LOS
SEIS REGIMIENTOS CON LOS QUE CUENTAN LOS SAHARAUIS EN LOS TERRITORIOS
LIBERADOS SE ENCUENTRAN ACANTONADOS FRENTE AL MURO Y PREPARADOS PARA
HACER FRENTE A CUALQUIER AGRESIÓN DEL EJÉRCITO MARROQUÍ
TINDUF.
La constancia, la paciencia, la humildad y la obediencia, fama, honor y
vida son caudal de pobres soldados, que en buena o mala fortuna la
milicia no es más que una religión de hombres honrados". La frase tiñe
una de las paredes del refugio militar que el 2º Regimiento saharaui ha
instalado en la retaguardia, en Tifariti, a unos 400 kilómetros
de los campamentos de refugiados de Tinduf, y resume la filosofía del
ejército de liberación del Frente Polisario: humildad y pragmatismo. Es
decir, saben de sus limitaciones pero aprovechan al máximo sus ventajas.
Tifariti
fue un lugar muy disputado durante la guerra del Sahara (1975-1991). El
Polisario tuvo que emplearse a fondo en un terreno reseco y pedregoso,
salpicado de una vegetación áspera y rapada, donde los montículos son
pieza codiciada de radares y puestos de mando. Los saharauis perdieron
Tifariti dos veces, y la recuperaron en otras tantas ocasiones, hasta
que los marroquíes decidieron retirarse al Muro, que se encuentra a unos
80 kilómetros de esta posición clave.
Tifariti
está situada dentro del perímetro de la 2º Región militar. El ejército
del RASD (República Árabe Saharaui Democrática) cuenta con siete
regiones militares y otros tantos regimientos; seis están acantonados
frente al Muro marroquí y uno permanece en la reserva, apostado en
Argelia, en los campamentos de refugiados. El frente, la primera línea
del ejército del Polisario en esa zona, está a unos veinte kilómetros
del refugio, y ofrece mejores condiciones para la guerra de guerrillas:
el paisaje es desigual, con grandes extensiones de tierra interrumpidas
por bancos de arena donde abunda la vegetación. El mapa se completa con
pequeños promontorios de pizarra o peñascos lisos y negros, pelados por
el siroco del Sahara. "La 2ª base, que está afincada aquí, es
primordial, es la columna vertebral de todo el ejército saharaui",
explica Mohamed Alal, segundo jefe del Estado Mayor de la 2ª Región
militar.
AÑOS
DIFÍCILES
El historial de Alal se asemeja al de casi todos los hombres
saharauis de su edad: vivía en el Sahara Occidental (ahora son
territorios ocupados) y la guerra le sorprendió muy joven. Se alistó en
el Ejército del Frente Polisario y combatió a los marroquíes durante 16
años. Perdió a muchos amigos y le hirieron varias veces. Una de las
heridas es visible: le falta el dedo meñique de la mano derecha. Otras
heridas, más profundas, asoman sólo cuando relata acontecimientos de
aquellos años implacables: "No encontrarás un solo saharaui que te hable
bien de la guerra, porque fueron años difíciles, de bombardeos
indiscriminados contra la población, años donde luchamos con muchas
desventajas y con pocas armas. Pero de aquella dura experiencia
aprendimos mucho".
Aunque
la amenaza de un conflicto es constante en los territorios liberados,
con los acontecimientos de las últimas fechas la situación se ha vuelto
extremadamente tensa. Así lo entiende Alal, que define la situación
actual como "muy grave", argumentando que "la comunidad internacional no
puede permitir que nuestros hermanos del Sahara Occidental sean
masacrados, sean arrinconados y humillados de la manera que lo están
siendo; ni siquiera son tratados como ciudadanos de Marruecos". El
militar habla de forma medida, sin aspavientos, y lo hace con suavidad,
como si las palabras las dijera para sí. Son pensamientos mascullados,
ristras de susurros con mucho contenido. "No sé durante cuánto tiempo
vamos a aguantar esto, pero el ejército del Frente Polisario está
preparado para entrar en guerra cuando haga falta. No queremos la
guerra, el saharaui es una persona pacífica, pero de alguna manera nos
están obligando a tomar un camino que no queremos tomar, el de las
armas". Y advierte: "No tenemos ningún miedo a tomarlas, pero estamos
esperando a que las gestiones que hace nuestro Gobierno obtengan
resultados. Ellos han analizado bien la situación y todos sabemos que
Marruecos está esperando que nosotros ataquemos primero, para ponerlo
como excusa, pero a nosotros no nos hacen falta más pretextos, tenemos
suficientes para ir a la guerra, lo que pasa es que no queremos, sólo lo
haremos como último recurso".
