Agonizaba el régimen de Franco mientras cientos de soldados españoles que cumplían el servicio militar obligatorio esperaban órdenes que nunca llegaron del general Gómez de Salazar, ante la multitud de marroquíes que avanzaban desde su territorio hacia la frontera con la última colonia española en el continente africano, el Sahara Occidental. La marcha verde organizada días antes de la muerte de Franco, con el apoyo de los EE.UU., fue suficiente para que una España política, con un régimen en decadencia y presionado desde el exterior, y económicamente apremiada, desde la crisis del petróleo de 1973, cediera vergonzosamente ante Hassan II y se plegara a sus aviesas intenciones, dejando a los saharauis al albor del engaño y la traición de las autoridades marroquíes.
Desde esa deshonrosa actuación del último gobierno de Franco, el 6 de noviembre se llevo a cabo la marcha verde y el 20 del mismo mes murió en el Pardo Franco, a finales del año 1975 y una vez recuperada la democracia en España en 1977, los distintos gobiernos españoles, aún oficialmente posicionándose al lado de los intereses de los saharauis, no ayudaron en demasía a los habitantes de la antigua colonia española, mostrándose calculadores con el régimen alauita que siempre ha contando con el beneplácito de Francia como aliado inequívoco.
Pero ha sido con el gobierno de Rodríguez Zapatero cuando el giro ha sido más evidente y el abandono a la anterior y tradicional política ante el conflicto saharaui ha terminado por convertir a nuestros gobernantes en cómplices pasivos del exterminio que a través del terrorismo de estado están llevando a cabo Mohamed VI y sus fuerzas policiales y militares, que han culminado con el indiscriminado ataque al "campamento dignidad" y que ha continuado entre la población autóctona en El Aaiún.De la sonrisa del régimen personalizada en el ministro del movimiento Solís que participó en los acuerdos tripartitos de Madrid por los que España abandonó a su suerte al Sahara, hemos llegado a la sonrisa de exteriores personificada en la ex canciller española Trinidad Jiménez que mientras ocurrían los sucesos de El Aaiún, nos mostraba la más amable de sus sonrisas desde Bolivia. Además de su alejamiento geográfico, se esperaba de ella algún atisbo de condena de las atrocidades llevadas a cabo por Marruecos contra la población civil saharaui, cuando ya es conocido que entre los asesinados se encuentran ciudadanos españoles y para más inri la total prohibición de entrada de periodistas españoles en la capital saharaui.
Ni plan Baker, ni nada que se le parezca, Marruecos con su sátrapa Mohamed VI a la cabeza no va a consentir en ningún caso una consulta por la autodeterminación de la antigua provincia española como en su día resolvió la ONU. Seguirán actuando de facto mientras las potencias se lo permitan y/o se pongan de perfil ante su política genocida para con el pueblo saharaui. Ante tal determinación de impedir a toda costa la posible creación de una República Árabe Saharaui Democrática, no sería de extrañar que volviera a brotar un sector radicalizado en el llamado Frente Polisario que actúe como respuesta a las constantes agresiones marroquíes.
Tras treinta y seis años de desamparo por parte de nuestras autoridades de la población saharaui, nuestro deber como antigua potencia colonial de la zona pasaría por exigir el cumplimiento de las resoluciones de la ONU y la urgente puesta en marcha del plan Baker, que contó con la aprobación de las autoridades españolas entre otras. Las horas de ponerse de perfil han pasado ante la crudeza de los acontecimientos.
Fuente: asociacionprensaalicante.com
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