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EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Medio siglo de petróleo canario

La historia del petróleo que puede esconderse bajo las aguas isleñas y las arenas del Sahara reúne miniguerras, secuestros, espionaje, maniobras independentistas...
En 1958 quedaban algunos pocos molinos en las islas, dedicados a extraer agua de pozo o a la molienda. Los demás, la mayoría, estaban herrumbrientos y sus aspas parecían persianas rotas. Ese fue el año en que el Gobierno de Franco aprobó una ley de prospecciones petrolíferas con nombre y apellidos: la 'provincia', entonces, del Sahara Occidental. 
La llegada de los técnicos civiles creó los primeros problemas en el territorio. "Bandas descontroladas", según la página web de la Brigada Paracaidista (Ministerio de Defensa) secuestraron en marzo de 1961 a un grupo de trabajadores. Comienza el que se llamó 'conflicto de los petrolitos'. La II Bandera de la Bripac se traslada hasta Smara y se envía urgentemente a la primera a El Aaiún. Ambas colaboran con la Legión y con las Tropas Nómadas para recuperar la 'normalidad'. 
Un hito americano
En Las Palmas de Gran Canaria estaba la retaguardia logística de las empresas USA que participaban en la exploración. La isla era una vieja conocida de EEUU desde la guerra de Cuba, cuando Washington ideó un golpe contra España, neutralizado, al parecer, por el rey de Inglaterra. En Maspalomas la NASA tuvo una estación clave para la carrera espacial, y en La Palma, la CIA y la Marina contaban con hidrófonos de largo alcance para captar los movimientos de los submarinos soviéticos. 
Un avispado emprendedor docente, Pedro Sosa Santana, creador del Jaime Balmes, tuvo la idea de crear un colegio 'hispano-americano' y adquirió un enorme chalet, a medio construir, en Monte Lentiscal (Tafira), que contaba con un amplio 'patio de deportes'. Hasta mediada la década de los 60, durante las catas, los chicos y chicas yanquis, en régimen de internos, convivían con los isleños. Ellos jugaban al fútbol, americano, por supuesto, y arrollaban sin miramientos a los locales a base de empujón limpio. Hasta principios de los 70, según recoge la web oficial de la RASD (República Árabe Saharaui Democrática) las Mobil Oil, Gulf, Texaco y ESSO reconocieron 180.000 kilómetros cuadrados inhóspitos de arena y rocas. 
"Algo había", me contaba en plena y apresurada descolonización un militar que llegaba en la 'Operación Golondrina'. "Pero los resultados son secretos". Lo mismo asegura el Polisario, aunque da por hecho que hay "importantes recursos energéticos". 
De pronto, igual que aparecieron los americanos, desaparecen. Y un manto de silencio cae sobre aquella operación, sin duda destinada a buscar recursos que respalden el 'plan de desarrollo'. Fuentes oficiosas daban por hecho que "necesariamente" lo que se halló no era rentable en el entorno mundial: "mala calidad y alto coste de explotación", confesaban. Las arenas del desierto fueron cubriendo inexorablemente los puntos de extracción, que solo figuran en la documentación de la D.G. de Minas o en los expedientes que guardan las petrolíferas. Y en la memoria de algunos saharauis o canario. De reojo se miraba al cercano Archipiélago. La 'bolsa' podría extenderse desde los fondos marinos próximos a las Islas hasta el subsuelo del desierto.


Resurge el tesoro negro
En 1978, el petróleo 'canario' vuelve a la actualidad. El Consejo de Ministros aprueba rápidamente en febrero -la comisión y el pleno del Congreso resuelven el asunto en dos días- la Ley que crea la Zona Económica Exclusiva, y que, en aquellos momentos, fue más una maniobra de estrategia política a medio y largo plazo que otra cosa. Consumada la descolonización del Sahara, Marruecos, tras el Tratado de Madrid, había ampliado sus aguas territoriales de tal manera que estas llegaban a solo 12 millas del Archipiélago. El objetivo declarado de Madrid era asegurar la riqueza pesquera insular, tras frecuentes encontronazos con las autoridades de Rabat. Pero eso era solamente la superficie; y pocas veces mejor dicho. El 'club de las 200 millas', como decía un amplio reportaje publicado por LA PROVINCIA el domingo 22 de enero de 1978, formado por Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Uruguay, El Salvador, el Mercado Común (actual Unión Europea) EE UU y la URSS, que habían ido aprobando sus aguas 'económicas', fueron la perfecta cobertura. España, potencia marítima con presencia en el Atlántico, había encontrado la legitimación 'colectiva'. 

