"La ley es la ley, si Bouchti quiere conseguir la residencia en España tiene que presentar todos los documentos necesarios, hacer otra cosa sería prevaricar". Con esta frase lapidaria, el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, sentenció el pasado mes de enero al activista político y "enemigo de Marruecos" Hicham Bouchti, autor del libro 'La Hospitalidad de la Inteligencia', en el que destapa escándalos que supuestamente presenció durante su periplo en el servicio secreto marroquí.
El limbo legal en el que se encuentra actualmente le hace plantearse su vida. "Ya apenas me quedan fuerzas para seguir luchando, he pensado muchas veces en ponerme una soga al cuello y acabar con todo esto", asegura Bouchti, que describe su situación actual: "No tengo tarjeta sanitaria, ni puedo abrir una cuenta en un banco, alquilar una casa o trabajar, tampoco puedo salir de Melilla". Se siente atrapado: "Ni puedo ir hacia adelante (Península) ni hacia atrás (Marruecos)".
Perseguido en su país
"Siempre he luchado por la justicia, y la libertad de expresión es lo que me ha llevado a esta situación, tanto en Marruecos como ahora en España", añade. Nacido en 1978, este joven marroquí ha vivido ya de todo. Es un viejo conocido del Gobierno de Marruecos y esto le ha valido salir en portadas de grandes diarios y revistas en las que se le coloca entre los 'más buscados' de su país por cuestiones políticas. Nos enseña, casi con orgullo, su imagen situada junto a islamistas, banqueros y militares buscados por la justicia marroquí y que se retratan en la portada de la revista 'Telquel' de marzo de 2010. También aparece en la portada del diario 'Aujoud'hui, Le Maroc', el 13 de febrero de 2011, junto a Abdesselam Yassine y otros cuatro personajes tildados de 'revolucionarios' marroquíes.
Después de pasar dos años en una cárcel marroquí, se aventura a escapar y entra en Melilla, donde pide asilo político el 25 de octubre de 2005.
Este procedimiento le lleva hasta Madrid, donde queda a la espera de una resolución por parte del Gobierno español. "Pasé un buen tiempo en Madrid, estaba tranquilo; al menos podía vivir con una esperanza de solucionar mi situación legal en España porque podía demostrar que me estaban persiguiendo en mi país por cuestiones políticas", nos comenta aún con la prensa de su país en la mano.
Secuestrado y encarcelado
Pero la mala suerte le lleva a Melilla en 2006, engañado, según él, donde (siempre según su versión) lo secuestran y lo llevan de nuevo al reino alauí. "Me llamaron desde Marruecos para amenazarme con que si no iba a reunirme con una gente en Melilla, le harían daño a mi familia". "Me aseguraron que querían ayudarme a resolver mi situación con Marruecos, pero al llegar al puerto de Melilla, había tres personas esperándome que me lanzaron a un coche y ya sólo recuerdo abrir los ojos en Marruecos".
Nuevamente, después de pasar otros dos años en prisión, dice que con presos de Guantánamo y del Sáhara, pasando luego a un arresto domiciliario, logra escaparse vestido de mujer y entra de nuevo a Melilla. En esta ocasión, no logra llegar a Madrid, pues sólo un mes después de volver a pedir asilo le es denegado y es expulsado del Centro Temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI) para encontrarse en la calle. "Me negaron el asilo político por no poder demostrar que estaba siendo perseguido en Marruecos, cuando tengo revistas y periódicos que demuestran que estoy entre los más buscados de Marruecos", dice Hicham Bouchti, que dice ser "uno de los perseguidos políticos más famosos" de su país.
Desde el 1 de junio de 2009 se encuentra en situación de desamparo legal, con una orden de expulsión a sus espaldas. Sin embargo, su vida en Melilla siguió desarrollándose y, enamorado de una española afincada en la ciudad, concibió un hijo que hoy tiene dos años -"mi familia es lo único que me da fuerzas para seguir", sostiene-. Este hecho le permitió pedir una cédula de inscripción de residencia por arraigo en Melilla que el pasado mes de enero sufrió un vuelco inesperado: para poder obtener el preciado documento, el único requisito que le faltaba es presentar un certificado de penales de una comisaría marroquí, algo impensable pare este joven que ya ha visto cómo sus huesos han dado hasta en dos ocasiones con la cárcel.
"Ellos saben que no me pueden pedir que vaya a Marruecos a pedir este documento, es el único requisito que me falta para poder obtener la residencia por arraigo y estar con mi familia fuera de Melilla, donde corro el peligro de que me vuelvan a meter en Marruecos por la fuerza", asegura. "Vivimos en miedo constante, por eso mi mujer quiere irse de Melilla", añade.
Prevaricación
El delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik el Barkani, tiene un solo discurso: el caso de Hicham Bouchti no es diferente ni merece un trato especial, el requisito del certificado de penales es obligatorio y no exigirlo "sería prevaricar", según sus propias palabras. "El delegado del Gobierno me ha contestado en prensa", recuerda Bouchti con pesar. "Se ha posicionado en contra de hacer una excepción con mi caso, pero sabe que lo que me pide es imposible, porque no puedo entrar a Marruecos a solicitar ese documento; si entro, no lo cuento".
Una posición difícil para el delegado, que tiene en sus manos reconocer la excepcionalidad del 'caso Bouchti', lo que supondría de alguna manera aceptar su condición de refugiado (única forma de evitar el certificado de penales) que ya le ha sido denegada hasta en dos ocasiones. Además, cualquier movimiento en falso se entendería como "dar facilidades" a un enemigo de Marruecos en su escapatoria legal, lo que podría afectar las buenas relaciones que ayudan a mantener la seguridad e impermeabilidad del perímetro fronterizo.
La pareja de Bouchti tiene pensado irse de la ciudad. "Mi mujer, que no puede soportar más esta situación, se ha separado de mí y me ha dicho que hasta que se solucione mi situación legal que es mejor que no nos juntemos. Tiene miedo por ella y por nuestro hijo porque las amenazas son constantes".
La solución, un salvoconducto
Si su pareja se va de Melilla, Hicham no podrá verla más a no ser que consiga, al menos, un salvoconducto que le permita viajar a la Península. "¿Qué me queda si me quitan a mi hijo? ¿Cómo voy a seguir viviendo sin nada por lo que vivir?".
Hicham ha presentado un recurso, aunque reconoce que no tiene muchas esperanzas, por lo que ha solicitado que, al menos, le den un salvoconducto para poder ir a la Península "y estar más tranquilo".
Bouchti no conoce más casos como el suyo en Melilla, cree que su situación ha sido provocada por la defensa que hace de la libertad de expresión. "Creo que aquí en Melilla mi situación se ha agravado por culpa de una opinión que lancé, donde dejaba en evidencia las razones por las que creo que el delegado del Gobierno no me quiere admitir la residencia". Asegura ser un defensor de la justicia -"tanto en Marruecos como en España he sido perseguido por decir lo que pienso"- y lo tiene claro: "Hay gente que sin papeles ni nada que poder demostrar alcanza la situación de refugiado. Yo no lo he conseguido después de las dos veces que he entrado en España y de estar en prisión en Marruecos".
José Alonso Sánchez, responsable de la Asociación Pro Derechos Humanos de Melilla, informa de que el requisito del certificado de penales es algo que la Delegación de Gobierno de Melilla podría "dejar pasar". Bouchti no puede contener su rabia al estar convencido de que el Gobierno de España sabe que no puede ir a Marruecos a conseguir el preciado documento y, sin embargo, "lo usen como excusa para no darme una solución".
Fuente: elmundo.es
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