Hace ya 35 años
la opinión publica española se vio envuelta en una nube de noticias
procedentes de lo que, entonces, era la provincia del Sahara. Ahora,
nuevamente, todos los medios de comunicación vuelven a abordar, en
primer plano, el mismo conflicto pero con 35 años más.
Los
políticos (especialmente los del PSOE) o, al menos, aquellos de ellos
situados más cerca de los centros de poder, se levan las manos diciendo
que Marruecos es un país importante.
Nadie
pone en duda la importancia de Marruecos. Tanto su importancia, como
vecino de Europa, como su importancia en el Magreb no son cuestiones
menores. Pero hay un hecho indubitado: Marruecos se comporta de un modo
inaceptable para los cánones europeos.
Tenga Marruecos la
importancia que tenga, nunca será equiparable a la importancia que tenía
Alemania, en Europa, antes de la I Guerra Mundial y antes de la II
Guerra Mundial. Sin embargo, las potencias europeas parecen consentir a
Marruecos, en el Magreb, lo que terminaron pagando muy caro, con
Alemania, en Europa. No hay que ser un lince para ver los
extraordinarios parecidos entre los incendiarios discursos de Mohamed VI
y los discursos de Hitler y sus lugartenientes. De hecho, el monarca
alauí se comporta, no como un Rey, sino como un emperador. Es decir,
ignora cualquier autoridad, sea dentro o fuera de Marruecos. En
determinadas cuestiones, su poder es tal que no reconoce lo que digan o
piensan los demás reyes o jefes de Estado.
No hay ni un sólo país en el mundo, ni una sola organización internacional que reconozca la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Sin embargo, Marruecos, -discursos del Rey, mediante- arrastra a su población y a sus partidos políticos hacia un “nacionalcatolicismo” magrebí. Y Europa confunde la importancia y el apoyo de los que son dignos un país llamado Marruecos con la importancia y el apoyo que jamás deben concederse a un nacionalismo exacerbado “made in Maroc” rayano con el nacionalcatolicismo nazi.
En estos momentos, Marruecos, ha convertido a todo el territorio saharaui en un auténtico campo de concentración nazi, donde una turba de exaltados del Reichstag/Majzen, apalea a los indefensos saharauis, violenta las puertas de sus casas, quema sus propiedades y se adueña de cuanto quiere. Todo ello, contando con la protección de los grupos de represión denominados GUS/SS.
No hay ni un sólo país en el mundo, ni una sola organización internacional que reconozca la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Sin embargo, Marruecos, -discursos del Rey, mediante- arrastra a su población y a sus partidos políticos hacia un “nacionalcatolicismo” magrebí. Y Europa confunde la importancia y el apoyo de los que son dignos un país llamado Marruecos con la importancia y el apoyo que jamás deben concederse a un nacionalismo exacerbado “made in Maroc” rayano con el nacionalcatolicismo nazi.
En estos momentos, Marruecos, ha convertido a todo el territorio saharaui en un auténtico campo de concentración nazi, donde una turba de exaltados del Reichstag/Majzen, apalea a los indefensos saharauis, violenta las puertas de sus casas, quema sus propiedades y se adueña de cuanto quiere. Todo ello, contando con la protección de los grupos de represión denominados GUS/SS.
Desgraciadamente,
Europa no acaba de comprender que la única forma de garantizar la paz y
la estabilidad en el flanco sur de la OTAN, en el Magreb y, también, en
el flanco occidental del Sahel, la única forma, es el respeto a la
democracia y los DDHH. Y mientras el pueblo saharaui no se exprese
libremente en las urnas, no habrá ni democracia ni DDHH. ¿Alguien conoce
a algún pueblo, cuyo derecho a la autodeterminación haya estado
incrustado en la cúspide del Derecho Internacional, y que haya aceptado
sacrificar ese derecho en aras de la estabilidad de la monarquía de un
Estado vecino? ¿Es que no es a eso a lo que se nos invita a los
saharauis?
La única forma de salvar a la monarquía alauita, cuya
estabilidad está en las primeras preocupaciones de las chancillerías
europeas, es evitando que Marruecos sea un Estado paria y obligar, a esa
monarquía, a interiorizar los principios que tanto ha costado, a esa
misma Europa, consolidar.
Por Haddamin Moulud Said
Fuente: SaharaLibre.es
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