Lejos de apaciguarse, la tensión continúa alta entre Rabat y Madrid. La
prensa marroquí ha aireado estos días la supuesta violación del espacio
aéreo de este país por parte de helicópteros de la policía española en
la región de Alhouceima, al norte del país, durante una visita a esta
zona del rey Mohamed VI, algo que habría disgustado y mucho al soberano
alauí.
Los partidos políticos y las ONG marroquíes próximas al poder, como la
Organización Marroquí de Derechos Humanos (OMDH) se han sumado a la
postura oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores que, en menos de un
mes, ha hecho públicos cinco comunicados denunciando el comportamiento
“racista” de la policía española en el trato dado a ciudadanos
marroquíes en el puesto fronterizo de la “ciudad ocupada” de Melilla y
de la Guardia Civil española contra subsaharianos cerca de Ceuta, el
otro enclave español.
A estas notas oficiales se han sumado varias manifestaciones y actos de
protesta delante de las representaciones diplomáticas españolas en
Marruecos, en ocasiones protagonizadas por subsaharianos
, y ahora las declaraciones muy críticas de ONG y partidos políticos, como el Partido del Progreso y el Socialismo, que ha llamado al Gobierno español a detener inmediatamente estos actos, calificados de racistas y bárbaros.
, y ahora las declaraciones muy críticas de ONG y partidos políticos, como el Partido del Progreso y el Socialismo, que ha llamado al Gobierno español a detener inmediatamente estos actos, calificados de racistas y bárbaros.
Estas acusaciones de Rabat suponen un punto y aparte en las relaciones
marroquíes con Madrid después de que éstas mejoraran notablemente en
2004 con la llegada al poder de los socialistas en España. Los
observadores aseguran que nada parece poder detener esta nueva escalada.
La situación es muy tensa. Según el periódico Aujourd’hui Maroc, “la
estrategia española es ilegible y su silencio, intrigante, mientras que
el mutismo de las ONG de Derechos Humanos y de los demócratas españoles
causa perplejidad”.
Pese al tono tranquilizador de ambos países en los últimos días, es
evidente que la tensión se mantiene. Las causas son múltiples y
complejas. A comienzos del mes de julio, Madrid se quejó de la lentitud
de Marruecos a reconocer oficialmente el nombramiento del nuevo
embajador español en Rabat, Alberto Navarro.
Por parte marroquí se produjo un categórico desmentido del ministro de
Asuntos Exteriores, Taïb Fassi Fihri, para quien “no hay ningún
problema, las cosas siguen su curso normal”.
Pero es que a Marruecos tampoco le ha gustado nada las reservas
expresadas por La Moncloa al controvertido nombramiento de un antiguo
miembro del Frente Polisario que se ha pasado al bando marroquí, Ahmed
Ould Souilem, como embajador marroquí en Madrid. Para Rabat se trata de
una decisión soberana que no debe ser discutida.
Un nuevo elemento de tensión ha sido sacado a la luz estos días por la
prensa marroquí. Helicópteros españoles habrían violado repetidamente el
espacio aéreo de Marruecos en la región de Alhouceima, al norte del
país, durante una visita del rey Mohamed VI a esta ciudad. Este gesto
habría disgustado mucho al soberano alauita. Y es que el problema de la
integridad territorial marroquí parece ser un lastre en las relaciones
entre los dos países vecinos.
Últimamente, la cuestión de Sebta (Ceuta) y Mlelia (Melilla) también ha
salido a la superficie, sobre todo tras las visita a Madrid de
Salaheddine Mezouar, el ministro de Economía y Finanzas marroquí, quien
manifestó que “los españoles saben que estas dos ciudades son
marroquíes”. Este miembro del Gobierno se declaró favorable a la
apertura de unas negociaciones a este respecto “tranquilas y serenas,
con el objetivo de restablecer esta verdad geográfica e histórica”.
Esta demanda fue seguida de inmediato por una acción del Comité de
Liberación de Sebta, Mlelia y de las islas ocupadas”, que inundó de
carteles que decían “territorios ocupados” las entradas de Ceuta y
Melilla. El primer ministro marroquí Abas el Fassi se sumó a esta
iniciativa al reivindicar ante el Parlamento la soberanía marroquí sobre
estas dos ciudades.
Un ambiente de crisis parece envenenar de nuevo las relaciones entre
España y Marruecos. Muchos, en ambas orillas, están más que convencidos.
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