El mundo califica Argelia de potencia regional. Incluso Nicolas Sarkozy lo reconoció públicamente. Es una realidad que vale su peso en oro en el equilibrio de fuerzas en el Magreb. En particular, desde que África del Norte está afectada por esta ola de inestabilidad que amenaza con atravesar el Mediterráneo hacia la Ribera norte.
Túnez, Libia, Malí, todos cuentan con la ayuda de Argelia para acabar con la amenaza terrorista. Las delegaciones de los tres países se suceden en Argel para solicitar su apoyo militar y económico. Esta realidad cuenta mucho en el resultado del conflicto del Sáhara Occidental.
Para mantener su control en el Sáhara Occidental, Marruecos intenta a cualquier precio aparecer como potencia a la altura de Argelia. Pero resulta que Rabat no tiene los medios económicos ni militares para ello. Marruecos tampoco tiene fronteras con todos estos países para poder vender su apoyo. El país de Mohammed VI solo puede contar con la mentira, el engaño y la tergiversación.
En este contexto, Rabat intenta imponer una presencia ilusoria en Malí la víspera de la visita a Bamako de una delegación del Consejo de Seguridad conducida conjuntamente por Francia y Chad para tratar de reactivar el proceso de paz en aras de encontrar una solución a la situación en el norte del país.
La visita de los jefes tuareg del MNLA pretende dar a Marruecos el lugar que le falta para igualar a Argelia y así imponer sus ambiciones colonialistas en el Sáhara Occidental.
Fuente: diasporasaharaui-es
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