La noche del 7 de noviembre pasará a la historia como el día en el que el Ejército marroquí atacó el campamento Dignidad que los saharauis habían levantado a los pies de El Aaiún para reclamar sus derechos. La cifra de saharauis muertos, heridos y desaparecidos en El Aaiún sigue siendo una guerra informativa de versiones totalmente contrapuestas. El Frente Polisario sostiene que hay cientos de fallecidos. Rabat asegura que son treinta y pocos. Los desaparecidos se cuentan por miles. Han sido, sin duda, las jornadas de mayor caos en el Sáhara Occidental desde el alto el fuego firmado entre Marruecos y el Frente Polisario en 1991.
Los saharauis advierten que nunca se ha estado tan cerca de la guerra como hasta ahora, encendidos aún más si cabe por la pasividad de España y la comunidad internacional. Saben que hay fosas comunes e intuyen que están llenas de cientos de cadáveres. Por eso acusan a Marruecos de genocidio. “¿Es que nadie va a mover un dedo?”, preguntan en todos los foros.
Los saharauis llevan esperando desde 1991, cuando la comunidad internacional se comprometió a avalar una salida justa y pacífica del conflicto. Todavía esperan el referéndum de autodeterminación que nunca se cumplió. Marruecos sigue sin aprobar esta opción para el pueblo saharaui.
Para los saharauis, España no respeta la legalidad internacional ni está siendo neutral. Echan en cara a Exteriores que no exijan a Marruecos que organice el tan ansiado referéndum de autodeterminación y que no haya apoyado ni una sola exigencia del pueblo saharaui. Trinidad Jiménez ha asegurado por activa y por pasiva que su homólogo marroquí, con quien se reunió cinco días antes del gran asalto al campamento saharaui de Agdaym Izik, no le confesó sus intenciones. Una vez estallado el conflicto, la titular de Exteriores no alteró su agenda en Bolivia, ni medió entre el Frente Polisario y Rabat. En el territorio ocupado sólo dejaron entrar a dos periodistas de dos periódicos nacionales, El Mundo y El País, con su consecuente entrada en cólera de los demás medios.
La oposición española critica que, ante la gravedad de los hechos, el Gobierno haya tomado una actitud pasiva y siga sin condenar la represión marroquí. “España sigue expoliando los recursos del Sáhara y vendiéndole armas a Marruecos. Es evidente que a Marruecos no le importa demasiado demostrar su lado más salvaje mientras los que hacen negocios con ellos le den más valor al dinero que a las personas”, critican los activistas.
La única conclusión a la que se puede llegar después de dos meses desde el estallido del conflicto es la urgente necesidad de que Naciones Unidas vele por el respeto de los derechos humanos de los saharauis. Los activistas seguirán presionando y divulgando lo que está pasando. Y dejan claro que esto no es cualquier cosa, que no es ninguna estrategia mediática, que han escuchado con sus propios oídos una tortura real.
Fuente: el confidencial
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