Protegidos
del calor en el interior de una jaima, ocho saharauis pernoctan desde
hace tres semanas en la Puerta del Sol para pedir un referéndum, sin la
participación de los marroquíes, que permita poner punto y final al
conflicto del Sahara Occidental. Aunque a dormir sólo se queda menos de
una decena, la tienda es un hervidero de saharauis durante todo el día.
Proceden de varias provincias españolas, como Madrid, Navarra y Sevilla,
en las que residen desde hace varios años.
Sentados
alrededor de una bandeja con té, invitan a quien quiera a compartir una
taza y una conversación sobre las circunstancias del conflicto. Algunos
de ellos vivieron el desmantelamiento del campamento de protesta
saharaui a las afueras de El Aaiún en noviembre, y muestran fotos de
agresiones. Bechari Mustafa, explicó que las reacciones de los
marroquíes que visitan su jaima son variadas: algunos les increpan al
pasar y les han llegado a rajar la tienda, pero otros se sientan a
charlar.
"Nosotros
no queremos problemas, algunos han tomado té con nosotros y hemos
debatido sobre la situación de nuestro pueblo", ha asegurado Mustafa,
quien también ha cargado las tintas contra el papel de España en el
conflicto. "España nos vendió por un contrato de pesca de 20 años",
declaró.
Los
miembros de esta comisión afirman que su propósito es "apoyar a su
pueblo", por lo que se quedarán a dormir "hasta el último día" y que, si
se disuelve, seguirán su lucha por otras vías. Además, se han mostrado
partidarios de un referéndum en el que voten sólo los saharauis que
están registrados en el último censo que elaboró España antes de
abandonar el territorio. "Queremos votar, que nos dejen votar y elegir
si el Sahara será una provincia marroquí, una autonomía o un país
independiente", ha afirmado rotundo Mustafa, quien también ha subrayado
que en un posible Sahara independiente habría cabida para los marroquíes
que ya residen en la zona.
16 años sin pisar el Sahara
Mohammed
Abjarrahman lleva dieciséis años sin pisar los territorios del Sahara
ocupados por Marruecos, en donde todavía reside su familia, y a la que
no ve desde que vino a España. "Tengo una hermana de diez años a la que
sólo he conocido por fotos, no puedo entrar en mi tierra ni ellos
salir", ha relatado. Abjarrahman se queja de que pese a tener una
bandera, un idioma y una tierra, no sabe qué responder cuando rellena un
formulario porque nunca encuentra la opción "saharaui" y no se
considera marroquí ni argelino (país en el que se encuentran los
campamentos de los refugiados saharauis y la dirección del Frente
Polisario).
Los
entrevistados coinciden en que España "mira para otro lado" en lugar de
buscar una solución para el conflicto, porque las presiones de
Marruecos "son muy fuertes". Y les entristece porque ellos no reniegan
de la herencia española. Como muestra, Abjarrahman relata que los
saharauis rechazan los nuevos nombres que Marruecos está intentando dar a
las calles, que para los saharauis aún son los mismos que cuando era
una provincia española: Plaza Cataluña y calle del Cementerio son dos
ejemplos. Para este saharaui, los nombres de las avenidas son sólo una
muestra más de la fidelidad de su pueblo con España, y espera asimismo
que la antigua metrópoli "vuelva la mirada" hacia allí.
Fuente: ABC
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