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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




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Setenta años de Misiones de Paz: ¿La ONU ha fracasado en el Sahara?

Las Naciones Unidas recientemente han conmemorado los 70 años de las Misiones de Paz, más precisamente el 29 de mayo se celebra el Día del Personal de Mantenimiento de la Paz. Las mismas Naciones Unidas señalan que 125.000 efectivos están desplegados en misiones de mantenimiento de la Paz, incluyendo la Minurso. Mientras desde Nueva York los burócratas de la ONU celebran los éxitos en la materia -y que los han tenido por cierto, eso sí previas masacres para que la comunidad internacional se horrorice lo suficiente- en el Sahara Occidental desde 1991, cientos de observadores garantizan un alto el fuego siempre precario, por la intransigencia de Marruecos de cumplir lo que él mismo promovió: el Plan de Arreglo.

En las diversas operaciones de mantenimiento de la paz, tanto en el marco del Cap. VI como VII de la Carta de Naciones Unidas, se ha caracterizado por la existencia de consensos políticos. A lo largo de la historia, las Naciones Unidas han desplegado fuerzas de paz en lugares realmente “calientes”, vale la pena recordar el la presencia de los “cascos azules” en el Sinaí, Cachemira, el Congo y largo etc.

Las Naciones Unidas y sus fuerzas de paz han intervenido en complejos procesos de descolonización con gran éxito. Un ejemplo claro es el caso de Timor Oriental, donde una potencia regional, Australia y la potencia administradora, Portugal, tomaron cartas en el asunto. La Comunidad Internacional dio mensajes claros al gobierno de Indonesia, que no se toleraría las acciones sobre la población, especialmente el caos promovido por organizaciones paramilitares pro indonesias.  Las Naciones Unidas intervinieron, teniendo como punta de lanza a los medios proporcionados por Australia, en el marco del Cap. VII y establecieron una Autoridad Internacional.
El gobierno de Indonesia no se derrumbó, ni el país se desintegró. La Misión de Naciones Unidas, Interfet, garantizó la paz, el orden y los timorenses se manifestaron libremente sobre su destino.

El caso del Sudán, más complejo, pero no menos grave, donde había evidencias de genocidio, la Comunidad internacional por medio de Naciones Unidas actuó de una manera ejemplar.
El gobierno sudanés fue sentado en la mesa de negociaciones, el Cap. VII había sido puesto en marcha para terminar con las matanzas. El resultado fue la creación del estado independiente del Sudán del Sur. Desde los medios de comunicación masiva el mundo se enteró de los horrores del Sudán, de Darfur, incluso fue desarrollada una interesante – no exenta de polémicas – como es la Responsabilidad de Proteger (RTP), argumento que ha sido empleado para las intervenciones en Darfur, liderados por ejemplo por Francia. Un país que ha impulsado, muchas intervenciones de carácter “humanitario”.

En su momento, Namibia, fue otro ejemplo como Naciones Unidas actuó con determinación. El entonces Consejo de las Naciones Unidas para Namibia asumió la administración del territorio, mas allá que en la práctica estaba ocupado por Sudáfrica, tuvo un desempeño excelente en denunciar la explotación ilegal de los recursos del territorio ocupado, capacitar los futuros cuadros dirigentes namibios y promover sanciones a la potencia ocupante. La existencia de consensos políticos, los cambios en la región, llevaron a que Namibia alcanzara la independencia.

Este historial exitoso de estos procesos de paz, se ven empañados por el conflicto del Sahara Occidental. A diferencia de otros casos, el proceso se encuentra estancado, agravándose el hecho que la Misión de Paz (Minurso), es un simple testigo de los abusos de la potencia ocupante, con anuencia del Francia, que con su poder de veto, impide que Naciones Unidas tenga facultades de monitoreo de derechos humanos. Un hecho curioso, dado que París ha promovido intervenciones en el marco del principio RTP, ante la evidencia de crisis humanitaria y violaciones colectivas de derechos humanos. En el Sahara Occidental, no solo hay violaciones colectivas de derechos humanos (Gdeim Izik), sino estamos ante un territorio ocupado ilegalmente.  Debemos tener bien en cuenta, que Marruecos para el derecho internacional es una potencia ocupante.

