Si hacemos caso, y lo debemos hacer, al SPS, a los Informativos de RASD TV y también, a las reuniones oficiales del Gobierno, del SNS y de los cuadros del POLISARIO, habremos de colegir en que la crisis mundial afecta de modo acusado a los Campamentos de Refugiados, puesto que la ayuda humanitaria que se recibe es cada vez más escasa. Esa frase, la de que la crisis mundial azota a los Campamentos, la han repetido tanto nuestros responsables que hasta el enemigo, se ha aprovechado de ese grito de socorro. El departamento al que hemos asignado la gestión de esa ayuda humanitaria que, se reitera, es cada vez más escasa, se llama Ministerio de Cooperación. Y al frente de ese barco que navega, en todos los mares, para procurar víveres a nuestros refugiados, hemos designado un Capitán al que hemos llamado Ministro de Cooperación.
Pero hete aquí, que desde hace más de un mes que el barco, empujado hacia la deriva por los vientos de la crisis, está sin Capitán. Y, sin embargo, parece que no ha pasado nada. Nadie dá ninguna explicación. Nadie designa un nuevo Capitán. Allá abajo, en las galerías de los pasajeros de segunda y tercera clase, los refugiados siguen creyendo que todo va bien.
¿Porqué todo esto? ¿Porqué dimite Hach Ahmed y porqué no se dan explicaciones a la opinión pública, ni tampoco se designa un nuevo ministro, habiendo transcurrido más de un mes desde la dimisión?
La volatilidad de los elementos hace comprensible, que no justificable, el largo silencio de Hach Ahmed. La irresponsabilidad en que habría caído de haber hablado, la ha sorteado, trasladando con su silencio, esa irresponsabilidad, al Primer Ministro, por no actuar durante más de un mes. En efecto, su dimisión, no ha tenido efectos dañinos imputables a su persona. En cambio, el Primer Ministro, por su falta de acción, asume toda la responsabilidad derivada del hecho de que el departamento, del que dependen las bocas y gargantas de todos los refugiados, esté descabezado durante más de un mes. Si ya la crisis se había abatido sobre los Campamentos, imaginaros el daño si en plena deriva, estemos un mes sin capitán.
¿Qué es lo que justifica, entonces, este largo silencio del Primer Ministro? ¿A caso el pueblo saharaui no se merece que, después de un mes largo, se le dé alguna explicación? ¿Cómo es que tardamos una semana escasa en formar gobierno, después del Congreso, y nos cueste más de un mes designar un nuevo ministro? ¿Qué gruesas lápidas pesan sobre ese ministerio para que resulte tan difícil designar a un nuevo ministro? ¿Qué nauseabundos olores despide ese Ministerio para haber espantado a un nuevo ministro, nada más estrenar su cargo? ¿Saldrá el Primer Ministro con la suya reintegrando en ese ministerio a quien llevaba casi 20 años ahí?.
En los contactos posteriores al XIII Congreso, mantenidos entre el Presidente y los demás miembros del SNS, se le había aconsejado que soltara lastre. Es decir, que no estuviera en primera línea en todos los fuegos, que descargara cierta actividad en los demás responsables gubernamentales, que cediera la gestión de los asuntos cotidianos a los miembros del gobierno y que se dedicara a representar, a nuestra Causa, en los foros internacionales. Afortunadamente, nuestro Presidente desconoce lo que es el ‘jetlag’ y hasta se le nota un cierto regustillo por los viajes en avión. Así las cosas, el entorno presidencial no ha tenido reparos en filtrar algunos pormenores de la dimisión de Hach Ahmed. Esas cartas, dirigidas a Abdelaziz, Uld Adduh y Abdelkader, en las que Hach Ahmed se queja amargamente de las enormes dificultades en que se encuentra, revelan que el motivo de su dimisión se llama Abdelkader Taleb Omar. Es, pues, la prepotencia del Primer Ministro, su omnipresencia en todos los asuntos y su rechazo a la gestión transparente lo que no ha dejado otra alternativa, a Hach Ahmed, que la dimisión.
El hombre que, junto a otros, había encabezado la rebelión del año 1988 contra el omnipresente poder de un faraón llamado Bachir Mustafa, se ha convertido, ya entrado el III Milenio, en un nuevo faraón, pero con mucho menos peso ideológico, intelectual y político. Si el asfixiante poder que atesoraba Bachir era criticable, también hay que decir, que al menos, junto a ese poder, este hombre, tenía una enorme capacidad intelectual. Es decir, gestionaba los asuntos materiales, pero, y hete aquí la gran diferencia, también, gestionaba los asuntos ideológicos y teóricos del POLISARIO. En cambio, al farón de hoy, no se le conocen grandes aportaciones en el plano ideológico o teórico del POLISARIO. Tan sólo se dedica a amasar y controlar, de muy mala manera, todo lo que viene destinado a las gargantas y estómagos de los refugiados. Ciertamente, Abdelkader, hoy, encarna todos los males de los que, entonces, acusaba a Bachir.
Sabemos cómo reaccionó Abdelkader en el año 88. Sabemos cómo ha reaccionado Hach Ahmed en el 2012. Sabemos a qué se dedicó Abdelkader en el año 88 durante su pulso con el poder de entonces. Y sabemos, también, que Hach Ahmed no se ha dedicado a esa práctica tan horrenda de arengar a los suyos en su pulso con el poder.
Haddamin Moulud Said
Ibnuabirabiaa(at)yahoo.es
Fuente: Futuro Saharaui
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