La nación saharaui se partió en dos: por un lado los que viven en la zona ocupada, que sufren toda clase de violaciones a los derechos humanos y la tortura por parte de Marruecos (Amnesty Internacional acaba de publicar su último informe condenándolo); y la que reside en los campamentos, en el más inhóspito desierto -que soporta en verano 55 grados de calor- y que subsiste por la ayuda humanitaria internacional. Las familias están separadas por la construcción marroquí del muro militar más grande del mundo, cubierto con 10 millones de minas.
La situación en los campamentos de refugiados es dramática y pude comprobar directamente lo difícil que es vivir allí, con escasez de agua, electricidad y toda clase de limitaciones. Asimismo, carestía de medicinas y abundancia de enfermedades como la anemia (Informe ACNUR-PMA: 30% en niños menores de cinco años, el 67% en las mujeres lactantes y 55% entre las mujeres embarazadas), diabetes, diarrea, hipertensión, conjuntivitis, deshidratación y padecimientos respiratorios.
La insuficiencia de la ayuda humanitaria es grave, a punto de ser considerada una catástrofe. Este año, los organismos internaciones, incluidos el Secretario General de la ONU y el Consejo de Seguridad, han hecho un llamado urgente para que “la comunidad internacional proporcione financiación adicional… para el programa del ACNUR (y paliar) las carencias existentes en esferas fundamentales de asistencia, como la protección, la salud, la nutrición, la seguridad alimentaria, la vivienda, el agua y el saneamiento” (Ban Ki-moon, 15 de abril de 2015).
Si bien la ayuda a los refugiados saharauis se ha reducido por la crisis de la economía mundial y aumento de otros refugiados; Marruecos, no contento con cometer genocidio contra el pueblo saharaui en el territorio que invadió ha iniciado una ruin y perversa campaña publicitaria de demolición para bloquear la ayuda a los refugiados saharauis, con el objeto de quebrar su resistencia, condenarlos a la hambruna o forzarlos a que adopten algún camino desesperado.
Por ello es necesario advertir a no dejarse engañar o manipular por la vileza de Marruecos y sus vasallos, que se encuentran presentando un falso “informe secreto” –de hace 10 años- de la Oficina de Lucha Anti Fraude (OLAF) de la Unión Europea (UE) que alude un “desvío de la ayuda humanitaria”, es decir, un supuesto negociado, publicitado por el lobby marroquí. Es lógico pensar que si ese informe fuera verídico, la comunidad internacional hubiera suspendido toda ayuda desde esa fecha.
La propia OLAF indica contundentemente que “ninguna de sus investigaciones ha dado lugar a una demanda de restitución de fondos, ni ha justificado ningún procedimiento judicial o administrativo”. Más claro, ni el agua.
La maldad de Marruecos ha sido puesta al descubierto, es que “la mentira tiene patas cortas y la verdad siempre la alcanza”.
Ricardo Sánchez Serra
Fuente: rsanchezserra.blogspot.com.es
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