Marruecos, pese a los notables avances consagrados por la nueva Constitución, sigue siendo un estado policial por lo que si por un lado encajan en el escenario los golpes antiterroristas, extrañan por otro lado ciertas acciones del mismo, empezando por los atentados de Casablanca en mayo de 2003. Por ello se ha recibido con alivio no exento de preocupación, el reciente desmantelamiento el pasado 5 de mayo en varias localidades del país por efectivos de la Brigada Nacional de Policía Judicial (BNPJ), de la principal célula terrorista de Harakat al Moujahidine fi al Maghrib y la detención de al menos trece de sus miembros.
El grupo terrorista Movimiento de Muyahidines de Marruecos, no confundir con la organización de parecido nombre iraní de tendencia comunista, fue fundada en 1978 por Abdelaziz Noâmani (fallecido en 1984 en Francia) y editaba hasta finales de los ochenta un boletín clandestino, Assaraya. Algunos de sus fundadores habrían pertenecido a la famosa y oscura Chabiba Islamiya (Juventud Islámica fundada por Motii), enfrentada en la universidad a grupos de izquierda y autora del asesinato en 1975 del líder de la Unión Socialista de Fuerzas Populares (USFP) Omar Benjelloun. Por lo demás, los Muyahidines de Marruecos no conformarían una célula terrorista al uso: en su ideología intentaría enlazar con la yihad clásica de Afganistán (contra la ex URSS en su momento y ahora contra Estados Unidos) e Irak, intentando articular atentados contra autoridades y desplegar guerrillas en el campo. Así, en el año 2003 fueron desmanteladas algunas células armadas en la región nororiental del país, en Nador y Oujda y en 2008 se intentó relacionar a los Muyahidines en el nada claro affaire Belliraj.
Lo más preocupante, de ser cierto, sería la relación entre ambas organizaciones y su eventual nexo común, el chiísmo libanés de Hezbollah. Pues esa es otra: las detenciones de unos y otros en los años 2003 y 2008 coinciden, geográficamente, con los puntos fuertes del chiísmo en Marruecos (de Tánger a Oujda, de la Yebala al Rif) y, casualidad también, con el despliegue de la organización alegal y radical, pero no violenta, de Justicia y Espiritualidad, los adilistas del jeque Yasin. Si lo anterior tiene su lógica, llama la atención las alusiones de ciertas fuentes marroquíes a la eventual relación de los Muyahidines marroquíes con la nebulosa de AQMI desplegada en el Sahel. No cuadran ideológicamente, ni en el seno del movimiento terrorista yihadista, las vinculaciones entre una organización sunní (de perfil salafista) y otra chií, siendo paradigmático al respecto el ejemplo del terrorismo en Irak y su enfrentamiento interno.
Y mientras, algunos de los jeques del salafismo yihadista recientemente indultados como el tetuaní Omar Haddouchi, liberado el pasado 4 de febrero, siguen predicando impunemente en nombre de su insidiosa y letal interpretación de la religión, odio, violencia y veneno... la antesala del terrorismo islamista.
Fuente: laprovincia.es
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