Por Txomin Regato / Fuente: Libres Opiniones
Treinta años llevamos acompañando a los saharauis en su lucha por conseguir que la razón y la legalidad internacional, que universalmente todo el mundo reconoce que está de su parte, prevalezca sobre la fuerza que les han impuesto. Devolvemos así en parte la parte alícuota de responsabilidad que nos pueda corresponder por un Estado Español que hizo abandono de sus obligaciones, incumpliendo los mandatos de Naciones Unidas, anteriores a la invasión marroquí, y permitiendo luego que sigan incumpliéndose, sin siquiera mantener la dignidad ni poética de apoyar la autodeterminación saharaui en la ONU, como corresponde a todo proceso de descolonización.
Durante ese tiempo hemos conocido gente formidable, entre los saharauis y entre los activistas que se mueven alrededor, hemos aprendido sobre la dignidad, la supervivencia, el ingenio de hacer mucho con muy poco, pero también de la mano negra política que trata de abortar cualquier iniciativa, a veces con un éxito decepcionante, y que tampoco todo lo que rodea una justa causa es necesariamente trigo limpio.
Creemos que nuestra labor de apoyo y acompañamiento pasa por respetar, incluso animar, que los saharauis construyan su propia vida, la sociedad que quieran y sus formas políticas y de articulación de sus colectivos, con los únicos límites, más allá de los cuales no podríamos aportar nuestra complicidad, de la Justicia, la Libertad y los Derechos Humanos. En última instancia esos límites no son sino la garantía de que las opciones que tomen los saharauis sean las suyas, incluida la posibilidad de tomar opciones que se demuestren erróneas y poder revocarlas, no la imposición de unos pocos, desde dentro y/o desde fuera.
Es fantástico ver que después de más de 40 años siga habiendo un grado de movilización saharaui muy notable que permite subsistir como resistentes, en uno de los conflictos más largos que se recuerdan y en unas condiciones que rayan los límites de la resistencia humana.
En ese contexto es de admirar que haya debates internos, con líderes cuyos perfiles son equiparables a los países del mundo, y por eso pareció muy interesante el proceso de renovación del Polisario y la RASD que anunció su nuevo Presidente.
Mientras esperábamos nuevos avances en esas imprescindibles adaptaciones de las instituciones saharauis y sus cargos a los retos que, como todas las sociedades, también la saharaui ha de afrontar y que supondrían revertir algunas inercias poco deseables y abrir nuevos horizontes tras tantos años, hemos visto con mucho interés la aparición de Iniciativa Saharaui para el Cambio. Una nueva corriente opinión augura enriquecer los debates, con aportaciones de personas que, por lo que respecta a las que conocemos, son especialmente brillantes y de honradez a toda prueba, a lo que suman una experiencia diplomática y de gobierno que garantizan su conocimiento, lo que parece puede servir para profundizar y acelerar ese anunciado proceso de renovación.
Mientras esperábamos que se concretasen las iniciativas de la nueva corriente, tras unas declaraciones iniciales prometedoras, hemos conocido que se han producido respuestas realmente sorprendentes, con insultos, acusaciones falsas o no argumentadas, y, lo que es peor, una reacción institucional cesando en su cargo como Delegado Saharaui en Baleares a uno de los miembros de la nueva corriente. Reiterando el respeto a la capacidad de decisión que a los saharauis corresponde sobre cómo articular su sociedad y sus instituciones, no podemos sino hacer llegar nuestra preocupación y pena por lo que supone tal actuación de bloqueo de la capacidad de expresión democrática de los saharauis, dentro de los principios y objetivos básicos de su movimiento de liberación nacional. Nos da miedo esa posible deriva, no sirve aducir que las libertades democráticas no puedan producirse en un movimiento de liberación, que además gobierna un Estado reconocido por muchos países, porque sólo practicando la libertad se mantiene ésta y sólo ejerciendo la democracia se perfeccionan instituciones.
No queremos que los saharauis, el día que consigan su libertad como pueblo y tengan que gobernarse definitivamente libres, se vean en las situaciones de Timor Oriental o de Sudán del Sur, inmersos en una guerra civil, gobernados por tiranos o pidiendo una intervención extranjera para estabilizar el país.
Porque queremos a los saharauis y su causa, queremos que sean libres para debatir y conformar su voluntad colectiva, la de todos los que creen en su libertad como pueblo, con Justicia y Libertad, así en mayúsculas.
En nombre de viejos activistas que aman el Sáhara Occidental y a los saharauis.
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