Entre el 15 y el 21 de Diciembre de 2011 se ha celebrado el XIII Congreso del Frente Polisario en la localidad de Tifariti, dentro de los territorios liberados del Sahara Occidental. El Congreso se reunía bajo la advocación de Mahfud Ali Beiba, alto cargo de la República Árabe Saharaui y Democrática (RASD) -recientemente fallecido por una enfermedad incurable-, y tenía como lema ‘Un Estado Saharaui Independiente es la solución al conflicto’.
El Polisario cuenta ya con 39 años de existencia, desde que comenzó su lucha como un movimiento por la independencia del Sahara Occidental frente al colonialismo español; pasó luego a ser una fuerza de resistencia armada contra la ocupación marroquí de esa antigua provincia española, hasta el armisticio de 1991 dentro de los acuerdos de paz que incluían la realización de un referéndum de autodeterminación; y ha llegado a ser finalmente una administración autónoma de la población saharaui, dividida en tres sectores: el primero formado por aquellos que permanecen en los territorios ocupados por el ejército marroquí; el segundo son los que viven en los territorios del Sahara Occidental liberados tras la guerra contra la potencia ocupante, que se encuentran bajo administración de la RASD igual que los refugiados en los campamentos del Tindouf en el sur de Argelia; y tercero los exilados en Europa y América, la mayoría de ellos residiendo fundamentalmente en España.
En las profundidades del desierto se han congregado más de dos mil congresistas, representantes de las diferentes ramas del Polisario, y entre ellos por primera vez en su historia han asistido delegaciones de las organizaciones civiles de los territorios ocupados. Además se ha contado con la presencia de varios cientos de invitados de organizaciones simpatizantes y Estados amigos, venidos de todas partes del mundo: el representante de la Unión Africana (la antigua OUA), los embajadores de Cuba, Unión Sudafricana, Venezuela, altos funcionarios de Nigeria, México, Angola, Argelia, Mauritania, y Timor Leste, recientemente independizado. También saludaron al Congreso los representantes de las fuerzas políticas españolas, con especial presencia de los vasco-navarros, y delegaciones del tejido asociativo civil de solidaridad con el pueblo saharaui. Estuvieron presentes numerosos delegados de las organizaciones civiles y políticas argelinas y entre las europeas destacó la presencia del partido de izquierda alemana, Die Linke, y el Partido Comunista Francés; también dirigieron unas palabras al Congreso representantes de Eslovenia y Croacia, antiguos miembros del Estado yugoeslavo.
El evento ha contado con una excelente organización que ha mostrado la eficiencia y preparación del Frente Polisario: se ha realizado bajo fuertes medidas de seguridad, que en ningún momento han supuesto una molestia para las cerca de dos mil quinientas asistentes, dentro de un despliegue militar que es consecuencia de los recientes acontecimientos en el norte de África. La guerra de Libia ha desestabilizado toda la región del Sahel con las tribus beduinas en pie de guerra, por un lado, y por otro, diferentes bandas de delincuentes, traficantes de drogas, luchadores integristas más o menos activos, etc.
En ese marco debe ser interpretado el secuestro de tres cooperantes europeos en los campamentos de refugiados de Tindouf unas semanas antes del Congreso. Según las informaciones que se han ofrecido a los presentes en el Congreso, el ejército polisario persiguió a los delincuentes por el desierto hasta Mali, deteniendo a siete de ellos y matando a otro en una refriega violenta. Sin embargo, no pudieron liberar a los cooperantes, por miedo a que los rehenes pudieran sufrir algún daño en la acción.
Las noticias acerca de los autores del secuestro son confusas. Podrían ser los miembros de una banda de delincuentes en busca de recompensa monetaria. Se habla de islamistas radicales, miembros disidentes de al-Qaeda, organización que se ha negado a asumir la autoría del hecho. El Ministro de Defensa saharaui ha acusado a los servicios secretos marroquíes de estar detrás de la acción. Y no falta quien asegure que los primeros responsables de los hechos se encuentran entre los mismísimos funcionarios de los servicios secretos del imperialismo de la OTAN. Pues el secuestro puede ser interpretado como una provocación hacia el Polisario en un momento de fuerte tensión bélica en el norte de África; y por eso, entre los presentes en Tifariti la guerra ha sido invocada en numerosas conversaciones informales.
