¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

El pueblo saharaui resiste con pacifismo y dignidad, a 36 años de la Marcha Verde

La Marcha Verde: una invasión de un territorio entonces español
Hassán II, rey de los tiranos, escenificó el anuncio de la Marcha Verde el 16 de octubre de 1975. Fue el mismo día en que el Tribunal Internacional de Justicia rechazó sus pretensiones de que el Sáhara debía ser "devuelto" a Marruecos porque antes de la ocupación española lo había poseído. El TIJ, tras considerar todos los documentos históricos presentados por España, Marruecos y Mauritania, resolvió que Rabat nunca ejerció "ni soberanía, ni cosoberanía, ni ningún otro derecho de tipo territorial" sobre el Sáhara Occidental. La consecuencia de este dictamen es que quedaba libre el camino para celebrar el referéndum de autodeterminación, para lo cual, desde un año antes, se había confeccionado un censo (el famoso "censo de 1974").
Ahora bien, Marruecos sabía entonces, como hoy, que el pueblo saharaui ni es ni quiere ser marroquí, por lo que tenía que impedir como fuera el referéndum. La forma de hacerlo fue la invasión militar del territorio, acompañada de la Marcha Verde. Precisamente porque Rabat había premeditado el rechazo al Derecho Internacional, hacía meses que preparaba la invasión.
Aunque Hassán dijo que la idea se le ocurrió en un "sueño" tres semanas antes, lo cierto es que la Marcha Verde fue ideada por el "realista" Kissinger y financiada por la wahabita monarquía saudí.
El 16 de octubre de 1975, después de mentir con su habitual cinismo sin par diciendo que el TIJ había dado la razón a Marruecos, Hassán anunció la organización de una "marcha" de "civiles" que se dirigirían a pie a ocupar "pacíficamente" el Sáhara. La marcha "civil" y "pacífica" comenzó el 26 de octubre de 1975, dentro de Marruecos, rumbo a la frontera suroccidental del Sáhara con aquel país. Ya entonces el Gobierno español pactó en secreto la entrega del territorio a Marruecos, y ese mismo día el Ejército español abandonó algunos puestos militares en la frontera marrqui-saharaui suroriental.
Ese día, las tropas del ejército marroquí invadieron por allí el Sáhara, matando a quien se resistía. El hoy novelista y académico Arturo Pérez Reverte, entonces corresponsal del diario Pueblo, fue el primero en informar de que, mientras por el oeste se escenificaba la Marcha Verde, por el este el ejército español se iba y el marroquí ocupaba el territorio.
Siguiendo el guión previsto, mientras existía un bloqueo informativo sobre la ocupación militar marroquí en la frontera este, había un gran despliegue informativo sobre las etapas que cubría la Marcha Verde en el oeste. La tensión crecía ante la eventualidad de la invasión de los "pacíficos" manifestantes. El jefe del Estado en funciones, el príncipe Don Juan Carlos de Borbón, viajó a El Aaiún el 2 de noviembre para decir a las tropas y a los saharauis: "España cumplirá sus compromisos". Una frase lapidaria que en la historia del Sáhara está junto a la de Felipe González en Tinduf en 1976: "Estaremos con vosotros hasta la victoria final".
Conforme avanzaba la marcha, el lobby promarroquí español conspiraba. Se llegó, así, a un pacto secreto entre Hassán II y el ministro Solís, que –¡oh casualidad!– era el administrador en España de los bienes del tirano alauita. El pacto consistía en que España desminaría la frontera internacionalmente reconocida (el paralelo 27'40º) para que los marroquíes consiguieran ocupar el Sáhara Occidental; entonces la marcha se detendría, para abrir unas negociaciones que abocarían a los Acuerdos de Madrid de 14 de noviembre de 1975.
  
