Por Elsa López / Fuente: laopinion.es
Que digan qué somos y cómo existimos. Eso piden, y no es mucho. Piden que los recordemos frente al olvido de los distintos gobiernos que en España han sido. Piden el respeto que merecen por tantos años de lucha contra un país, Marruecos, al que no podemos defraudar políticamente. Todos sabemos bien de qué estamos hablando. No me voy a poner ahora a desvelar nada que no se sepa y no se diga en voz baja por los pasillos del gobierno. Sabemos que los saharauis tienen razón. Sabemos que lo que piden es justo y de derecho. Sabemos que España tiene acuerdos con Marruecos que nos salvan de determinados problemas que tiene nuestra cercanía con África. Sabemos que hay intereses comerciales y de otro tipo entre los dos países. Y, en fin, sabemos más de la cuenta, como saber, por ejemplo, que hay personalidades de nuestra amada patria que tienen palacios, casas, fincas y empresas en ese país que no merece la pena cambiar por cuatro muertos de hambre que persiguen un sueño que no es otro que volver a ser una nación independiente y libre.
Tanto que se habla estos días de derechos y de libertades, no estaría de más preguntarse qué pasa con los saharauis. Muchos de los que ahora se llenan la boca hablando de referéndum y de independencia la mantuvieron bien cerrada a la hora de votar por los derechos del Pueblo Saharaui y algunos incluso lo hicieron en contra de su autodeterminación. He conocido a gente cabal con criterios progresistas que llegado el momento de hablar del Sáhara se oponen a cualquier consideración. Piensan y defienden que sea Marruecos la que se haya quedado con un territorio que no es suyo; fingen no saber de cárceles y torturas denunciadas por Amnistía Internacional; explican lo indeseables que son cuatro tipos del Polisario y cómo matan y torturan más que los marroquíes; y lo que es peor, afirman que los saharauis son marroquíes porque así lo decidieron los que se quedaron y no fueron al exilio.
¿Es que La Marcha Verde no existió nunca? ¿Es que no existen cientos de miles de refugiados saharauis en los campamentos al sur de Argelia? Nosotros lo sabemos. Los gobiernos lo saben. Pero no debemos mencionarlos y de esa manera se nos irá olvidando quiénes son, la lengua que hablan, la cultura que tienen.
Si no los recordamos se irán extinguiendo lentamente de nuestra historia y con el olvido se limpiará la culpa de lo que hicimos y de lo que seguimos haciendo con ellos. Pero creo que hoy, más que nunca, es necesario nombrarlos para que no mueran. El día que dejemos de hacerlo se borrarán para siempre de nuestra memoria y del desierto.
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