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50 meses sin Said Dambar

Said Dambar yace en la morgue de El Aaiún
Se cumplen 50 meses del asesinato del joven saharaui Said Dambar. Por ello, y para que se conozca su historia desde el prisma de uno de sus allegados, su hermana Metu Dambar, reproducimos hoy la parte que se le dedica a él en el reportaje “La huella de la tortura”, el publicado en la revista Cambio 16 el pasado 7 de julio de 2014.

Metu Dambar, hermana del mártir: “Estamos en la lista negra de las autoridades marroquíes”.

El cuerpo del joven Said Dambar, asesinado a tiros por la policía marroquí el 22 de diciembre de 2010, permaneció en la morgue de El Aaiún durante casi 18 meses y nunca ha sido entregado a la familia. Las autoridades marroquíes aseguran haberlo enterrado, aunque no comunican ni dónde ni cuándo.

Said moría a los 26 años en El Aaiún, como consecuencia de los disparos recibidos al salir de un cibercafé en el que había presenciado un partido de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Athletic de Bilbao. 

Desde entonces su familia ha mantenido una desigual lucha contra el Estado marroquí. La primera versión de los hechos fue que había fallecido a consecuencia de un enfrentamiento con la policía. A las pocas horas la versión oficial cambió: la muerte se produjo como consecuencia de un disparo accidental de arma. La familia exigía una autopsia que determinara las circunstancias reales del fallecimiento, ya que cuando fueron a identificar el cadáver comprobaron que Said tenía un orificio de bala entre los dos ojos. Una fotografía tomada con un teléfono móvil así lo acredita. La Policía marroquí mantiene que la muerte responde a un accidente: Said Dambar y el policía eran amigos, habían bebido alcohol y un disparo fortuito ocasionó la muerte del joven saharaui. 

Entre los objetos personales devueltos a la familia por la policía se encontraba el pantalón de Said, pero la camisa había desaparecido. No hay explicaciones ni investigación. El 12 de octubre de 2011 se celebró el juicio, pero la justicia marroquí ya tenía escrita la sentencia para este caso: el disparo se produjo por accidente.
Metu Dambar, en su casa familiar, el pasado 22 de junio de 2014
©Radio Maizirat

«Cuando fuimos a verle a la morgue del hospital Hassan Ben el Mehdi, vimos que mi hermano tenía una huella de la bala en la frente y otra en el pecho… Fue un asesinato intencionado del que no tenemos más prueba que el hecho de que las autoridades marroquíes rechazaran hacerle la autopsia y que no se nos haya entregado jamás el cuerpo para enterrarlo», asegura Metu Dambar, hermana de Said Dambar, joven saharaui de 26 años, licenciado en Ciencias Económicas con un postgrado en Administración de Empresas, que fue asesinado por las fuerzas de ocupación marroquíes en 2010. 

A sus 38 años, Metu emplea todos los recursos que le ofrece su formación en leyes para reivindicar sin atisbo de cansancio la justicia que le corresponde al caso de su hermano. «Hasta el día de hoy no sabemos dónde está su cuerpo, sólo tenemos conocimiento de que permaneció 17 meses y 13 días en el depósito, sin que se le practicara la autopsia. Han pasado 41 meses de su muerte y seguimos solicitando que nos muestren la realidad de lo que pasó entonces. Que Dios le tenga en su gloria». La familia de Said se ha convertido en un ejemplo de la resistencia del pueblo saharaui frente al ocupante marroquí. Desde sus padres, Sidahmed Abdelwahab y Khira Ahmed Embarek, hasta sus cinco hermanos -unos residentes en El Aaiún ocupado y otros en Lanzarote- han denunciado el crimen a nivel internacional en el Foro Social Mundial, ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU, así como en numerosas charlas en ciudades de toda España. 

«Hemos llevado el caso al Tribunal de Ginebra, porque necesitamos ayuda internacional para que nos digan dónde está el cuerpo de mi hermano, pues año y medio después de su muerte, nos dijeron que lo habían enterrado, pero sabemos con el 100% de certeza que no es verdad, porque no quieren revelar su paradero», asegura Metu Dambar. Marruecos reacciona ante las reivindicaciones de la familia unas veces intentando comprar su silencio, con ofertas de vivienda o trabajo, y otras con el desproporcionado uso de violencia física y psicológica. Hubo amenazabas con desenchufar la luz de la morgue donde permanecía el cuerpo sin vida de Said y, posteriormente, las hermanas y su madre han sido atacadas de manera brutal, como queda fiel testimonio en las fotografías y vídeos colgados en internet. 

