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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Su reencuentro en el Sáhara

Por Benda Lehbib Lebsir / Fotografías: Laura Bermejo / Fuente: 1saharaui

En cada cosa que os sucede, en cada persona que os encontráis que adquiere importancia ante vuestros ojos, o bien morís un poco, o bien renacéis.
El río (Jean Renoir)

Qué difícil es la distancia. Qué difícil lidiar con un espacio tan amplio y a la vez tan cercano. Pensar que todo será como antes pero en este caso, se trata de coger el vuelo, el primero, el que vaya demasiado pronto, sin que nos dé tiempo a preparar las maletas. O sí, porque lo que no sabré explicarte, es el tiempo que llevamos contando cuando llegará este momento. Quedarte en el cristal de ese aeropuerto viendo con tus propios ojos cómo todo empieza a difuminarse demasiado rápido. Que la estela que deja ese avión se ve durante un tiempo pero al final desaparece… Demasiada la espera para poder tocar a quien siempre tienes en la mente.

Que todo te va comiendo poco a poco como una gota que pega contra el hielo. Quieres resistir y pensar que no todos los finales cogen el mismo vuelo y tu pasaporte a la felicidad cada día tiene más ganas de seguir en regla. Te prometes que sí. Que lo vuestro esta hecho de otra pasta pero lo que no sabes es que con las mismas ganas que vas tú, te esperan ellos.

Que no, que nadie dijo que sería fácil, pero tampoco imposible. Y siempre creímos en los improbables. En esos reencuentros que te abrazan por dentro y te hacen sentir que estás en casa. Que sí, que como bien decía mi madre siempre; “después de los hospitales, donde más se sufre son los aeropuertos”. Y cada despedida ardía y dolía más que la anterior. Y para eso, sí que te aconsejo que te vacunes, que vayas preparada porque cuanto menos te lo esperas, estás de lleno preparando otra vez la vuelta.

Y es que, muchas veces prometemos cosas que no cumplimos, y otras fuimos tan valientes como para convertir las palabras en actos, transformar la distancia en abrazos, las conversaciones transoceánicas en caricias nocturnas, y los emoticonos en besos infinitos, que nos acabamos haciendo amigos hasta de las teclas. Y es que acaban llegando, de una manera u otra, esos mensajes, esas fotografías, daban la vida.

Tu imagen pequeña, al otro lado de la pantalla sonriendo absorta porque “quiero que vengas al Sáhara a conocerlo” como me has repetido infinidad de veces. Porque nadie sabe cómo es la distancia cuando hasta un océano te separa, sabiendo que al otro lado hay alguien que te espera con millones de ganas, con un sueño compartido contigo que le gane la partida a la espera. Sí, los aeropuertos son el peor lugar del mundo y a la vez se pueden convertir en el espectador del mejor reencuentro de todos los tiempos.

Créeme, será difícil, a pesar de lo que digan, a pesar de lo que crean, sólo tú y yo sabemos que la distancia separa cuerpos, pero no corazones. Que mis brazos rodean el mundo para llegar hasta ti cuando más lo necesitas, y que siempre estaré cuando me llames, cuando susurres mi nombre y el silencio te responda. No te asustes, no lo olvides, hay promesas irrompibles y distancias que pretenden separar cuando lo que están haciendo, es abrazar recuerdos y crear huellas de este lazo que nunca se cortará.


Podría decirte que será fácil, que no habrá noches en vela y días en los que no salga el sol, pero te mentiría. Sólo te propongo intentarlo, superar cada dificultad que vaya surgiendo en el camino, que los kilómetros hacen mella si tú lo permites, que los reencuentros valdrán la pena. Y es que tú y yo sabemos que lo merece, porque un tiempo alejadas no es nada comparado con todo lo que nos queda por vivir.

Ahora, nos quitamos los miedos, nos lanzamos al vacío y vencemos contra todo pronóstico. Decías que tenía que ir a conocerlo, a vivirlo contigo, y aquí estoy. Y volvería. Y aunque era duro saber que algún día íbamos a despedirnos, siempre nos quedará Huelva-Auserd. De ida y vuelta y al primer avión, con o sin pasaporte. ¿Qué más dará eso?.


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