El presidente de la
Media Luna Roja saharaui, Yahia Bouhobeini, ha visitado recientemente
Euskal Herria, donde ha podido mantener contactos con instituciones,
partidos y otros agentes navarros para exponerle la dramática situación
que viven los refugiados saharauis, que ha empeorado notablemente en los
últimos años.
¿Cuál es el objetivo de su visita a Nafarroa?
El
objetivo de esta visita es sensibilizar a las autoridades, a la
sociedad civil, a los partidos, a las ONG... sobre lo que está pasando
en Sahara en general, pero especialmente desde el punto de visto
humanitario en los campos de refugiados.
A la hora de hablar del pueblo saharaui, lamentablemente hay que volver a repetir que es un pueblo olvidado.
Efectivamente,
ahora nuestra preocupación es que todas las crisis naturales que están
pasando en el mundo y las reivindicaciones legítimas en Medio Oriente y
el Norte de África ocupen toda la atención de la comunidad internacional
en lo que se refiere a la ayuda humanitaria. Tenemos miedo de que todo
esto tenga un impacto negativo en nosotros, que vivimos una crisis
ordinaria desde hace 37 años. Los medios de información se centran en
Pakistán, Afganistán, Darfur, Irak, Chile, ahora Japón, Libia... Pero
hay pocas informaciones sobre la tragedia humanitaria que vive el pueblo
saharaui. La nuestra es la crisis humanitaria más larga, si exceptuamos
la de Palestina, y tenemos los únicos campos de refugiados en un
desierto. La temperatura en verano llega a los 50 grados en la sombra y
los vientos son terribles.
Otra característica de estos
refugiados, que son de carácter político y forman parte de la lucha por
la independencia del Sahara Occidental, es que están muy organizados. En
37 años no ha habido ni agresiones ni violencia hacia los extranjeros,
aunque cada año recibimos de 7.000 a 10.000 visitantes. Hay un acceso
libre a los campamentos día y noche, porque no hace falta tener ningún
tipo de escolta ni de seguridad. Es muy fácil contactar con las familias
y las personas que viven en los campos, las mujeres juegan un papel
importantísimo y significativo en la gestión de los campos.
Pero,
por otra parte, tenemos retrasos enormes en la distribución de la ayuda
humanitaria de la ONU y la comunidad internacional, que es insuficiente y
no cubre las mínimas necesidades. Como Media Luna Roja, con otras
agencias, cada día de cada mes tenemos que repartir una cuota mínima de
alimentación a cada familia de los campamentos. Pero en marzo, sólo
hemos podido garantizar entre el 30% y el 35% de esta cuota. Esperamos
cumplir próximamente con este compromiso. No es el primer mes en que
sucede esto. En febrero sucedió algo similar. No tenemos ningún stock ni
reserva. El Programa Mundial de Alimentos [de la ONU] necesita 97 días
para hacer llegar la ayuda al puerto de Orán, que está a 1.500
kilómetros de los campos de Tinduf. Además, se necesitan varios días en
el puerto para hacer las gestiones administrativas y de transporte. Por
tanto, nos encontramos con que son necesarios al menos cuatro meses para
hacer llegar la ayuda humanitaria a los campos de refugiados saharauis.
Esto requiere buscar nuevas vías y estamos aquí para buscar el apoyo
del Parlamento de Navarra, del Gobierno, de los partidos, de los medios
de comunicación... para buscar una fórmula que nos permita responder a
las necesidades básicas.
¿Han notado un descenso de la ayuda humanitaria por parte de los países donantes en los últimos años?
Sí.
Las primeras víctimas de las crisis que aparecen en los medios, como la
de Japón, son ellas. Pero, las segundas víctimas somos los que sufrimos
crisis antiguas, como nosotros. Sahara no es prioridad, porque no hay
violencia, la situación está tranquila desde el alto el fuego de 1991.
Esta tranquilidad no obliga a la comunidad internacional a prestar más
atención a Sahara, que tampoco interesa a los grandes.
La
situación para los refugiados saharauis es, por tanto, dramática. Viven
en unas condiciones extremas de por sí, y si a ello le añadimos la
carencia de la alimentos básicos, ¿estamos realmente hablando de que
existe el riesgo de que se produzca una tragedia?
Las últimas
encuestas que realizaron las agencias de Naciones Unidas, nos muestran
un porcentaje altísimo de desnutrición crónica entre los niños menores
de cinco años. Existe un porcentaje muy elevado entre las mujeres
embarazadas, más del 66%, que también sufren este problema. Hasta ahora,
con todo el apoyo, no fue posible garantizar el objetivo fijado por los
criterios de asistencia de la OMS para situaciones de emergencia. Ni
siquiera se cubren las necesidades mínimas. Las agencias de la ONU
utilizan unas normas para emergencias habituales. Pero nosotros llevamos
en esa situación 37 años.
En cualquier caso, la solución a la
situación de los refugiados debe ser política, garantizando el derecho
de autodeterminación. ¿Ve factible que se alcance esta solución?
La
solución debe ser política. Nosotros, como organización humanitaria,
tenemos el deber de dar asistencia mientras llegue esta solución. Desde
mi punto de vista, la solución es simple: las fronteras están
delimitadas, hay sólo dos partes, una misión de Naciones Unidas desde
1991, un plan de paz que fue aceptado por las dos partes y habilitado
por el Consejo de Seguridad, un corpus electoral determinado por la ONU,
un presupuesto anual de 34 millones de dólares para la permanencia de
los cascos azules, que es doble de la contribución de las agencias
humanitarias. Entonces, tenemos todos los elementos para acabar con el
conflicto. Lo que falta es la voluntad política de Marruecos y de la
comunidad internacional.
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