La ciudad de El Aaiún comienza a enterrar a los mártires en el dolor y la dignidad contra la barbarie de un ocupante despótico y feudal, que no duda en cometer asesinatos cobardes dignos del apartheid y el nazismo.
De hecho, la población de la heroica ciudad de El Aaiún ha enterrado a sus mártires, cuyo número asciende a 11 personas hasta ahora.
Entre los heridos, por su parte se encuentran unos 723, aunque la lista no es exhaustiva por el momento, y mientras el número de personas que han desaparecido o son buscados por sus padres y familiares alcanzaron ya las 159 personas, cuyo destino deja suponer que algunos de ellos están también muertos. Las fuerzas marroquíes también han saqueado y destruido cientos de casas, tiendas y coches pertenecientes a saharauis.
Como comprobación de la balanza de riesgo por desgracia en aumento, y dada la magnitud de la bárbara agresión llevada a cabo por las Fuerzas Armadas Reales y otros varios órganos, entre ellos el Destacamento de Intervención Rápida (DIR) del Muro de la Vergüenza y la pertenencia al sector Guelta de Haouza y sub-sector en Amgala, más de seis batallones de las mismas tropas de Marruecos y de la Gendarmería de Guerra, y más mokhaznis, unidades (guardias móviles) y fuerzas policiales.
Las fuerzas marroquíes de agresión han utilizado fuego real, gases lacrimógenos, palos, piedras y cañones de agua contra una población civil indefensa y pacífica, compuesta por más de 26000 personas, la mayoría mujeres, niños y ancianos.
Todo esto ha sido cuidadosamente preparado por el personal de las fuerzas de ocupación, bajo las órdenes del más alto rango militar de las mismas fuerzas y en coordinación con los especialistas de inteligencia, que han dominado a la perfección, por su larga experiencia en el arte de la tortura, la liquidación física y la extinción en las innumerables cárceles secretas del reino.
La expulsión, a plena luz del día de los periodistas extranjeros que han venido especialmente de Europa, para informar a la opinión pública sobre la situación en El Aaiún y el Campamento de Gdeim Izik, las deportaciones de los eurodiputados, miembros de la Comunidad Europea y representantes de la sociedad civil, fue una necesidad para el asesino que no puede aceptar la presencia de testigos molestos, sobre todo porque proceden de la Unión Europea, quien ha concedido a su "majestad" el estatuto avanzado. Una situación que ahora debe ser reforzada con una medalla, sobre todo después de su "hazaña" en la zona tras la masacre de El Aaiún ocupado
Bir Lahlou, 09 de noviembre 2010
Traducción: Fernando Gómez
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