La Patria refugiada, en campamentos exiliada, por un muro dividida, otea el horizonte libertario.
Los años se suceden y el refugio se vuelve hogar, la vida sencilla se acompleja y da paso a la modernidad.
La vida se vuelve monotonía y la solución se aleja sin piedad,
cronos se congela y parece que nada lo puede reanimar.
Es mi cruda realidad, es mi vida, la de mi pueblo que se consume, qué fatalidad.
Los tambores de guerra resucitan al otro lado rememorando la gloria del pasado, tras el muro silencioso,
el genocidio es inexorable, el pueblo avasallado se resiste al infatigable opresor.
Tomó las calles y protestó, no quería esa vida.
Toma la palabra y denuncia, no tolera más el abuso.
Tomará las armas en pie de guerra, su paciencia se agotará.
Es mi cruda realidad, es mi vida, la de mi pueblo que dice basta ya.
La tierra explota al caminar, las minas destruyen sin piedad; el muro en silencio a nadie parece molestar, a su alrededor no hay vida, no hay nada, es un asesino sigiloso que liquida en el oscuridad.
Por Sidi Moh Talebbuia
Fuente: haiyusahara
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