Que Rajoy haya decidido hacer de Marruecos su primera cita internacional como presidente muestra el alcance de la sumisión ante un régimen medieval y antidemocrático. Rajoy -y la mayor parte de la prensa de Madrid- hace como si no fuera así, pero saben que Mohamed VI gobierna un sistema autoritario con exorbitantes prerrogativas: sigue siendo la autoridad última del país, nombra al primer ministro y a los miembros del Gobierno, puede cesar al primer ministro y a todos los miembros del Gobierno, gobernar por decreto, nombrar a los jueces de la Corte Suprema, es la cabeza de las Fuerzas Armadas y líder religioso. La nueva Constitución en ningún caso ha puesto en marcha un proceso de reformas políticas que pusiera fin a un sistema con profundos déficits democráticos que han legitimado la tortura, la corrupción, la miseria y la opresión sistemática de la mujer. Un escenario de conchabeo e intercambio de favores que resalta aún más los incumplimientos del Estado español de sus obligaciones internacionales, ya que según la ONU aún es el responsable de culminar la descolonización del Sáhara y de asegurar los derechos democráticos, políticos y civiles de los saharauis.
Pero Marruecos sabe que sigue siendo una pieza clave en la política exterior española y que la diplomacia aceptará una vez más la indigna sumisión de los derechos humanos y la libre voluntad democrática de los saharauis a los intereses geoestratégicos, más ahora con el aumento del terrorismo islamista en el Magreb, y económicos -recursos marítimos y minerales-, y al permanente chantaje de Marruecos con la política migratoria. POR JOSEBA SANTAMARIA
Fuente: noticiasdenavarra.com
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