Prosigue con normalidad la vida en los campamentos de refugiados saharauis (en el mujaiem, como les llaman ellos). Es viernes, descanso semanal, y mientras matan la cabra que luego nos vamos a comer, escribo esta crónica para el DIARIO DE NOTICIAS. Hemos invitado a comer a unos amigos, a Bárbara Magdaleno, cooperante con muchos años de experiencia saharaui a sus espaldas, y a Pepe Oropesa, ya conocido como el "español que no aceptó la orden de repatriación del ministro Margallo" y que volverá la semana que viene, en perfecto estado de revista, a la península, una vez que ha finalizado sus tres meses de trabajo con la Asociación de Familiares de Presos y Desaparecidos Saharauis.
Hemos estado unos días en Tifariti, en los Territorios Liberados del Sáhara Occidental, visitando la zona de Erquejez Azar y volviendo a ver las pinturas rupestres que hay en la montaña. Nunca había visto la zona con tanta vegetación (la semana pasada llovió de fundamento, algo que no sucedía hace cuatro años) y destacaba el verde de las acacias. Por cierto, el Hospital de Navarra de Tifariti sigue impresionando en la zona y demostrando su utilidad. La última noche que dormimos en Tifariti, al aire libre, como de costumbre en esta época del año que aún hace mucho calor, hubo una urgencia a las cuatro y media de la mañana, y avisaron a un grupo de médicos que hacían nuestro mismo viaje, que tuvieron ocasión de observar cómo un parto difícil de mellizos se resolvía con éxito en el hospital. Hay muchas ganas de vivir en el Sáhara Occidental.
En el viaje de vuelta a los campamentos, nos acercamos lo máximo posible (200 metros) a uno de los puestos militares del muro construido por Marruecos, el muro de la vergüenza, consentido por la comunidad internacional desde hace veinte años para incomunicar los Territorios Liberados de los territorios ocupados por la fuerza por Marruecos, y retenidos ilegalmente la represión y el sufrimiento de sus auténtico dueños. El muro de la vergüenza…
Mañana comienzo la primera sesión formal del seminario sobre Aprendizaje del castellano a través del uso de las redes sociales que voy a impartir en la Escuela de Cine del Sáhara (EFA Abidib Kaid Sleh). La escuela persigue formar una nueva generación de cineastas saharauis, y es un proyecto a largo plazo pensado para ser el núcleo inicial para un futuro instituto de industria cinematográfica saharaui, y es una creación del Ministerio de Cultura de la RASD y de la Coordinadora de Asociaciones Solidarias con el Sáhara, CEAS, y el FISAHARA. Mi colaboración en el proyecto consiste en el desarrollo de una actividad complementaria a la programación oficial del centro y el motivo central de este viaje.
Ya he conocido a los alumnos y a las alumnas en un par de ocasiones y siempre me sorprenden las ganas de aprender que tienen y su ilusión, a pesar de las limitaciones que tiene todo proyecto de formación en un campo de refugiados, por muy bien organizado que esté, como es el caso… Hay mucho que hacer en el mujaiem y muchas ganas de aprender y de formarse.
En resumen, la vida sigue en los campamentos de refugiados saharauis… con total normalidad… muchas necesidades, muchas ganas de progresar y mucha necesidad de ayuda.
Por ello, animo a todos los amigos y amigas del pueblo saharaui a seguir apoyando los proyectos de ayuda al pueblo saharaui y a visitar a sus amigos y familias, con la misma normalidad de siempre. Eso sí, si pueden… que vengan cuando haga un poco menos de calor… ¡menudos días llevamos!... Salam alekum…
Del compañero Carlos Cristobal
Fuente: noticiasdenavarra.com
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