Hay una lluvia que los saharauis llaman taradanet,
muy esperada y bienvenida en la badia. Llueve menudo y despacio pero
sin parar durante mucho tiempo. De esta forma la tierra se empapa, el
agua no se pierde y fecunda suavemente la tierra. Esa lluvia dará lugar a
verdes y crujientes pastos para los dromedarios, alimentará los pozos,
refrescará el ambiente, traerá con suerte el terfas, la seta
preferida de los saharauis, y despertará la vida que duerme en el
desierto. Los nómadas surcarán con sus rebaños las inmensidades de la
badia y la llenarán de jaimas.
Esa lluvia que es bendición en la badia trae la desgracia a la hamada. Taradanet en los campamentos reblandece los ladrillos de adobe, empapa despacio y a conciencia los cuartos, y acaba tirando al suelo los precarios hogares refugiados. Pero a pesar del mal que haga en los campamentos los saharauis pondrán al mal tiempo buena cara. Llevarán sus jaimas a la badia, los ancianos acamparán con sus familias en los territorios liberados, donde respirarán el aire de la libertad, beberán el agua de su tierra y la leche de los dromedarios pastando libres.
Shab taslah eli jaseret. La lluvia compensará lo que haya destruido, reza el proverbio saharaui.
Fuente: Del blog Haz lo que debas
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