En plena crisis, Mohamed VI eludió Ceuta y Melilla en su discurso de la Fiesta de la Revolución
ni las trabas de las organizaciones de derechos humanos. Y
en tercer lugar, porque España tiene muchos motivos para que le
interese tener un Marruecos desarrollado y rico como vecino. Aunque sólo
sea porque en la Península hay al menos medio millón de marroquíes, una
parte de los cuales ya ha obtenido la nacionalidad española sin perder
la de origen. Marruecos nunca renuncia a sus ciudadanos. Para ello
cuenta con un ministerio dedicado a sus emigrantes y una fundación, la
Hasan II, que les atiende, o les controla, en el extranjero. Como
telón de fondo, aunque geográficamente quede muy lejos, está el Sáhara
Occidental. Si Ceuta y Melilla no aparecieron ni entre líneas en el
discurso que Mohamed VI pronunció el pasado viernes con motivo de la
Fiesta de la Revolución del Rey y del Pueblo, el Sáhara fue el eje de
sus directrices de la llamada política de regionalización, que tiene que
empezar con este territorio en disputa con el Frente Polisario. ...
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