Fuente: CEAS-Sahara
Hace 42 años. El 27 de febrero de 1976, se proclamaba la República Árabe Saharaui Democrática (RASD). “La constitución de un Estado libre, independiente y soberano, regido por un sistema nacional democrático, árabe de tendencia unionista, de confesionalidad islámica, progresista, que adquiere como forma de régimen el de la República Árabe Saharaui Democrática”.
Que en aquellos tiempos se proclamara un nuevo proyecto político nacional, bajo estas premisas, cuando el mundo se dividía entre dos bloques antagónicos divididos por un telón de acero, y que la RASD no se alineara con ninguno de aquellos bloques y se situara en el llamado Tercer Mundo, aquel que buscaba un punto de encuentro entre los pueblos, basada en la Carta Fundamental de los Derechos Humanos es hoy, 42 años después, un ejemplo a aplaudir. Quizás hoy, viendo el mundo que estamos dejando al futuro, los aplausos deben ser más fuertes todavía.
Conceptos como ‘libertad’, ‘independencia’, ‘soberanía’, ‘progreso’… Conceptos que hoy, tras décadas de funesta historia mundial, siguen siendo el faro que alumbra el único camino que puede dirigir a la humanidad a un futuro más fraterno, más justo y, en definitiva, más humano. Gracias, saharauis, por señalar el camino entonces, gracias por decirnos hacia dónde debemos dirigirnos como humanidad, valiosos consejos para ayer, hoy y mañana.
Desde que la RASD naciera aquel 27 de febrero, ha forjado un halo de esperanza para la humanidad que nos hace soñar con un mundo mejor basado en todos estos valores que hemos descrito. El triunfo de la RASD, el triunfo de la humanidad. Un pueblo que luchó y sigue luchando por su propia soberanía, ‘soberanía’ que hoy más que nunca es sinónimo de ‘dignidad’. Un pueblo víctima de la más atroz de la acción del ser humano: la guerra, el genocidio, la desaparición de una buena parte de las familias, la muerte, el hambre, la sed, el robo.
La RASD, que se ha forjado bajo el yugo insoportable del exilio o de la ocupación, bajo la cicatriz de un muro que separa a madres de sus hijos, a hijas de sus padres, bajo el manto tenebroso del olvido de aquellas personas que mandan en un mundo sin que nadie les haya otorgado la legitimidad para mandar.
Queda mucho por hacer. Nuevos retos globales que no son ajenos al pueblo saharaui: la igualdad real entre el hombre y la mujer; la respuesta ante un mundo cada vez más globalizado e interconectado que, más allá de ser una oportunidad para facilitar el diálogo entre los pueblos, también amenaza con terminar con las peculiaridades culturales de cada pueblo, también el saharaui; paliar el hambre y la escasez; evitar un desastre ecológico global que se notará más fervientemente en lugares extremos como el desierto; parar el expolio de los recursos naturales del Sáhara Occidental; detener las torturas, desapariciones y violaciones de los Derechos Humanos más elementales en los Territorios Ocupados; volver a llenar la cesta básica de la población refugiada…
Quedan tareas pendientes, muchas, pero vamos caminando. Dando pasos, pequeñas victorias. Pequeñas victorias hasta la victoria final. Recientemente hemos visto cómo el Abogado General de la UE apoya la sentencia del Tribunal de Justicia Europeo que deja el territorio del Sáhara Occidental fuera del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Marruecos, hemos visto cómo la Unión Africana sigue mostrándose fuerte frente a los espurios intentos de Marruecos de rebajar la condición del Sáhara como estado fundador y miembro de pleno derecho de esta institución y sigue apostando irrevocablemente por la autodeterminación del pueblo saharaui, este año España entra a formar parte del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y tenemos una oportunidad única para presionar a este vergonzante estado, el español.
Nos da vergüenza la postura española con respecto al conflicto saharaui. Por eso, seguimos luchando. Luchamos por el pasado, la memoria; luchamos por el presente, la dignidad; luchamos por el futuro, la libertad. “Lo único que me podría recompensar un poco la vida es ver triunfantes los ideales por los cuales yo he luchado, por los cuales ha luchado toda una generación”, decía un gran amigo del pueblo saharaui, Marcos Ana. Por ello seguimos luchando. Porque fueron, somos; porque somos, serán. Libertad para el pueblo saharaui. El pueblo saharaui y el Frente Polisario nunca caminarán solos. Gracias por enseñarnos el camino.
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