Al noroeste de África, frente a las costas canarias, rodeado por Marruecos al norte, Argelia al noreste y Mauritania al sur y el este, se encuentra el territorio de la República Árabe Saharaui Democrática. Son 266.000 Km cuadrados (tres veces la extensión de Andalucía) de desierto bañados por el océano Atlátnico a lo largo de sus más de 1000 Km de costa, una costa situada a menos de 150 Km de las Islas Canarias.
Es un país desértico, pero lleno de riquezas: petróleo, minerales, pesca…En el extremo nordeste del continente, junto a Mauritania, quien cedió una franja de desierto, el pueblo saharahui comandado por el Frente Polisario malvive a expensas del reconocimiento como república y país reconocido por los estados africanos. A caballo de los años y las circunstancias la independencia del pueblo saharahui ha sido moneda de cambio en diversas situaciones políticas, trapicheos entre EEUU, España y Marruecos. La ONU ha emitido distintas resoluciones que todo el mundo obvia. Pero lo que cuece del territorio cedido por Mauritania a los saharahuis es que la zona de Fos Bu Craa contiene los mayores yacimientos de fosfatos de África. Marruecos con su fuerza militar y económica tendió un largo muro en el desierto para “protegerse” y continuar la explotación.
Los saharauis no pueden sacar ningún provecho porque casi todos ellos viven exiliados en vastos campamentos que se encuentran en Argelia, más precisamente en una zona de este país que se llama Tindouf. Tinduf es la presunta capital de los campamentos de refugiados saharauis. En los 70 y los 80 los guerrilleros dieron palizas de importancia a marroquíes y anteriormente a españoles a la vez que capturaron bastante material bélico e inutilizaron una gran parte. Claro que entonces no había medios de difusión como los actuales, eso ocurría en el desierto, y costaba meses en comunicarse.
El frente Polisario produjo un documental revelador en los 70: “Ya tendremos toda la muerte para dormir” donde se mostraba la actividad de las guerrillas y su hostigamiento continuo al ejército marroquí del cual hicieron más de 1500 prisioneros, de los cuales aún quedan en Tinduf más de quinientos. Algunos reos llevan allí más de veinticinco años. Se habla poco del pueblo del desierto, no es turístico, no mola, no ofrece “contraprestaciones” políticas a nadie, viven en la nada del desierto y el clima severo. Un puñado de asociaciones andaluzas y catalanas mantienen contacto, intercambios vacacionales y de salud para niños y recogida de recursos. Es la África olvidada por los políticos españoles, progres y solidarios en los ochenta, hoy ávidos cazadores de votos que no están para estas minucias.
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