Alal
califica el momento actual como "de alarma, de emergencia", y compara
este escenario con otros vividos anteriormente. "En el 2000 hubo otra
situación de alarma total, y ahora la cosa está parecida, puesto que el
último discurso del rey de Marruecos ha sido amenazante y puede llevarle
a hacer cualquier barbaridad. Esto nos obliga a tomar muchas medidas
ante cualquier eventualidad que pueda surgir". El militar piensa que
Mohamed VI "sería un aventurero, un suicida, si intentara atacar a los
saharauis, porque tanto el ejército como la población marroquí no
quieren ir a la guerra, pero siempre se puede esperar esa locura.
Nosotros estaremos preparados", advierte.
Los
mandos militares se encuentran atrapados entre la voluntad popular y la
política del Gobierno saharaui, que opta por la ponderación. "Es una
situación muy difícil para nosotros", reconoce Alal. "La gente está
mucho más motivada que hace años y el proceso de paz está siendo una
patraña. Y después de la masacre del 8 de noviembre la gente no asimila
esta situación. Aquí casi todos tienen algún familiar allí, y el
sufrimiento de los familiares se les hace insoportable. Además, el mundo
no hace nada, y los marroquíes no han tenido la cortesía de tratarles
como ciudadanos de Marruecos, ni siquiera eso. Salieron de la ciudad de
El Aaiún para no molestar y les masacraron".
La
juventud, harta de la ineficacia de la ONU y cansada de esperar, pide
armas y reclama la guerra: "Toda la población está motivada porque esta
es su tierra, no tiene otra, no tiene más alternativas. Nosotros estamos
teniendo serios problemas para contener el ímpetu de los jóvenes, que
quieren paz o guerra, pero no soportan esta situación. Es normal, en el
frente tenemos muchos jóvenes que están hipotecando su futuro, jóvenes
que tienen carreras y licenciaturas y que no saben lo que será de su
futuro". Los propios militares tampoco parecen estar cómodos en esta
especie de limbo: "Los altos mandos pedimos lo mismo que el pueblo: paz o
guerra. Esta situación no la soportaremos de forma indefinida, y
estamos preparados para lo peor", opina el oficial, aunque sus palabras,
curiosamente, no suenan a amenaza.
UN
EJÉRCITO A MEDIDA
Refiriéndose al ejército saharaui, "preparado" puede
resultar una palabra engañosa, que conduce, además, a una paradoja: no
es una tropa numerosa, pero son conscientes de sus debilidades y de sus
ventajas, y las aprovechan al máximo.
El
ejército del Polisario no cuenta con un gran volumen de armamento y
tampoco es dado a las concentraciones ostentosas. No hay soldados
profesionales, no se obliga a nadie a enrolarse (tienen opción de entrar
en una escuela de instrucción a los 19 años), y la disciplina militar
es más permisiva que en un ejército clásico. Todo eso minimiza problemas
habituales en otro tipo de formaciones (ejércitos profesionales o de
reclutas), como son las deserciones y los suicidios. "Aquí no hacen
falta psicólogos, porque nosotros luchamos para liberar a nuestros
hermanos de Sahara Occidental, luchamos por nuestra tierra, y esa es una
razón poderosa. Nosotros no vamos obligados, nos prestamos voluntarios
porque todo saharaui daría su vida por recuperar su tierra. Es una de
nuestras grandes ventajas, porque sabemos de buenas fuentes que en el
ejército marroquí los reclutas van obligados al Muro y a otros les pagan
muy bien por estar allí. Por eso decimos siempre que dos soldados
saharauis equivalen a cien marroquíes; no es una fanfarronada, es una
realidad que se demostró durante 16 años de guerra", explica el propio
Alal.
