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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




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La Bandera de Tichla

Cuartel de Tichla, Sahara Occidental y foto de restos de un junker de la época española tomado en 1971 por Juan Piqueras


"La Bandera de Tichla" un articulo de Francisco Javier Perote, coronel retirado y escritor conocedor de la historia del periodo colonial del Sahara Occidental.

"Hay quién ha puesto interés en hacer ver que Brahim obró movido por su  gran patriotismo y amor a España, que seguro que sí lo tenía. Pero lo que hizo Brahim, probablemente tuvo más que ver con un gran  mor a su propia dignidad".

Hace tiempo, cuando los mozos iban a la mili, lo peor que les podía tocar era África. África era nombre de mal agüero. En las calles, las niñas saltaban a la comba cantando:… “En el barranco del lobo hay una fuente que mana sangre de los españoles que murieron por la patria. Pobrecitas madres cuánto llorarán al ver que sus hijos a la guerra van… pobrecitas madres cuánto llorarán“….y seguía y seguía.

Tichla está al sur del antiguo Sáhara español en el Tiris al Garbía. Allí no llegó la guerra de Marruecos, pero años después, en el 58, sí hubo enfrentamientos con numerosas bandas armadas ─ el Ejército de Liberación. Un tal Ben Hammu las mandaba.

Algunos puestos españoles esparcidos por el desierto quedaban indefensos y se temía repetir un nuevo Anual─ España ya tenía en su historia numerosos héroes; no hacían falta más─. Se dio la orden de abandonar algunos, y que otros quedasen guarnecidos solamente por tropas nativas.

Burhi, el sargento al mando del destacamento de Tichla,  no entendía que para defender en el Sahara los intereses de España se retirase precisamente a los soldados españoles y abandonasen solos y casi desarmados a los soldados saharauis. Parecía que debía ser al revés. Pero Burhi era militar y aunque no le gustó ni entendió, acató la orden y se mantuvo en su puesto.

El Comandante Troncoso, durante un vuelo de reconocimiento, pudo observar que en Tichla aún ondeaba la bandera española. Se suponía que el puesto ya debía de haber sido abandonado pero, al parecer, no era así.

¿Quién era aquella gente alborozada que desde tierra hacían señas al avión con los brazos en alto?
─ ¡Es Burhi mi comandante, seguro que es él!─ las palabras salían emocionadas─.

Estaban rodeados pero Troncoso no se lo pensó dos veces y ordenó al piloto tomar tierra.
─ ¡Vamos a rescatarlos!
─ Yo no puedo hacer eso mi comandante.

Troncoso hace ver su condición de Delegado del Gobierno y se impone. Minutos después, levantando pequeñas nubes de polvo, el avión rueda por la pista hasta las puertas del fuerte. El piloto no para los motores, pues no es seguro que los pueda arrancar otra vez. Abren la portezuela y se lanzan cuerpo a tierra para  tomar posiciones defensivas alrededor del avión. Un grupo de saharauis se acerca a la carrera gritando.
─ ¿Quiénes son?
─ ¡Peligro! ¡Ya están cerca, calma! Son los nuestros pero no está Brahim.

¿Qué ha ocurrido? La situación es crítica, eléctrica, y los nervios van a estallar. Es imposible esperar más, están rodeados. Por fin aparece el sargento, lleva un envoltorio en las manos.

Ya en el avión, le reprocha el comandante la tardanza.
 ─Vamos a ver Brahim: ¿Se puede saber dónde te habías metido?.... ¡Menudo susto nos has dado!

Brahim Sidahmed Uld Burhi, sargento de la Policía Territorial, una vez calmada la tensión tras el reciente ajetreo, deshace con calma el envoltorio que llevaba en las manos y muestra al comandante la bandera que escasos minutos antes ondeaba en el mástil del fuerte. Brahim se había retrasado para arriarla con los debidos honores y que no cayera en manos del enemigo. Brahim no podía abandonarlo todo y salir corriendo, porque lo que de él se esperaba era todo lo contrario.

Hay quién ha puesto interés en hacer ver que Brahim obró movido por su gran patriotismo y amor a España, que seguro que sí lo tenía. Pero lo que hizo Brahim, probablemente tuvo más que ver con un gran amor a su propia dignidad.

Brahim Burhi estaba seguro de que no les abandonarían; siempre creyó que Troncoso iría a rescatarlos.

Brahim merece un respetuoso recuerdo.


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