Sea
el 3 o el 8 de noviembre, el Frente POLISARIO y Marruecos, no tienen
más remedio que sentarse a negociar, y hacerlo de buena fe y de manera
más intensiva y sustantiva.
El retraso del día 3 al día 8 no es ajeno desde luego, a una fecha marcada en la agenda judicial marroquí: el día 5-11-2010, día que se celebra el juicio del Grupo de los 7 de Salé. De ahí que lo que suceda el día 5 puede ser el preludio de lo que vaya a suceder el día 8.
La amenaza que se cierne sobre los intereses franceses (uranio y otros) en el Sahel, ha llevado finalmente a Francia, a comulgar con el planteamiento central de Christopher Ross, que a grosso modo, viene a decir más o menos lo siguiente: “la prolongación del statu quo y la ausencia de horizontes de solución en el Sáhara Occidental constituyen una serie amenaza para la estabilidad en la región”. Y, Francia, velando por sus propios intereses, no ha tenido más remedio que atender a los llamamientos de Ross, e incorporarse al grupo de países que ejercen presión sobre las partes para que entren en una fase más intensa y sustanciosa en sus negociaciones.
Hay que preguntarse hasta cuándo las partes, o alguna de ellas, podrán seguir esquivando las presiones internacionales. Puestos en una balanza, en un lado, las fuerzas de la Comunidad Internacional, y en otro la fuerza conjunta de ambos contendientes, es evidente que ésta última no podrá vencer las presiones de la primera. Es decir, no es razonable creer que al POLISARIO y Marruecos se le resistan tanto a la Comunidad Internacional, máxime cuando su ubicación geográfica está dentro de un determinado perímetro cuya estabilidad amenaza la paz global.
En consecuencia,
todo parece indicar, que esta vez, el conflicto ha entrado en una fase
de solución ya sin retorno. Y si la presión interna (Gdeym Izik), y la
externa se mantienen uniformes, es previsible que entremos en una
dinámica tal de los acontecimientos que la resolución final del
conflicto esté a la vuelta de la esquina. Todo ello al menos, sobre el
papel.
Es decir, a fecha de hoy, existen indicios para
creer que ya hay algo pactado. Que Ross, el POLISARIO y Marruecos, saben
que el día 8 y siguientes, algo van a ofrecer a la Comunidad
Internacional. Pero después de tanta gira, tanto trajín y tantas
presiones ¿qué poción mágica, trae Ross, para que ambas partes, al
metabolizarla, no recobren fuerzas para oponer mayor resistencia aún a
las presiones internacionales? O recordando las palabras de Mahfud Ali
Beiba cuando aludía a la Sura del Corán (XII-67), donde decía aquello de
“algo hay en la mente de Jacob”.
Hace ya bastante tiempo
que esa fuente inagotable de análisis, reflexiones y predicciones sobre
el Sahara que es el Gran Carlos Ruiz Miguel, decía que Ross traía entre
manos una propuesta similar a la de Baker. Es decir, la pócima mágica
con la que Ross pretende untar a ambas partes, es un ungüento compuesto
de autonomía y autodeterminación.
Y en esto de negociar un
comprimido de autonomía y autodeterminación, la experiencia negociadora
del POLISARIO, en lugar de tranquilizarnos, nos produce un auténtico
pavor, a los saharauis. La ingenuidad y la negligencia del POLISARIO en
los acuerdos del alto el fuego de 1991 y en los acuerdos posteriores,
imponen al POLISARIO el deber de dar muestras de humildad para ante sus
bases y militantes, y prometer públicamente que la buena fe e ingenuidad
que le habían llevado a desatender importantísimos flecos en anteriores
ocasiones, no volverá a producirse en esta ocasión.
Ciertamente,
en todo acuerdo o contrato, el diablo siempre se esconde en la letra
pequeña. Y es ahí, donde la experiencia nos dice que el POLISARIO suele
fallar, por ingenuo o negligente. ¿Y qué es lo que nos predispone para
dar por segura la presencia del diablo en estas negociaciones?, muy
sencillo: Marruecos no acepta ningún proceso si no es asegurándose de
que tiene por donde escaquearse.