La tortura que de manera permanente atenaza a la familia Dambar es no saber dónde está el cuerpo de Said, no poder cumplir con la tradición religiosa musulmana de dar sepultura al mártir que ha dado su vida por la causa saharaui y no poder velar su tumba en las fechas más señaladas del calendario. «Nuestro sufrimiento no sé medirlo -relata Metu Dambar-. La primera fase fue su martirio, con la casa rodeada y la amenaza de las autoridades marroquíes que nos dijeron que estamos en la “lista negra” porque pedíamos la prueba pericial para saber la verdad de lo ocurrido, es nuestro derecho, como lo es también poder enterrarle. Los familiares, amigos y personas que quisieron mostrarnos su solidaridad y demostrar su posición más férrea aún en el apoyo al derecho de autodeterminación y a la independencia del pueblo saharaui, no pudieron hacerlo tampoco y también entran en la lista negra por apoyar la autodeterminación del Sahara». 

El padre Sidahmed Abdelwahab, experimentó un empeoramiento de salud desde el asesinato de su hijo. Fue trasladado a un hospital de Rabat, pero falleció en agosto de 2011 sin recibir tratamiento. El cuerpo tuvo que ser velado en un domicilio particular en El Aaiún, mientras regresaban los familiares desde Rabat, porque les negaron el acceso a la morgue. Tampoco la familia que reside en Lanzarote recibió autorización para regresar al entierro del padre como represalia por las movilizaciones en memoria de su hermano Said. 

«Mi padre murió por el sufrimiento de haber perdido a su hijo y por no haber podido enterrarle -afirma Metu Dambar-. El día de su entierro, las fuerzas marroquíes prohibieron a la gente asistir, atacaron nuestra casa, nos quitaron el derecho a vivir una vida normal. Mi madre, que Dios le de edad, ha estado enferma últimamente. La llevamos al hospital y dijeron que había que someterla a una operación, pero nosotros lo rechazamos porque ya vimos cómo se comportaron con mi padre. Temíamos esa operación y la mandamos a España, donde los médicos que la estudiaron nos dijeron que el sangrado que tenía era más por motivos psicológicos que físicos, y que no necesita esa intervención. Ahora toma el tratamiento que le han dado, pero su sufrimiento permanece y es muy duro ver en su mirada cómo recurre a Allah el Grande mientras nosotros nos sentimos inválidos porque no podemos cumplir su deseo de recuperar el cuerpo de su hijo para enterrarle”.  

Cuenta Metu Dambar que «mi hermano trabajaba conmigo en la administración, en el Ayuntamiento de El Aaiún. Estaba soltero, era muy joven y tenía hobbies, sobre todo el kárate… Siendo el pequeño de la familia, para mí, más que hermano, era mi amigo, confidente, todo. Ahora verdaderamente estamos muy afectados, no sólo la familia sino todo el pueblo saharaui. A mí me pesa el poder que se me ha dejado personalmente, no duermo bien, no tengo una vida tranquila y el motivo es que mantengo la paciencia, gracias a Dios, y me aferro al trabajo decidido. Nosotros nos apoyamos en Dios y nos basta».

Consciente de que el caso de su hermano tiene peso específico en la solución de la causa saharaui, por ser mediática y permanecer vigente hasta que se realicen las comisiones de Verdad y Justicia y se confirme el paradero del cuerpo, Metu Dambar asegura que «el caso de mi hermano mártir Said Dambar y otros muchos, sólo son ríos pequeños que llevan a otro más grande, que es el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y, claro, a su independencia. Tenemos esperanza en Dios y no hay ningún derecho que se pierde mientras alguien lucha por él». Presionados, asediados, maltratados y con la permanente espada de Damocles pendiendo sobre su cabeza por la incertidumbre del no saber y la impotencia, la familia Dambar supera ahora también una complicada situación económica, al haber sido despedidos los hermanos de Said de sus empleos en El Aaiún. «Nos echaron del trabajo -comenta Metu dolorida por dentro- y nos han dicho que es porque queremos enterrar a nuestro hermano. Es la lista negra, en la que entra cualquiera que pida o reivindique el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui, en el que las autoridades marroquíes no creen».    

© Elisa Pavón 
 Con la colaboración de Radio Maizirat y Jadiyetu El Mohtar


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