Hoy arranca la XIII edición del FiSahara (Festival Internacional de Cine del Sáhara). Se prolongará hasta el próximo domingo 16 y, durante esta semana, volverá a poner el foco en la lucha del pueblo saharaui, absolutamente olvidado por el Gobierno español. Bajo el lema “Pueblos Ocupados: Memoria y Resistencia”, la edición de este año pasa por ser una de las más importantes de los últimos tiempos, porque los tambores de guerra suenan con más fuerza que nunca. De hecho, y aunque las noticias no lleguen interesadamente a los medios de comunicación masiva, el Presidente de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Ghali, ha autorizado a sus tropas atacar sin restricciones al ejército marroquí.
El motivo es la tensión provocada por Marruecos desde el pasado mes de agosto, cuando incumplió el Acuerdo Militar firmado en 1991 por Marruecos y el Frente Polisario en virtud del cual ninguno de los dos bandos puede sobrepasar el muro de división. La invasión tuvo lugar en La Güera (región de El Guerguerat), la localidad saharaui más sureña en la frontera con Mauritania. En agosto, Mohamed VI llegó, incluso, a cerrar la frontera, según sus argumentos, para impedir que entren por ella tropas saharauis.
Ahora, el Ejército de Liberación Popular Saharaui se ha hecho con el control total de El Guerguerat y tiene orden de disparar si el ejército marroquí vuelve a invadir. Especialmente acertado es el análisis que realiza de la situación el experto en la materia Carlos Ruiz Miguel, en el que se denuncia la ineptitud de la ONU y la MINURSO gestionando el incidente o, lo que es peor, su complicidad con Marruecos.
Y en España, nadie sabe nada, a pesar de que los saharauis fueron compatriotas, ahora que esa palabra está en boca de muchos… Por eso FiSahara y el puñado de locos y locas, que casi sin medios, de manera altruista y con mucho esfuerzo e ilusión lo organizan, son tan importantes. El Festival, reconvertido desde hace unos años en un auténtico referente en el circuito de los Derechos Humanos (DDHH), es un grito que rompe el silencio mediático sobre cuanto acontece a los que un día constituyeron la provincia 53 de España.
Y es necesario, creánme, no sólo porque Marruecos esté forzando romper el alto el fuego aprovechando la reciente muerte del presidente del RASD, Mohamad Abdelaziz, y la impaciencia -aunque son 40 años viviendo en campamentos de refugiados- de los saharauis más jóvenes, sino por el cúmulo de desgracias que vive este pueblo en el desierto: Hace cinco días que un niña saharaui de cuatro años murió víctima de una de las minas antipersona con que Marruecos tiene sembrado el territorio. No sólo eso, Argelia ya ha advertido sobre los temporales de lluvia que se avecinan y que, como sucedió el año pasado, destrozaron algunos de los campamentos de refugiados. Entonces, muchos saharauis tuvieron que escapar de las inundaciones hacia Mauritania, a través de fronteras como la que Marruecos había cerrado con sus soldados.
Así que más FiSahara, por favor, más activistas por la libertad y los DDHH como los que levantan este festival que vuelve a sacar los colores a España, Francia, EEUU y la ONU que, de estallar finalmente la guerra, serán en realidad los que hayan apretado el gatillo.
Por David Bollero
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