¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

La otra historia

Por Benda Lehbib Lebsir / Fotografías: Rok Ramsak / Fuente: 1saharaui

Somos, mismos actores pero en otros escenarios,
los mismos besos pero en diferentes labios,
mismas almas en diferentes personas,
diferentes situaciones y en diferentes idiomas,
las mismas bromas de la hormiga y la cigarra,
el mismo rock and roll tocado por otra guitarra
La vida me enseño que no es tan fácil ser un niño
y las lágrimas lloradas perdidas en el exilio.

Maktub -Rapsusklei

Verás, sé que nunca he hablado del tema, lo justo, por todo lo que para mí supone. No nos conocemos en persona, ni me acuerdo de la última vez que intercambiamos cartas llenas de fotografías para ponernos cara los unos a los otros. Esas fotografías, que iban marcadas a flor de piel, como quien se quiere transportar a un lugar que no puede. Como quien quiere hablar desde una fotografía y se conforma con que; algún día el destinatario la reciba y entonces se conocerán por capricho del destino.

Sé que os sorprenderá que escriba sobre esto, pero os diré, que hoy tuve un día de esos raros y, ya veis, me acordé de mi familia, sí, mi familia de los Territorios Ocupados. Esos que nunca he visto, pero hablamos. Me cuentan de las torturas que sufren diariamente bajo la ocupación marroquí, de los secuestros que sufren las mujeres saharauis día sí y día también. De los asesinatos repentinos, de la falta de libertad pero sobre todo; de lo muy orgullosos que se sienten siendo saharauis, en su propio territorio, aún ocupado ilegalmente por Marruecos.

Espero que no os moleste, creo que no lo hará, pero tenía que decíroslo. También os pondré en sobre aviso y os diré que igual que vienen esos días tontos, así, de la misma manera, se van. Pero siempre están ahí. Es un sentimiento de rabia, coraje e impotencia que con el tiempo se va afianzando cada vez más. Quizás por esa necesidad vital de ver cumplir un sueño, ser libres.

Os confieso que he soñado un montón de veces con pisar por primera vez mi tierra. Conocer mi familia; mis tíos, mis primos, aquellos que despidieron a mis padres teniendo apenas dos años. ¿Qué sensación tendrá mi madre que 40 años después sólo haya visto a su madre dos veces en la vida? No me lo quiero ni imaginar. Pero aún así, me cargaré de valor y prometo que la próxima vez, se lo preguntaré.

Del mismo modo, es -muy- probable que después de vernos, y ¿cómo y será nuestro primer encuentro? Me pregunto, si es que finalmente lo hacemos, pongamos un punto y final a esos suspensivos que nunca debieron estar ahí tanto tiempo. Ese capítulo que debimos -y nos impidieron- cerrar hace tiempo. Creo que llegará el momento de hacerlo. Y si no lo veo yo, que por lo menos, mis hijos sí. Es una herencia hipotecada que todos los saharauis tenemos ahí.

Estoy segura de que cuando nos veamos no sabré por dónde empezar, aun conociendo de antemano que soy de lágrima fácil, que no se recibir a alguien sino es llorando de alegría, y tampoco sé despedirme sino es llorando de nostalgia. Sabe Dios cuando será. ¿Sabes?, han pasado tantos años, tantas cosas desde que nací, llevo esperando ese momento. Como aquel que vemos desde las ventanillas del tren, siempre con su abrigo marrón, y su bufanda de lana, año tras año. Así, un poco igual.


Una pena que no los haya conocido-visto hasta el momento, pero, en fin, la vida a veces es demasiado caprichosa y se concede estas licencias, sin pedirnos permiso. Quería contaros muchas cosas, todo. Os alegrarías de algunas, espero, de otras no tanto, pero ya sabéis la vida…es así.

A pesar de todo, sigo sin asumir ciertas cosas. Muchas a decir verdad. De hecho, hay algunas que me niego a hacerlo. Que lo entiendan otros, que yo no puedo. No entiendo como existe un Muro que separe familias, que rompa lazos, que no permita estrechar la mano, o darse los abrazos que uno necesita de los suyos. Tampoco puedo entender que haya campos de refugiados, que la población dependa totalmente de la ayuda humanitaria. Hay puntos, detalles y notas que no debí leer bien. Esa letra pequeña que, en ocasiones, hace replantearte todo. Volver la vista atrás y ver que todo lo importante sigue – y seguirá – ahí, sólo que ahora debes cambiar ciertos puntos de vista. Contar la historia desde otra perspectiva, desde otro lugar y otras circunstancias. Matices que harán que todo lo que venga sea infinitamente mejor. O eso espero.


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