¡SAHARAUI, SAHARAUIA, EIDA FEIDAK LILHURRIA! (tu mano junto a la mia hasta la libertad) ¡Rompamos el bloqueo informativo. Derribemos el Muro de Silencio! ¡LABADIL, LABADIL, AN TAGHRIR ALMASSIR! (No hay otra opcion que la autodeterminación)

EL SÁHARA DE LOS OLVIDADOS اِل ساارا دي لوس اُلبيدادوس




"Háblale a quien comprenda tus palabras"
"Kalam men yafham leklam"

Sombras refugiadas en el desierto

Crecer en pleno desierto, siendo un refugiado obligado a vivir en el exilio por imperativo y exigencia de las pretensiones anexionistas marroquíes, hace que los saharauis tengan que mamar desde que nacen leche con sueños de independencia. Son los refugiados que viven desde hace 38 años en los campamentos de refugiados saharauis de Tindouf (Argelia), gracias a la ayuda del país amigo Argelia y dependiendo exclusivamente de la ayuda humanitaria internacional. También son, eso sí, los grandes olvidados del mundo y, a la vez, el mayor ejemplo que jamás ha habido de eficiencia y optimización de recursos en una población refugiada, según la Agencia de la ONU para los Refugiados, ACNUR.
El dia 20 de junio, fué el Día del Refugiado. Es el día para hablar de ellos, para que nos inunden la cabeza de cifras espantosas que a muchos les sorprenden. 40 millones de personas refugiadas en el mundo, más de la mitad menores de 22 años y todos obligados a abandonar su tierra por motivos ideológicos, políticos, raza, lengua. Menudo mundo ignorante, intolerante y plagado de prejuicios… Eso es lo que tenemos en esta bola habitada que la que vivimos y que no tiene culpa alguna. Pero las cifras aportan datos cuidadosamente medidos para no dañar los intereses político-económicos de las potenciales mundiales. Cuánto cinismo también.
El primero, evidente: Marruecos, ocupante ilegal de casi la totalidad del territorio del Sáhara Occidental, que mantiene sometida a la población a una brutal represión y a la sistemática violación de los derechos humanos de su pueblo. El segundo, España, que abandonó a su suerte al pueblo saharaui, dejando sin concluir su proceso de descolonización y manteniendo, desde 1975, una política de silencio con respecto a su antigua colonia, la última que queda en África.
Los demás, reunidos en la magnánima ONU, incapaces de hacer cumplir siquiera sus propias resoluciones, son ahora rémoras de una Francia poderosa que parece tener la sartén por el mango.

Esos refugiados saharauis llegaron al exilio hace 4 décadas huyendo de violentos ataques marroquíes con bombas de racimo, napalm y fósforo blanco. Sufren las inclemencias más severas que el desierto puede tener, con terribles tormentas de arena, sirocos, 50ºC de calor en verano y muy bajas temperaturas en invierno. Lloran y padecen la distancia de sus familias, por estar separados por un muro marroquí de 2.700 km que divide el territorio del Sáhara Occidental y a su pueblo en dos. Y se enfrentan desde más de un año y medio a la feroz crisis económica mundial, que ha recortado a la mínima expresión las aportaciones de los países donantes de ayuda humanitaria, condenándoles a la hambruna y a unas condiciones de vida lamentables, que se agravan por la desidia internacional, incapaz de encontrar soluciones al conflicto político que pone en riesgo miles de vidas.
Y son un modelo ejemplarizante de autosuficiencia en la gestión de recursos, porque son las propias mujeres saharauis -encomiable labor la suya a lo largo de 38 años- quienes diseñaron y pusieron en funcionamiento un sistema de control y de reparto de la ayuda humanitaria propio, con una infraestructura modélica que auto-gestionan. ACNUR debería haber cumplido también su parte del trato. Como Agencia de la ONU para los Refugiados debe instar a la comunidad internacional para hacer visible la situación de los refugiados saharauis, debería haber participado activamente en las negociaciones dirigidas a la solución política de este conflicto, creando también cauces viables para el regreso del pueblo saharaui a su país libre. Ese es también su cometido, pero esos 38 años que ya han transcurrido -cuando los programas de ACNUR están previstos para periodos máximos de 8- son demasiados para todos y la falta de previsión atenaza a una población indefensa, a quien ahora también le sobrevuelan los vientos de guerra.
Estos niños deben crecer y jugar en libertad. Estas madres tienen derecho a reunir a sus familias. Estos padres tienen que poder abandonar definitivamente la impotencia y a la juventud saharaui, más formada y preparada que nunca, activa y dinámica en sus reivindicaciones de independencia, se le deben abrir las puertas de un nuevo país libre, cuyos retos pueden y deben asumir para construir su República Árabe Saharaui Democracia independiente y en libertad, alejados por fin de las sombras de los campamentos de refugiados saharauis en el desierto.

Fotografías © Joaquín Tornero


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