Una Ley abre la puerta
Esta Ley 15/1978, de 20 de febrero, tenía efectos colaterales, que también desvelaba LA PROVINCIA: uno era negociar de igual a igual con Marruecos el establecimiento de la mediana; para lo que una enmienda socialista había incluido el 'cinturón archipielágico', que se adelantaba a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en Montego Bay (Jamaica) de 1982 en un intento de 'hecho consumado'. Otro era lo que en varios expertos consultados consideraban como "indicios racionales de existencia de hidrocarburos en zonas próximas". 
De ser una 'leyenda urbana' el petróleo canario pasaba, así, a ser algo real de cara al futuro. Era un "por si las moscas". Antonio Márquez Fernández, economista, entonces asesor del Ministerio de Transportes, político de la UCD, profundizaba en este aspecto: "Concretamente (hay que considerar) las posibilidades en materia de minerales del subsuelo marino, de petróleo, etc. Esto parece un poco ciencia ficción actualmente, pero existen datos elocuentes al respecto". 
En Marruecos se pensaba lo mismo, pero con respecto a sus intereses. "En los últimos años -se desvelaba- Hassan II ha concedido licencias para investigación y prospección en aguas cercanas a Canarias". Los pormenores se habían publicado en diversos medios de comunicación. El Gobierno español, en realidad, estaba actuando en dos vías paralelas: la política, y la que aconsejaba el Programa Nacional de Investigación Minera. Si había un tesoro escondido, vamos a buscarlo como los demás, podría ser el resumen. 
En 1978 ya no quedaban molinos de viento activos, excepto algunos que se conservaban como reliquias o con motivos decorativos. Los primeros 'aerogeneradores', que eran a los viejos molinos como los aviones de reacción a los primitivos cacharros volantes, llegaron en los 90 y se engancharon a la red en el 2000.
Cuando José Manuel Soria, ministro de Industria, Comercio y Turismo con Mariano Rajoy, recupera el tema del petróleo a los pocos días de tomar posesión de su cargo, en realidad las cosas apenas han cambiado en los últimos 54 años. Básicamente, Marruecos y España compiten 'sotto voce' por un mar que puede encerrar bolsas de crudo o de gas, no se sabe muy bien qué, ni en qué cantidad. Ambos estados ya se han puesto en contacto, y en su caso firmado acuerdos, con multinacionales del sector. Repsol aparece como pionera y preparada para dar el definitivo salto adelante. Pero hay una nueva realidad energética: si Antonio Márquez decía en enero de 1978 que encontrar petróleo parecía una historia de ciencia ficción, lo mismo se pensaba de convertir el viento en una fuente eléctrica estable y suficiente. Los molinos de una agricultura tradicional en una economía preindustrial y preturística, han dado paso -a pesar de múltiples dificultades, incompetencias y una dosis importante de corrupción- a auténticos 'parques' eólicos en cadena. En algunas regiones, como Navarra y Galicia, el viento enganchado a la red supera a la energía tradicional de las centrales térmicas, carbón, fuel y gas. Angela Merkel, líder de la CDU alemana, se ha atrevido a lo impensable antes del accidente de la planta atómica de Fukushima: le ha sacado la tarjeta de caducidad a la energía nuclear y anuncia su progresiva sustitución por la eólica y el gas; con lo cual coincide con el SPD y Los Verdes. Obama, por su parte, se ha planteado asimismo aprovechar al máximo las posibilidades del viento, y toma como ejemplo a España y a su floreciente y vanguardista industria especializada.
El tiempo se le agota al petróleo; dentro de algo más de una década, quizás ya no se hagan más guerras 'petrolíferas' ni le valga la pena a potencias y multinacionales derribar gobiernos, algo cada vez más difícil por la globalización: internet llega a la base social de todos los países que rechaza estas acciones como algo incompatible con las reglas de la democracia.


