¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Siguen los mismos cuadros y sigue la misma indiferencia

En la Delegación española ante la ONU han repuesto los retratos de los embajadores franquistas, en su Consejo de Seguridad, cuarenta años después sigue la abulia española sobre el Sáhara.

Fue en septiembre de 1994 cuando viajé por primera vez a la sede de Naciones Unidas en Nueva York con una delegación del Congreso. Trabajábamos en un ponencia que trataba de plantear una reforma de la ONU, vetos incluidos. Y se aprobó un buen trabajo que fue directamente a “Cestona de los Papeles”, como lo hubiera definido Don Manuel de Irujo.

En dicho viaje, además de ir al restaurante de Maritxu, me fijé cómo en la sede de la Delegación Española estaban expuestos las fotografías de todos los embajadores que por allí habían pasado, entre ellos los franquistas Lequerica, Aznar y Piniés. Como aquello me pareció un contrasentido democrático, pues Aguirre, Irala, Galíndez y Manu Sota, con los republicanos Giral y Fernando de los Ríos, habían tratado en 1946 que, tras la Guerra Mundial, Franco no fuera admitido en aquel selecto club democrático y el dictador había reaccionado con manifestaciones en la Plaza de Oriente con aquellas pancartas de "Si vosotros tenéis ONU, nosotros tenemos dos, No os necesitamos, iros a la mierda, ¡Viva Franco, Arriba España… ! y cosas así; me empleé a fondo para que aquellos tres siniestros personajes no decoraran aquella sala.

Pero el PSOE no estaba por la labor y la segunda vez que fui a Nueva York allí seguían los tres juntitos: uno, con la medalla de la Cruz de Hierro, que se la habían puesto en ceremonia solemne en el Vichy nazi; el otro, con su cara de camaleón, y el tercero, con su bigotito recortado de los de los fachas de toda la vida.

El embajador, Juan Antonio Yáñez Barnuevo, había sido asesor de Felipe González en La Moncloa y era hombre razonable. A él volví a exponerle que aquellos tres sinvergüenzas no debían ornar pared alguna. Sonrió, pero algo le quedó. Un día, en Madrid, me cogió en un aparte y me dijo. ”Iñaki, hemos pintado la sala y, sorpresivamente, al volver a colocar los retratos de los embajadores, no sé por qué, tus amigos ya no están en la pared”. Y se frotó las manos. “Bueno, pensé, la política sigue siendo el arte de ir venciendo resistencias”.
El pasado mes de septiembre, aprovechando que España preside el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, hemos vuelto a estar en Nueva York. Y mi primer gran cabreo fue el de ver a los tres representantes de la dictadura de nuevo presidiendo la sala. Ni Ley de la Memoria, ni chanfainas. Servidores del Estado riéndose a mandíbula batiente.

Esta vivencia se la conté a Urko Aiartza, senador de Amaiur, miembro de la Comisión de Exteriores y al que le gusta la historia. Por cierto, nadie del PSOE se alteró por estas batallitas que tienen una indudable carga antidemocrática.

Sin embargo, no nos quedamos en esto. Aiar-tza y yo nos interesamos por la situación del pueblo saharaui. Y sacamos la conclusión de que al pueblo saharaui no le queda más que continuar en su heroica labor sin esperar nada del Estado español, que primero lo invadió y colonizó y luego lo abandonó a su suerte en manos de un nuevo ocupante en 1975. Esta conclusión la sacamos tras reunirnos con representantes de Naciones Unidas, así como con embajadores acreditados ante las mismas.

Cosas del azar, esta presidencia del Consejo se produce durante el cuadragésimo aniversario de los vergonzosos acuerdos llamados de Madrid, en los que el Estado español procedió a abandonar a su suerte ante Marruecos a la otrora provincia del Sáhara Occidental, colonia del Reino. Ciertamente, durante estos cuarenta años, la que es de iure todavía la potencia administradora del territorio saharaui conforme a la legalidad internacional, España, no ha hecho más que dejación absoluta de sus deberes morales e internacionales, fuese cual fuese el partido en el Gobierno, con lo que albergábamos alguna esperanza de que ante la notoriedad de la situación (presidiendo el Consejo cuando se cumplen cuarenta años de la traición y de aquella nefasta Marcha Verde) alguna actuación cabría esperar durante estos meses.

