Hablamos del Sáhara, no en clave de ley o precepto religioso, sino en clave de Derecho Humanos (DDHH). Y es que, a finales de este mes, se debatirá en el Consejo de Seguridad de la ONU la renovación del mandato de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), creada hace más de 23 años y prorrogada cada 6 meses.
Un repaso al mandato de esta misión, deja en entredicho el papel de este organismo que se ha caracterizado por una dejadez en sus funciones y que le cuesta a la ONU 60 millones de dólares.
La MINURSO tiene, entre sus cometidos, supervisar el alto el fuego firmado por Marruecos y el Frente Polisario. En este sentido, Marruecos ha violado de forma sistemática el alto fuego, utilizando la violencia contra la población civil saharaui en los territorios ocupados y adoptando desde el 2005, una política consistente en armar a los colonos marroquíes para atacar a la población civil saharaui y destruir sus bienes y siendo denunciados estos hechos en más una ocasión por organizaciones saharauis como el Comité contra la Tortura de la ciudad ocupada de Dajla.
La MINURSO también debe verificar la reducción de tropas de Marruecos en el Territorio y Marruecos no sólo ha aumentado su maquinaria bélica en el Sáhara (80% de las tropas marroquíes se encuentran en el Sáhara Occidental actualmente), sino que ha armado a grupos auxiliares de colonos, traídos desde el norte de Marruecos con ese propósito.
Según el último informe de The World Fact Book de la CIA sobre gasto militar de los países, Marruecos está en la cima de la lista en adquisiciones armamentísticas; varias organizaciones de defensa del pueblo saharaui en el Estado español denunciaron en 2013 la venta de armas a Marruecos por parte del Gobierno, que desde 1995 hasta 2012 exportó material bélico a Marruecos por valor de más de 250 millones de euros de forma ininterrumpida, una circunstancia que infringe la legislación internacional que regula la exportación de armas a países en conflicto.
Asimismo, la MINURSO también debe tomar medidas con las partes para asegurar la liberación de todos los prisioneros políticos o detenidos. Al respecto, sólo el Frente Polisario ha liberado presos bajo la supervisión de Cruz Roja Internacional, aunque no eran presos políticos sino prisioneros de guerra apresados en batallas militares. En cambio Marruecos ha seguido deteniendo arbitrariamente a la población saharaui, principalmente estudiantes universitarios, activistas de derechos humanos, intelectuales, etc., todo ello por el mero hecho de ser saharauis y no aceptar la ocupación marroquí. Es destacable el caso del campamento de Gdeim Izik, donde en octubre del 2010 se agruparon 20.000 saharauis para pedir mejoras en su nivel de vida y viviendas dignas, por lo que 24 jóvenes han sido juzgados por un tribunal militar y condenados, algunos de ellos, a cadena perpetua.
Y finalmente la MINURSO también debe hacer efectivo el programa de repatriación (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados) que, exceptuando las tímidas visitas programadas por la ONU entre familias saharauis de los campamentos de refugiados en Tindouf (Argelia) con sus familiares de los territorios ocupados, en nada se ha avanzado en este tema. Actualmente, prácticamente todas las familias saharauis están repartidas y sin posibilidades de reagruparse debido al Muro construido por Marruecos; esta situación dura ya más de 30 años y es imprescindible la aprobación por la Asamblea General de la ONU una resolución que reconozca y apoye el derecho inalienable al retorno de toda la población refugiada saharaui.
Visto que todo esto para lo que fue creada la MINURSO ha sido sólo papel mojado, es hora de dotar a este instrumento de su propio significado y sentido. La MINURSO ha sido, es y será ineficaz si no se le dota de las mínimas competencias para ser creíble. Creíble en primer lugar ante el pueblo saharaui, y en segundo lugar ante los actores políticos del conflicto. Lo contrario es dar sólidos motivos a aquellos que propugnan romper las relaciones con la ONU por parte del Frente Polisario.
¿Cómo es posible que sea la única misión de la ONU en el mundo en la cual no está entre sus cometidos la vigilancia de los derechos humanos quedando fehacientemente probado la constante violación de éstos? ¿Acaso no es competencia de la ONU la verificación del respeto a los derechos humanos en el Sáhara Occidental? ¿Han de producirse acontecimientos tan deplorables como los sucedidos anteriormente en Ruanda o los Balcanes para que la comunidad internacional preste su atención? Todo debate y solución en estos términos no son sino mandamientos para el pueblo saharaui, es decir, una serie de órdenes/mandatos de tipo general sin precisión de lugar ni tiempo y que no valoran las situaciones concretas de cada momento. Vamos, como los diez Mandamientos.
Por Nayib Ahmad Salam y Eneko Calle
Fuente: naiz.info
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