Las revoluciónes árabes del " jasmín " en todo el norte de África, el acenso electoral de los islamistas en Marruecos y los informes de la embajada de los Estados Unidos en Rabat distribuidos por wikileaks y donde se menciona las corrupciones de la familia real alauita han dejado en franca debilidad a la monarquía y la figura del rey Mohamed VI, quien fue objeto reciente de la crítica de los medios internacionales tras el brutal desalojo de un campamento saharaui en el Aaiún, mientras permanece sin resolver en la ONU la cuestión del Sáhara Occidental.
Es en este marco político en el que se ha inscrito la visita a Rabat y al Rey Mohamed VI del presidente español Mariano Rajoy que ha tenido la amabilidad de presentarse en el país vecino como un “amigo de Marruecos”. Generosa cortesía la del líder del PP que no hace mucho contempló una manifestación contra el Partido Popular, organizada por los agitadores del régimen de Rabat. No pasa nada, “estamos condenados a entendernos” se suele decir en estos casos y además Marruecos sigue teniendo en sus manos no pocas llaves de la relación hispano-marroquí, con el control de las pateras que cruzan el estrecho –ahora muchas menos por la crisis del empleo en España-,
la pesca y el discurso de reivindicación de Ceuta y Melilla que Mohamed VI saca a los medios cuando tiene tensiones con España o algún problema interior que desea desviar hacia otras cuestiones de índole nacionalista.
España también tiene sus llaves, para empezar la del paso del Estrecho de Gibraltar de personas y mercancías que vienen o van a Marruecos, su importante sillón en el seno de la Unión Europea, las inversiones de empresas españolas en territorio marroquí y el cerca de millón de ciudadanos de Marruecos que habitan hoy en nuestro país. Y reciente está en la memoria de todos el caso del peñón de Perejil que España recuperó por la fuerza militar tras el desafío de Mohamed VI, que siempre sueña como emular aquella “marcha verde” de su padre Hassan II, con la que se quedó con el Sáhara, aprovechando la enfermedad y muerte de Franco.
Ahora el que está débil es el reinado de Mohamed VI, el rey que durante un tiempo retiró su embajador en Madrid o prohibió la entrada de periodistas españoles en su país y quien ahora sabe que precisamente esos medios de comunicación españoles, que se ven, escuchan y leen con facilidad al sur del Estrecho, podrían crearle un serio problema al monarca alauita que ha pasado de amenazar al PP y España en no pocas ocasiones a cortejar a Rajoy y España por la cuenta que le trae.
Que también es cuenta que nos interesa a los españoles porque es claro que una desestabilización política y pro islamista en nuestro vecino del Sur crearía tensiones e incertidumbres, además de no pocos problemas de seguridad y de cooperación. O sea, tengamos la fiesta en paz y ojalá que las relaciones entre ambas naciones se desarrollen en un ámbito de mutuo respeto y de tranquilidad. Lo que no parecía fácil meses y años atrás pero ahora es más factible porque el régimen de Mohamed VI –al que cuidan y protegen los EE.UU, Francia y España también, está pasando momentos de franca debilidad.
la pesca y el discurso de reivindicación de Ceuta y Melilla que Mohamed VI saca a los medios cuando tiene tensiones con España o algún problema interior que desea desviar hacia otras cuestiones de índole nacionalista.
España también tiene sus llaves, para empezar la del paso del Estrecho de Gibraltar de personas y mercancías que vienen o van a Marruecos, su importante sillón en el seno de la Unión Europea, las inversiones de empresas españolas en territorio marroquí y el cerca de millón de ciudadanos de Marruecos que habitan hoy en nuestro país. Y reciente está en la memoria de todos el caso del peñón de Perejil que España recuperó por la fuerza militar tras el desafío de Mohamed VI, que siempre sueña como emular aquella “marcha verde” de su padre Hassan II, con la que se quedó con el Sáhara, aprovechando la enfermedad y muerte de Franco.
Ahora el que está débil es el reinado de Mohamed VI, el rey que durante un tiempo retiró su embajador en Madrid o prohibió la entrada de periodistas españoles en su país y quien ahora sabe que precisamente esos medios de comunicación españoles, que se ven, escuchan y leen con facilidad al sur del Estrecho, podrían crearle un serio problema al monarca alauita que ha pasado de amenazar al PP y España en no pocas ocasiones a cortejar a Rajoy y España por la cuenta que le trae.
Que también es cuenta que nos interesa a los españoles porque es claro que una desestabilización política y pro islamista en nuestro vecino del Sur crearía tensiones e incertidumbres, además de no pocos problemas de seguridad y de cooperación. O sea, tengamos la fiesta en paz y ojalá que las relaciones entre ambas naciones se desarrollen en un ámbito de mutuo respeto y de tranquilidad. Lo que no parecía fácil meses y años atrás pero ahora es más factible porque el régimen de Mohamed VI –al que cuidan y protegen los EE.UU, Francia y España también, está pasando momentos de franca debilidad.
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