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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




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“Hassan III no gobernará nunca”

Zineb el Razhoui no tiene miedo de hablar, y lo hace con estruendo. El régimen marroquí, afirma, “va se casser la gueule”, o sea, va a colapsar, a romperse la crisma o, más groseramente, a irse al carajo. “No puede seguir mintiendo eternamente, ni a Marruecos ni al extranjero”, continúa. “La cuenta atrás ha empezado. Este año será una pesadilla para el makhzen –la estructura de poder. Hassan III no gobernará nunca, eso seguro”. Periodista, bloguera y activista, de 30 años, Zineb es uno de los rostros más visibles del Movimiento 20 de Febrero que nació en el país de la monarquía alauita al calor de las revueltas de la calle árabe. Romper el silencio y expresarse sin tapujos –calificó a Mohamed VI de dictador en una entrevista en el periódico argelino El Watan- le ha costado ser amenazada de muerte y tener que exiliarse de su país. Desde hace tres meses reside en Liubliana, la capital de Eslovenia, que forma parte de la red de ciudades del ICORN que ofrece refugio a escritores perseguidos.
Zineb estuvo en Barcelona, donde participó en el diálogo “El Mediterráneo en transición” que organizaron el IEMED y la Fundación Bertelsmann en el Palau de Pedralbes.

Muy alta y esbelta, vestida con elegancia y con zapatos de tacón de aguja, fue quizá la voz más contundente de las que se expresaron. Compartió mesa con otras mujeres potentes e igualmente interesantes de la región, como la bloguera tunecina Lilia Weslaty o la periodista egipcia Lina Attalah. Pero quizá porque la suya es una batalla difícil, más sutil y todavía por concluir, Zineb se expresó con mucha valentía y con más gravedad que el resto de ponentes. Con ira contenida e indignación cargó contra la complicidad francesa -somos l’enfant chéri de Francia- y con una etiqueta –la de que Marruecos es una excepción en el mundo árabe- que considera una farsa. “Es lo que escucho en todas partes, que el rey es magnífico y adora a los pobres y a las mujeres”, se quejó con una ironía amarga que debió de incomodar a más de uno de los presentes. Y pasó a recitar una larga lista de violaciones de la monarquía, sin ahorrarse ni una: tortura, prisiones secretas (en Temara), aniquilación de la prensa, expoliación de bienes públicos (“el rey posee a título personal cerca del 65% de la economía nacional”), opresión de la cultura amazigh y de las mujeres o ausencia de justicia independiente (“los jueces continúan recibiendo las sentencias por teléfono móvil”). “La dictadura marroquí no tiene otro objetivo que su propia supervivencia”, aseguró por si alguien pensaba seguir defendiéndola: “La monarquía es incapaz de reformarse”.
Licenciada en sociología de las religiones, Zineb se introdujo en el activismo democrático y de derechos humanos a través del periodismo y saltó a la calle cuando fundó en agosto de 2009 junto con Ibtissam “Betty” Lachgar el Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI). Su primera acción fue romper públicamente el ayuno del ramadán comiendo un bocadillo en un bosque cercano a Mohammedia. En Marruecos, eso es un delito penado con hasta seis meses de prisión y fue detenida. MALI fue quizá el primer movimiento activista del país que usó Facebook para organizarse y convocar online una protesta a llevar a cabo en el mundo real: abrió un grupo en la plataforma social  y llamó a los marroquíes a unirse a ese acto de desobediencia civil y debatir la libertad de creencias. “En Marruecos la defensa de las libertades individuales es una necesidad. Abuso de poder, inquisición socioreligiosa, intolerancia, leyes abusivas, asfixia de las libertades fundamentales”, afirma la presentación del grupo, que detalla sus prioridades: libertad personal, libertad de conciencia, libertad de opinión.
Conocía a Zineb vía Facebook y pude entrevistarla en uno de los descansos del seminario junto con Cristina Mas, del periódico Ara. Repasamos lo que sucedió a lo largo del año pasado, después de que el Movimiento 20 de febrero saliera a la calle y del discurso que Mohamed VI pronunció el 9 de marzo. “El 20 de marzo hubo más de 300.000 personas en 63 ciudades marroquíes, así que supuso un rechazo popular masivo de las reformas reales. Estas reformas se vendieron como si fueran algo excepcional: ‘Marruecos ha hecho las reformas y está en la ruta hacia la democracia’. El 20 de Febrero pedimos que se estableciera una constituyente elegida, representativa del pueblo marroquí, que escribiera una nueva Constitución. Lo que hizo el rey es una reforma cosmética de la Constitución, que se escribió en los arcanos del palacio real en tres meses y se sometió después a referéndum en diez días y se votó en julio con un 98,6% de síes, un resultado digno de Corea del Norte. Así que ya vemos hasta que punto la democracia está llegando a Marruecos”.
La llegada al poder de los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (PDJ) tras las legislativas que se celebraron en noviembre es, para ella, el “último comodín de la monarquía”. “El PDJ fue creado en 1998 con el aval de Driss Basri, el poderoso ministro del Interior que estuvo en el poder durante 30 años bajo Hassan II. En Marruecos llamamos al PDJ los islamistas de su majestad. Son más realistas que el rey y no hubieran llegado al poder sin el aval del palacio real. En virtud de la nueva Constitución, el gobierno casi no tiene poder, su misión es aplicar las políticas que decide Palacio. Todo el mundo sabe que el verdadero poder está en el gabinete real. En paralelo, el rey ha formado lo que llamamos un gobierno a la sombra, compuesto por consejeros, entre los que está Fuad Ali el Himma, su mejor amigo, alguien que personifica la corrupción política y la podredumbre del sistema político marroquí. Así que estamos en un sistema que tanto en la teoría como en la práctica es totalitario. La monarquía marroquí se define a sí misma como una monarquía ejecutiva de derecho divino, lo que es una aberración filosófica. ¿Cómo puede ser responsable de sus actos si es sagrada? Existe una paradoja en la misma construcción del régimen marroquí”.
A pesar de todo, Zineb se muestra optimista y confiada en que el 20 de Febrero conseguirá cambiar las cosas. Sólo cuando afirma que este año será crucial, baja la guardia y se permite una ligera sonrisa. Sin embargo, añade, ya toca que el movimiento, tras un año de protestas encadenadas, vaya un poco más allá. “Creo que falta una etapa en la contestación marroquí, la de ocupar una plaza y decir es ahora o nunca, queremos un cambio enseguida”.

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