Debemos decir que la decepción no podía ser mayor. El Vicesecretario General de Naciones Unidas y jefe del Departamento de Asuntos Políticos, míster Jeffrey Feltman, nos manifestó claramente que la situación se encuentra totalmente bloqueada ante Naciones Unidas. Si bien la ONU y su Enviado Especial, así como el propio Secretario General, Ban Ki-moon, han tratado de promover la negociación entre las partes, Marruecos únicamente desea hablar sobre su plan de autonomía. Obviamente, el Frente Polisario se niega a tratar solo sobre ello y recuerda, con tino, que la misión de las Naciones Unidas para el Sáhara, Minurso, tiene una R relativa a referéndum y que el proceso saharaui es un proceso de descolonización. El representante de la ONU claramente nos manifestó que mientras los estados no fuercen en cambiar la situación, el proceso está bloqueado y poco puede hacer el organismo.

¿Y qué responden los representantes de los estados? El embajador ante Naciones Unidas del Reino de España fue bastante claro. Francia, como aliado de Marruecos, no va a hacer nada para que el tema del Sáhara esté en la agenda del Consejo en este cuadragésimo aniversario y tampoco los Estados Unidos. La pregunta clave, sin embargo, no se responde (o más bien sí se hace) con la falacia de que no se puede hacer nada ante el posible veto de Francia a cualquier iniciativa siquiera referida a los derechos humanos. Y es que la pregunta clave es qué piensa hacer el Estado español con respecto al Sáhara en este mes de octubre en el que está presidiendo el Consejo de Seguridad. Y la respuesta es que el Estado español no piensa hacer nada de nada durante su presidencia del Consejo. Ninguna iniciativa respecto al Sáhara en su cronograma. Nada. Hablarán de Libia, de Siria, de Afganistán, de la Resolución sobre la participación de las mujeres en la resolución de los conflictos… pero ni una palabra sobre los cuarenta años de ocupación ilegal marroquí en el Sáhara. España no desea molestar a su amigo marroquí, ni a su amigo francés. Las referencias sobre los Estados Unidos no creemos que sean ciertas. Hay un cambio de actitud y posición por parte de la Administración estadounidense en este tema, aunque sea tenue. Una actitud diferente por parte del Estado español podría incidir más en esos cambios, pero claro, ya sabemos que últimamente al ministerio del señor Margallo únicamente le preocupa obtener declaraciones vacías de apoyo a la unidad de España, y conseguir eso pesa más en la balanza, por ejemplo, del acuerdo militar sobre el uso de la base de Morón que la cuestión saharaui.

De hecho, lo único que dijo Margallo en su engolado discurso de la semana pasada ante el pleno de la Asamblea General es que hay que preservar la unidad de los estados. “El edificio que a todos nos cobija se sustenta en principios como el respeto a la soberanía y a la integridad territorial de los Estados”. Y se quedó tan ancho. Chávez habría dicho que por allí pasó el diablo. Y con razón.

Lo más rocambolesco del asunto viene cuando a nuestra pregunta de si lo único que vale para que el Consejo de Seguridad trate el tema es una situación de violencia que altere la tan cacareada paz y seguridad, no se nos responde que no. Es decir, si hubiera en este momento violencia en el Sáhara o en Marruecos, este asunto estaría en la agenda del Consejo de Seguridad. ¿No es desolador?.

Pero ¿cómo pedir a los demás Estados del Consejo que trabajen por la cuestión saharaui si el mayor responsable histórico del tema y presidente del Consejo se hace el Poncio Pilatos?. Por suerte, hay otras voces que claman en este desierto. El mismo día que el Embajador español señalaba que no se podía hacer nada (o, mejor dicho, que no quieren hacer nada), el Presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, manifestaba antes de partir a Naciones Unidas que es hora de que se ponga fecha al referéndum del Sáhara y conminaba al Consejo a tratar las violaciones de Derechos Humanos y la explotación ilegal de los recursos naturales en los territorios ocupados. Y es que ya son años que los saharauis, como nosotros los vascos o los catalanes, se dieron cuenta de que no hay nada que hacer con los principales partidos del Estado español. Esperar algo de ellos es condenarse al fuego eterno.

Al pueblo saharaui no le queda más que seguir en su heroica labor sin esperar nada de aquel Estado que primero lo invadió y colonizó y luego lo abandonó a su suerte en manos de otro ocupante. Tampoco cuando presida el Consejo de Seguridad. Es España, que tiene en su oficina como personalidades dignas de elogio a tres fascistas. Y no pasa nada.

Si hubiera en este momento violencia en el Sáhara o en Marruecos, este asunto estaría en la agenda del Consejo de Seguridad. ¿No es desolador?.

El Estado español no piensa hacer nada de nada durante su presidencia del Consejo. Ninguna iniciativa respecto al Sáhara en su cronograma. Nada.

Por Iñaki Anasagasti


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