La Marcha Verde, una invasión condenada por la ONU
El Ministerio de Asuntos Exteriores español defendió la legalidad internacional, en contra del criterio promarroquí de la Presidencia del Gobierno. No sólo hizo una brillante defensa del derecho de autodeterminación del pueblo saharaui en el TIJ (coronada por el éxito), sino que en la ONU veló por el respeto del mismo. Cuando el 6 de noviembre la Marcha Verde invade el Sáhara, el entonces representante español ante las Naciones Unidas, Fernando Arias-Salgado (suplía al embajador Jaime de Piniés, que se hallaba enfermo), solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad y consiguió que se aprobara la resolución 380, que condenaba la invasión y pedía la retirada de la marcha fuera de la frontera internacionalmente reconocida entre Marruecos y el Sáhara Occidental.
Las consecuencias que se extraen de esta resolución son de una importancia extraordinaria. La presencia marroquí en el Sáhara nunca ha sido justificada por la ONU. Aunque el actual ministro español de Exteriores se empeñe en decir lo contrario, Marruecos no tiene ningún título para permanecer en el territorio. El acuerdo de Madrid de 14 de noviembre de 1975 contradice la legalidad internacional; de hecho, la ONU consideró, después de esa fecha, que España seguía siendo la "potencia administradora" del territorio y que la presencia marroquí era una "ocupación".

La Marcha Verde: una agresión contra España celebrada por Marruecos
Con su habitual cinismo, Hassán II decía, al anunciar la Marcha Verde, que los manifestantes deberían dar un "abrazo" a los españoles si se los encontraban al invadir el territorio. Poco después, declaró al periodista francés promarroquí Eric Laurent (v. Hassán II, la memoria de un rey, Ediciones B, 1994, pág. 190) que la marcha había sido un "chantaje", "horrible" pero, según él, "lícito".
El hecho es que la monarquía marroquí ha instituido como fiesta nacional no la del Acuerdo de Madrid, sino el 6 de noviembre de 1975. Obsérvese bien: Marruecos celebra como "fiesta nacional" un día en que se produjo una invasión declarada ilegal por la ONU (resolución 380) y que fue un chantaje contra España. El dato es, ciertamente, espeluznante: un país celebra la violación del Derecho Internacional y la agresión contra el vecino.
Si de la "anécdota" trascendemos a la "categoría", la conclusión no puede ser más clara: mientras Marruecos celebre la Marcha Verde no podrá tener credibilidad internacional y serán mentira los discursos de "amistad hispano-marroquí".
Internacionalmente, resulta del todo inaceptable que un Estado miembro de la ONU celebre el día en que se produjo una violación del Derecho Internacional condenada por la ONU. Eso sí, el recuerdo de este hecho no sólo resulta especialmente instructivo antes de firmar un acuerdo internacional con Marruecos, también para conocer el peculiar modo de entender sus "compromisos" por parte de la monarquía alauita una vez firmados.
Con estos antecedentes, nadie debiera extrañarse de que Rabat incumpla sus compromisos en el Sáhara, asumidos al aceptar el "plan de paz" de 1990 o los acuerdos de Houston de 1997. Igualmente, no debiera sorprender que incumpla su compromiso de repatriar emigrantes de terceros países, asumido en el convenio de 1992, o el de repatriar a sus menores, según el acuerdo de 2003. Tampoco puede calificarse de "inesperado" el hecho de que incumpla el acuerdo de asociación con la Unión Europea, por el que se comprometió a respetar los Derechos Humanos. En estas condiciones, que alguien intente vender la idea de que Marruecos es un "Estado de Derecho" es un puro sarcasmo.
Desde el punto de vista de nuestros intereses nacionales, más relevancia tiene el análisis de lo que significa la celebración de la Marcha Verde. Mientras Marruecos celebre como fiesta nacional una agresión contra España, cualquiera que afirme que nuestra relación es de "amistad" miente. Hasta donde se me alcanza, nadie celebra por todo lo alto el ataque contra el presunto amigo. ¿Alguien se imagina ahora a Alemania celebrando la invasión de Francia?
Hoy como ayer, el "precio" de esa complacencia es el abandono del pueblo saharaui al exterminio. Hoy como ayer, se dice que es el "precio" para que se consolide la monarquía como clave de la "estabilidad" de ese país. Hoy como ayer, eso es mentira.

Fuente: Carlos Ruiz Miguel

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