Pero aunque las deliberaciones del Congreso eran secretas, no parece que la disposición a reanudar las hostilidades bélicas fuera la tónica dominante entre los participantes. Es muy probable que una guerra en las actuales circunstancias no favoreciera los intereses saharauis. Tras la firma del acuerdo de paz, han transcurrido dos décadas de convivencia más o menos pacífica en la región, durante las cuales el centro de gravedad de la lucha saharaui se ha trasladado hacia los territorios ocupados. Especialmente en los últimos años, las manifestaciones y protestas de los saharauis en los territorios ocupados se han sucedido bajo el incremento de la represión del Estado, con un elevado saldo de sufrimiento: asesinatos de civiles a manos de la policía, más de sesenta presos políticos en las cárceles marroquíes, veinticinco presos en huelga de hambre, asaltos en los barrios saharauis y violencia contra las protestas de la población civil, son una muestra palpable de la carencia de derechos civiles de la población marroquí, puesta de manifiesto por los activistas saharauis. Frente a la propaganda del régimen alauita, de que los saharauis se encuentran satisfechos bajo el Estado marroquí, estas acciones de protesta muestran una situación de descontento e insatisfacción que contradicen los asertos oficiales. De ahí que la presencia de los militantes saharauis en los territorios ocupados haya sido tan importante en este Congreso.
Además de confrontar esa coyuntura histórica, los representantes saharauis han afrontado algunos problemas de la organización interna. El documento político presentado al Congreso, realiza un balance autocrítico de la gestión estatal en los últimos años, señalando algunos déficits que deben ser superados. Pero sobre todo, este Congreso era el de la renovación generacional. Los luchadores saharauis que se han movilizado estos años en Marruecos se consideran iniciadores de la primavera árabe y los aires de cambio que agitan el mundo musulmán se han hecho sentir también aquí. Entre un 30 y un 40% de los representantes elegidos para el Congreso era gente joven, miembros de una nueva generación que debe asumir la responsabilidad de mantener la lucha saharaui por sus derechos legítimos, refrendados por las resoluciones de la ONU y reconocidos por numerosas naciones. Su lucha está respaldada por el reconocimiento de la RASD como Estado soberano por 85 países en el mundo, por su pertenencia a la Unión Africana y por el reconocimiento del Frente Polisario como legítimo representante del pueblo saharaui.
El problema del Sahara Occidental consiste en la realización del último proceso de descolonización, en el que el Estado español tiene una responsabilidad directa. Ese proceso fue interrumpido por la invasión marroquí del territorio saharaui y debe ser resuelto por un referéndum de autodeterminación según la legalidad internacional. Los recientes procesos de independencia en Timor Leste y el sur de Sudán, abren una esperanza para la solución pacífica al conflicto, tal como ha sido promovido por la ONU desde las conversaciones de paz a principios de la década de los 90. Sin embargo, Marruecos ha soslayado sus compromisos internacionales impidiendo la celebración del referéndum que haría posible zanjar definitivamente el asunto. Los saharauis, que abandonaron la lucha armada para poder realizar el referéndum, han visto defraudada su confianza en la comunidad internacional, que debería garantizar el cumplimiento de los acuerdos adoptados en el marco del derecho internacional.
Numerosos intereses se oponen a que el derecho prevalezca sobre la fuerza, y especialmente la estrategia de dominación de las potencias hegemónicas que se apoyan en el Estado marroquí para controlar el norte de África. Por eso, los saharauis saben que su lucha será larga; y a pesar de ello están determinados a vencer. Para ello cuentan con el apoyo de numerosas fuerzas en todo el mundo que son conscientes de la importancia del combate polisario por la emancipación del pueblo saharaui. El Derecho Internacional, como guía para la acción política racional, está de parte de los saharauis. Por eso su lucha debe contar con el apoyo de todas las fuerzas sociales conscientes de la realidad mundial en la que se desarrolla la humanidad moderna.
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