Escalada de la tensión
Cuando en octubre de 2002 aparecen en la prensa informaciones sobre contratos entre Repsol YPF y dos empresas, una alemana y otra australiana, para explorar cuadrículas que pueden albergar gas y petróleo en un área cercana a Canarias, se renueva la polémica. Hay una fecha clave: el 21 de diciembre de 2001 el Consejo de Ministros otorga a Repsol los permisos de investigación en el Atlántico frente a las costas de Lanzarote, y aunque en 2004 el Tribunal Supremo los anula provisional y parcialmente por no contemplar las obligadas medidas de protección medioambiental, el rey Mohamed VI no se queda quieto. De pronto se suceden acontecimientos imprevistos y en algún caso 'misteriosos'. En el primer semestre de 2002 las relaciones entre Rabat y Madrid parecen una olla a presión con el pitorro a punto de salir volando. Entre las explicaciones diplomáticas que recogen medios nacionales e internacionales se mezclan las diferencias por la renovación del tratado de pesca con la UE, la cíclica reivindicación alauita de Ceuta y Melilla, el conflicto del Sahara... La 'guerra de Perejil', entre el 11 y el 20 de julio, con la toma del islote por soldados marroquíes y su 'reconquista' por tropas de elite españolas, fue un grave incidente de hondo calado a pesar de las apariencias anecdóticas y de lo que se frivolizó la cuestión.
Cronológicamente, entre 2002 y 2004 hay otros datos de interés, como una 'guerra secreta' en la que los servicios de inteligencia marroquíes utilizan las posibilidades de internet para poner en marcha una amplia maniobra de intoxicación, detectada al unísono por un periodista y por el CNI. Cientos de artículos y 'cartas al director' fueron enviadas desde servidores fantasmas a medios locales y nacionales. Una investigación de LA PROVINCIA averiguó que ninguno de los 'remitentes' existía en el censo. Eran 'fantasmas'. Mientras tanto, grupos independentistas pagaban anuncios en la prensa isleña apoyando las tesis de Marruecos. Alguno revelaba que había sido recibido amablemente por autoridades de Rabat.
El 7 de marzo de 2002 el Frepic Awañac saca un 'comunicado' en el que critica que Madrid ampare al Polisario "una organización terrorista que está manchada con la sangre de ciudadanos canarios que fueron vilmente asesinados en aguas saharianas a principios de la década de los ochenta". Y puntualiza, por si quedara alguna duda: "Nuestra organización rechaza que Canarias vuelva a ser utilizada como instrumento de agresión contra nuestro vecino más próximo, el reino de Marruecos, y contra su pueblo..."
Las prospecciones petrolíferas dividieron claramente a las fuerzas políticas canarias; y sobre todo, se fraguó un frente opositor en Lanzarote y Fuerteventura, que veía como un inasumible factor de riesgo para la economía turística la presencia de plataformas en sus cercanías. El tremendo accidente del Golfo de México, que provocó que la administración Obama endureciera los requisitos para las concesiones marítimas, enfrió los ánimos de muchos dirigentes políticos, económicos y sociales. 
A la vez que Coalición Canaria mantenía una prudente ambigüedad, forzada por sus sectores ecologistas, y por sus integrantes conejeros, majoreros y antipetroleros, el independentista Antonio Cubillo se convertía en un ferviente partidario de la explotación de hidrocarburos "dentro de la nación canaria". Igualmente, soberanistas menos africanistas, del ala liberal, como el economista Jorge 'Ancor' Dorta. Dorta, que afirma en 'Canarias con futuro' (Editorial Benchomo 2010) que "el gas y el petróleo que hay en nuestras aguas, así como el gas y el petróleo que hay en las cuencas de los países vecinos es una oportunidad de desarrollo única..." 


El mercado mundial del crudo
La inestabilidad en la despensa mundial del petróleo, que ha aumentado vertiginosamente desde la invasión de Irak y con la ambición de los ayatolás iraníes de convertirse en potencia regional mediante la consecución de la bomba atómica y su capacidad misilística, reavivan el interés por reservas olvidadas, que si han permanecido medio siglo aparcadas por su deficiente calidad en el mercado o por las dificultades y carestía de su producción, pueden, por las circunstancias, ser una alternativa de seguridad para el suministro.
Pero, 'o tempora o mores'. En Canarias frecuentes movilizaciones que han frenado determinadas infraestructuras por considerarlas incompatibles con el medio ambiente y una economía sostenible, constituyen una señal de advertencia de que "ya no todo se subordina al enriquecimiento si hay efectos secundarios", como se ha expuesto en la polémica por la regasificadora en Arinaga o en la oposición de las instituciones de Lanzarote y Fuerteventura a las torres de perforación. Y es que el crudo, formado en el interior de la Tierra hace millones de años, no solo se ve como el pasado sino como un peligro. 
Y encima, ha llegado el cambio climático, que ya nadie niega. Cada pez raro que llega a Canarias, cada centímetro que sube el nivel del agua en los puertos, cada aumento de la temperatura media, hacen nuevos adeptos para el 'desarrollo sostenible". Antonio Morales, alcalde de Agüimes, considera el cambio de estrategia "una cuestión de vida o muerte". 
Posibilistas contra idealistas; aunque los idealistas reclamen para sí la condición de realistas y "más pragmáticos".
Soria no hará un paseo militar (además, hasta en los paseos militares se han puesto de moda los silbidos y abucheos) si, como en la era Aznar, el PP impulsa la búsqueda de petróleo. Fuera (en Marruecos) y dentro (ecologistas, parte de la izquierda e instituciones vinculadas al turismo) pueden declarar otra 'guerra de los petrolitos'. Claro que en una crisis económica como la actual, muchos anteponen el empleo a los riesgos del futuro.



Fuente: laprovincia.es

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