Un
regimiento saharaui (llamarlo división sería excesivo, aunque está
organizado como tal) se compone de unos 3.000 hombres, divididos en
varios batallones: dos batallones motorizados (blindados), uno ligero,
un grupo de artillería, un grupo antiaéreo y una unidad de logística,
además de las diferentes direcciones que componen el Estado Mayor de la
propia Región militar. El Frente Polisario tiene siete regimientos como
éste. A priori no parece un ejército poderoso, pero esta apreciación
puede inducir a error al más preciado de los analistas militares. Las
palabras de Mohamed Alal son elocuentes en cuanto a este aspecto:
"Nosotros no vamos a hacer frente al ejército marroquí de forma
convencional. Nuestra estrategia es de desgaste, de guerrilla, de atacar
de forma constante y de retirarnos o dispersarnos. Somos conscientes de
que no podemos hacer mucho más, pero para nosotros es la estrategia
ideal. No contemplamos otros escenarios de guerra. Somos prácticos en
este aspecto y no podemos medirnos con un ejército como el de Marruecos,
que nos supera en todo, pero ya demostramos durante 16 años que la
cantidad no gana una guerra, hacen falta otros condicionantes".
Sin
aviación y sin una gran flota de blindados, los saharauis se atreven a
desafiar al ejército alauita: "Los aviones son más un elemento
intimidatorio que otra cosa. Les sirve para levantar la moral a los
soldados marroquíes, pero el nuestro, al ser un ejército muy pequeño, no
es un blanco fácil para los aviones. Tampoco tenemos grandes
emplazamientos ni construcciones. Y además, disponemos de armas para
derribarlos. ¡Y un avión es muy caro!". Razonamiento inquietante que sin
embargo pusieron en práctica en los años ochenta, obteniendo buenos
resultados y obligando al ejército marroquí a escudarse tras un muro que
ahora alcanza los 2.700 kilómetros de largo.
La
voz atemperada del militar desgrana las estrategias y los objetivos que
alcanzaron en la anterior guerra, planteamientos que mantienen
inalterables: "Nuestro objetivo es causar grandes pérdidas al Gobierno
marroquí. En los ochenta conducíamos más de cien ataques todas las
noches; ellos nos respondían pero no podían mantener ese gasto de
munición. Disparaban a todo, estaban esquizofrénicos, disparaban contra
coches, contra animales, se mataban entre sí…Y al final se cansaron de
disparar y la gente se acercaba hasta las lindes del Muro; había
saharauis nómadas que escuchaban hablar a los marroquíes soldados en el
Muro"
ENTERRADO
SIN AUTOPSIA
Por otro lado, el ciudadano saharaui con nacionalidad
española Babi Hamday Buyema, que perdió la vida el pasado mes de
noviembre en los incidentes de El Aaiún, era enterrado en la noche de
este jueves, "sin haberle practicado la autopsia", tal y como reclamó su
hermano Lehmad.
Lehmad
Hamday Buyema, residente en la localidad alicantina de Mutxamel, mostró
ayer su "indignación" tras conocer que las autoridades marroquíes
consiguieron el permiso de la esposa de su hermano -de nacionalidad
marroquí e hija de un policía de ese país- para enterrarlo, aunque cree
que pudo ser "presionada". De este modo, en la noche del jueves
acudieron a la morgue de El Aaiún y se llevaron el cuerpo para
enterrarlo en el cementerio de Jatrahma, a las afueras de la ciudad. En
el enterramiento no estuvo presente la viuda, que conforme a la
tradición debe permanecer unos cuatro meses y medio confinada en el
domicilio familiar.
DEIA IÑAKI MENDIZABAL Y ZIGOR ALKORTA (ENVIADOS ESPECIALES AL SAHARA)
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