En este sentido tenemos
que recordar que en la misma medida en que los saharauis aceptamos el
proceso al que nos invita la Comunidad Internacional y asumimos su
resultado sea del signo que sea, en esa misma medida, las garantías que
se esperan de la Comunidad Internacional han de ser directamente
proporcionales a la alteración y modificación que el proceso provoca en
nuestra situación individual y colectiva. Es decir, a la Comunidad
Internacional se le exige que ponga sobre la mesa tal cantidad de
garantías para que, en caso de que el proceso no llegue a su fin, se nos
restituya en nuestra posición anterior al mismo.
Y aquí
nos preguntamos sobre si la Comunidad Internacional será lo
suficientemente generosa como para ofrecer garantías de esa naturaleza, y
sobre si el POLISARIO será capaz de buscarlas y conseguirlas.
En
esta ocasión, para dirigir el equipo negociador, el POLISARIO, parece
haber prescindido de los simbolismos. Es decir, no se ha buscado a
alguien con la suficiente simbología. En efecto, Jatri Adduh, designado
como Jefe del equipo negociador, carece de la simbología “polisaria” que
tienen, por ejemplo, Brahim Gali o Mohamed Lamin Ahmed. Por encima de
todas las cualidades de Jatri Adduh, una, destaca sobre todas las demás:
es el Presidente del Parlamento de la RASD, técnicamente, el segundo
hombre en el poder. Parece, así, que se ha querido prescindir de los
simbolismos para dar a entender que la buena fe negociadora es tal, que
el jefe del equipo, más que representante del POLISARIO, es
representante de la RASD. Es decir, en el equipo negociador, hay
personas que representan la legitimidad histórica del POLISARIO, y otras
que representan la legitimidad democrática del Estado saharaui.
Y
como quiera que Jatri Adduh, ostente la representación soberana del
pueblo saharaui, hay que recordarle que de embarcarnos en un proceso de
solución que nos lleve a la autodeterminación previo periodo de 4 u 8
años de autonomía, tal proceso nos supone serios sacrificios, por lo que
exigimos garantías proporcionales a tales sacrificios.
1).-
De entrada desmantelamos la RASD. En consecuencia exigimos garantías
sólidas de la ONU, de la Unión Africana y de la IV Comisión de Naciones
Unidas. Desde luego no desmantelaremos nuestros Campamentos de
refugiados, sino vemos sobre el terreno una MINURSO reformada que
incluya un componente sólido para, no sólo la vigilancia, sino la
protección de los Derechos Humanos. Tampoco desmantelaremos nuestros
Campamentos, si no se instala sobre el terreno una sede del ACNUDH,
otras tantas oficinas como ONG’s de Derechos Humanos que lo deseen, otra
del ACNUR, otra de la UNESCO, otra que se ocupe del control y
seguimiento de los recursos naturales del Sáhara.2).- Desmantelamos el ejército saharaui. En consecuencia, exigimos un número de efectivos (dividido por igual entre cascos azules de la ONU y cascos azules de la Unión Africana), igual al de efectivos desmantelados.
3).- Desmantelamos el Ministerio de Asuntos Exteriores. En consecuencia exigimos la presencia de representaciones de todos los Estados que lo deseen, sin que ninguna de la partes pueda vetar la presencia de un Estado concreto. Exigimos la presencia de todos los medios de comunicación que deseen informar sobre el territorio con idéntica prohibición de veto. Exigimos la presencia de observadores internacionales sin límite de número, ni de procedencia, ni de sexo o religión y con idéntica prohibición de veto.
4).- Y, finalmente, exigimos a la Comunidad Internacional que ponga tal cantidad y calidad de garantías que, en caso de que el proceso al que nos invita no llegue a puerto alguno, nos permita volver a nuestra situación actual, previa al proceso.
Haddamin Moulud Said
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