Desde 1976 ha venido violando sistemáticamente las normas del Derecho Internacional Humanitario:
-La anexión del territorio ocupado y la llegada de colonos;
-La supresión de instituciones locales y legislación vigente por la de la potencia ocupante;
-Exigir obediencia a la población saharaui a la potencia ocupante;
-Desapariciones forzadas, maltrato, discriminación, explotación de los recursos naturales;
-Ausencia de información sobre los soldados saharauis prisioneros;
-Ataques armados a la población civil durante la invasión (los bombardeos de la aviación con fósforo y napalm en Um Draiga, Tifariti, etc.).

El Plan de 1991 prevé un referéndum, que nunca se ha llevado a cabo y que a todas luces Marruecos busca evitar que se lleve a cabo, sino mas bien habla de régimen de autonomía regional, etc. Olvidándose que invadió el territorio saharaui, gracias a los llamados Acuerdos de Madrid, que también vulneró. Dado que dichos acuerdos señalaban que los saharauis debían ser oídos por medio de la Asamblea General del Sahara, que fue disuelta rápidamente por los ocupantes (Marruecos y Mauritania).

A pesar de las evidencias de la grave situación que viven los saharauis, las Naciones Unidas a pesar de las “tímidas” denuncias sobre violaciones a los derechos humanos y el incumplimiento del Plan de 1991, son evidencias que la Comunidad Internacional debe tomar cartas en el asunto. El tolerar el proceso expansionista de Rabat, no es más que promover conflictos a futuro, generar desconfianza, cuando a todas luces para Europa, es preciso que los países del Magreb cooperen estrechamente, inviertan cuantiosos recursos en seguridad y control de fronteras, desarrollo humano, transporte integrando áreas aisladas y contar con una estrategia común para hacer frente a amenazas asimétricas, que en combinación pueden terminar con la cohesión de los Estados.

En este 2015, se cumplen nada menos que 40 años de un proceso de paz inconcluso, de una potencia administradora (España) que mira para otro lado, olvidándose de sus obligaciones emergentes de la Carta de las Naciones Unidas. Solo se deja llevar por las presiones de Rabat, por lobbies. A ello se une la idea que un estado saharaui unificado (no olvidemos que la República Árabe Saharaui Democrática es una realidad desde febrero de 1976 y controla el 20% del territorio nacional saharaui) sería vulnerable a la “yihad global” y las huestes de Al Qaeda o las sucursales del genocida Estado Islámico (Daesh).

Una afirmación carente de sustento y que debe generar un profundo rechazo. La voluntad del pueblo saharaui, es la decidir su propio destino. Son una nación y aspiran a vivir en un territorio propio unificado. El mantenimiento del actual estado de cosas, no hace más que potenciar conflictos, generar un pesado gasto para Marruecos con sus consecuencias en el frente interno y mantener relaciones hostiles con sus vecinos, que impide cooperar contra nuevos actores no estatales, pero que tienen poder suficiente para poner en riesgo la estabilidad de la región, como lo hemos visto en Malí o Libia.

Las Naciones Unidas pidieron disculpas por su lamentable papel en la tragedia siria, también demanda una revisión de lo actuado en el Sahara Occidental, donde triunfa la ilegalidad y donde se vive en un estado de “no paz no guerra”.
Esperemos que el Sahara Occidental, deje de ser un ejemplo de lo que no debe hacerse y que la comunidad internacional se transforme en protagonista de un proceso de paz duradero y las aspiraciones del pueblo saharaui sean respetadas.

Por Jorge Alejandro Suárez Saponaro
Abogado, Magíster en Defensa Nacional, Prof invitado Cátedra Libre de Estudios sobre el Sahara Occidental (IRI-Universidad Nacional de la Plata, Argentina).





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