahoo.es
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