Angela Carrillo nos recuerda hoy, dia 1 de noviembre, un texto de Luis Elizondo
Un cementerio es un lugar para recordar a quienes nos han dejado, un lugar para luchar contra el olvido. Pero además es un lugar triste y difícil, y en un campo de refugiados lo es aún más. En la polvorienta periferia del campamento de Smara he visitado su cementerio.
El cementerio de Smara es un espacio sin límites y cubierto de arena, a punto de ser devorado por el desierto, salpicado de piedras irregulares que parecen brotar del polvo (o hundirse en él) y que crean un amplio laberinto de tumbas. También hay plásticos y desperdicios arrastrados por el viento. Todas las tumbas están orientadas de sur a norte, y los cuerpos están enterrados a dos palmos bajo la arena apoyados sobre su costado derecho mirando hacia el este. Por el lado sur, donde está la cabeza, a veces sobresale una lápida, de metal, de cemento, de piedra, en la cual se puede leer el nombre y las fechas de nacimiento y fallecimiento, y otras piedras o bloques de adobe rodean el resto de la fosa. Las tumbas de mujeres llevan una piedra más en el centro. No hay ni ataúdes ni flores, sólo piedras y arena.
Impresiona saber que muchos de los fallecidos en este desolado lugar llegaron aquí huyendo, con lo puesto, con la esperanza de volver a sus casas pasado un tiempo, pero que no han conseguido su sueño. Impresiona saber que bajo mis pies hay hombres y mujeres que nacieron muy lejos de aquí, quizás en ciudades junto al imposible mar, y que un injusto y mal llevado proceso de descolonización los trajo hasta aquí, hasta la playa infinita de la terrible hammada argelina, de donde ya no saldrán.
Pero lo que más llama la atención es la gran cantidad de pequeñas sepulturas, con piedra y sin piedra en el centro, que indican los lugares donde están enterrados los niños. Hay muchísimos niños muertos. Desconozco las frías cifras de mortandad infantil, pero da la impresión de que son muchos, demasiados. Niños que han nacido, crecido y muerto en los campamentos, entre el polvo y los plásticos, por el mismo injusto y mal llevado proceso de descolonización.
Un proceso que tiene una solución justa mediante el cumplimiento de la legalidad internacional. Una solución que muchos han preferido olvidar por intereses económicos y geoestratégicos.
Un cementerio es un lugar para luchar contra el olvido.
Fuente: Sahara Libertad
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