A la vista del posible cambio de la línea de EEUU en relación con el conflicto del Sahara Occidental, desde un apoyo incondicional a las tesis marroquíes a una postura más acorde con las decisiones de las Naciones Unidas, Marruecos ha emprendido, según todos los indicios visibles, una campaña para conseguir adeptos a sus propuestas e influir en ese sentido sobre la opinión pública de los diferentes países que puedan intervenir o tener algo que decir en la solución que se adopte.
Muestras de esa campaña son las declaraciones de un grupo de senadores americanos a favor de la autonomía que propone Marruecos para el Sahara, la lectura por parte del Primer Ministro, Sr. El Fassi, en la cumbre EU-Marruecos, celebrada en Granada el 6 de marzo, de una carta del sultán Mohamed VI en la que presentaba sus propuestas de regionalización y descentralización que empezarían por las provincias del sur, a las que considera unilateralmente como parte integrante del reino marroquí y, como último botón y desde una tribuna tan importante para su difusión en España, la tercera de ABC, se aboga por una solución en el mismo sentido.
Los más de treinta años de conflicto son muchos para el pueblo saharahui hacinado en Tinduf o sometido a las acciones de la policía marroquí en el territorio ocupado por la fuerza por Marruecos, pero desde el punto de vista de la ONU no es un tiempo excesivamente largo, hay otros problemas que llevan mucho más tiempo sin tener solución y con sufrimientos mayores para las poblaciones que los padecen.
La postura de la ONU está basada en el derecho internacional, no es un mero capricho de unos funcionarios de una organización internacional cualquiera, otra cosa es que la ONU no tenga medios coercitivos para hacer cumplir sus resoluciones si alguna o las naciones más importantes entre sus miembros no le dan su apoyo moral y material, de ahí el retraso de más de treinta años. Es extraño que se apoye una solución que va claramente en contra del derecho internacional y cuya aplicación supondría un golpe muy duro para el ya menguado prestigio de las Naciones Unidas, que no olvidemos es hoy por hoy el único foro internacional donde se pueden presentar los problemas internacionales a los que si no se les da una solución rápida, por lo menos se consigue su estabilización y evitar los derramamientos de sangre en guerras abiertas.
El último nombramiento de Enviado Personal del Secretario General de la ONU, el diplomático americano Sr. Christopher Ross -el Representante Especial es el Sr. Hany Abdel-Azis- manifiesta el nuevo interés de Estados Unidos en la zona, y unido este nombramiento con otras señales dadas en la reunión de las partes en Armonk, como que se considera viable un estado independiente en todo o parte del territorio del Sahara Occidental, indican que la presión en busca de una solución no va exactamente a favor de la soberanía marroquí de las llamadas "provincias del sur".
Los últimos acontecimientos en el norte de África y en el Próximo Oriente han borrado de la actualidad el conflicto del Sahara Occidental. La llamada "primavera árabe", que no tiene mucho de árabe y poco de primavera, crea en el mundo occidental una gran preocupación al no verse claro el derrotero que estas revoluciones o revueltas seguirán. En el momento actual la situación en Egipto no está ni mucho menos estabilizada, y ante la rechazada Junta Militar es probable que el poder caiga en manos de los Hermanos Musulmanes cuyos orígenes islamistas radicales e intolerantes no son un buen augurio ni para la democracia ni para la minoría copta que ya está sufriendo el posible cambio.
En Libia el anuncio de aplicación de la sharia como inspiración de la justicia hace dudar que el régimen gobernante se incline hacia la democracia, por lo menos tal como la entendemos en Occidente: En Túnez los islamistas que han alcanzado el poder se proclaman "moderados", no se sabe muy bien hasta dónde llega y cómo se realiza en la práctica esa autodeclarada moderación. Argelia y Marruecos han conseguido, por el momento, capear el temporal, pero la situación no es la más propicia para añadir a sus problemas internos los derivados del contencioso saharahui.
En España el cambio de gobierno no ha supuesto ninguna modificación aparente en la línea de acción con relación al problema Marruecos-Polisario.Se han vuelto a esgrimir los consabidos tópicos de amistad secular y de obligación de entendimiento en aras de la buena vecindad, pero no se ha abordado con el también nuevo gobierno marroquí, o por lo menos no ha trascendido, el litigio existente en el antiguo Sahara Español.
Desde el punto de vista español, la existencia de un estado saharahui enfrente de nuestras Islas Canarias, aparte de cualquier otra consideración trasnochada de neoimperialismo que no cabe imaginar, sería un beneficio para nosotros tanto en las relaciones comerciales como en las cuestiones de pesca en el banco sahariano, y por ahora la RASD no ha expresado, como si lo ha hecho Marruecos, ninguna apetencia territorial sobre ese archipiélago español.
No se puede negar el apoyo de Argelia al mantenimiento, que no al nacimiento de la RASD, pero las reticencias por el pasado socialista de Argelia en la época de la guerra fría ya están olvidadas y su apoyo a la causa saharahui se ve desde Occidente como una posición normal acorde con la de muchos países africanos y no parece necesario que intervenga mas allá de lo que las relaciones de vecindad con Marruecos y la RASD le permiten, o sea que el que decida sobre la solución del conflicto debe de ser únicamente el pueblo saharahui, representado por el POLISARIO que, aunque haya disidentes, representa de forma mayoritaria a los saharauis. No hay que olvidar que la RASD está reconocida por más de ochenta naciones y admitida en la UA de la que Marruecos se retiró.
Desde luego que los españoles, cuya opinión pública es abrumadoramente favorable al pueblo saharahui, no podemos desentendernos de la solución que se adopte y no solo por el lazo sentimental, aún somos "de jure" la potencia administradora. Esta claro que eso no supone olvidar las acciones primeras del POLISARIO y su rechazo a España, error que ha dado lugar a este largo conflicto y que sin el cual muy probablemente a estas horas ya serían una nación independiente, pero esa es una cuenta que los saharauis deben reclamar en su momento a sus dirigentes.
No debemos admitir tampoco ninguna reclamación por supuesto abandono ni traición, que si la hubo fue por su parte, además de la puñalada trapera que supuso la Marcha Verde realizada por una nación que se dice amiga de España apoyada por otros aliados, también de España, pero que en ese momento, muy complicado para el futuro de nuestra Nación, prefirieron apoyar a Marruecos, pero esto es ya agua pasada y las relaciones internacionales se fraguan al calor de los intereses y acontecimientos del presente.
Fuente: ateneadigital.es
Imprimir artículo
Si te ha gustado este artículo puedes compartirlo desde tu blog, página Web o foro.

Suscribete a los comentarios de este artículo

0 comentarios :
¿Que opinas de este articulo? Tus comentarios siempre serán bien recibidos, ¡¡ Gracias !!