Madrid (España).- "España debería reconocer el error" que cometió con la firma de los Acuerdos de Madrid, el 14 de noviembre de 1975, por los que entregó a Mauritania y Marruecos la administración del Sahara Occidental, afirma el historiador José Luis Rodríguez Jiménez.
Rodríguez acaba de publicar "Agonía, traición, huida. El final del Sahara español" (Crítica), en donde analiza los acontecimientos que entre octubre y noviembre de 1975 se sucedieron de forma vertiginosa, con un régimen franquista moribundo y un gobierno que sentía "pánico" de embarcarse en una guerra con Marruecos.
En entrevista con Efe, el historiador subraya que la entrega por España (contra las disposiciones de la ONU) a Mauritania y Marruecos de la administración del entonces Sahara Español fue un "error" del Gobierno español, sobrepasado por las circunstancias del momento.
A juicio de Rodríguez, "España debería reconocer el error cometido e impulsar un proceso negociador" que sirviera para desatascar la actual situación del Sahara Occidental, convertido unilateralmente por Marruecos en las "provincias del sur".
Sin embargo, subraya, "ningún gobierno" español va a proceder así "por no molestar a Marruecos", país con el que España mantiene unas relaciones siempre complejas pero fundamentales, considera Rodríguez, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
El contexto histórico es esencial para entender aquellas negociaciones de 1975, que se llevaron a cabo incluso a espaldas de la propia diplomacia española, en particular del entonces embajador en la ONU, Jaime de Piniés, que había trabajado de acuerdo con el criterio establecido internacionalmente de proceder a la descolonización y autodeterminación de la colonia.
Sin embargo, en aquel momento el general Francisco Franco, jefe del Estado español, ya había enfermado de manera irreversible y el entonces rey Hasán II de Marruecos vía que se daban las circunstancias para forzar la situación en favor de sus intereses.
El 6 de noviembre de 1975, Hasán II ordena el comienzo de la llamada "Marcha verde", un aluvión de varios cientos de miles de marroquíes que pretendían cruzar la frontera y entrar en el Sahara en pos de los supuestos derechos de su país sobre ese territorio.
"Ni Piniés ni (el entonces ministro español de Asuntos Exteriores, Pedro) Cortina Mauri desautorizaron nunca la labor de los diplomáticos españoles en la ONU, según lo previsto en el Comité de Descolonización" de la organización, señala Rodríguez.
Piniés "pidió una condena contundente de la acción marroquí", la cual se materializa en la resolución 380, del Consejo de Seguridad, que, textualmente, "deplora la realización" de la "Marcha verde".
"Esa resolución desautorizaba la acción de Marruecos, de manera que España ya tenía un asidero legal para defender su posición en la crisis del Sahara. Sin embargo, el Gobierno español renunció a hacerlo", manifiesta Rodríguez.
En aquellas fechas, a comienzos de noviembre de 1975, con Franco ya a las puertas de la muerte, la situación en España es de incertidumbre, "de desbarajuste", como afirma Rodríguez, quien destaca que "el Gobierno español entró en pánico y echó por tierra negociaciones muy importantes" que se estaban celebrando en la ONU.
Rodríguez no cree que la cuestión del Sahara hubiera llevado a una guerra con Marruecos, el miedo a la cual en una situación tan inestable se ha esgrimido muchas veces como la causa inmediata por la que el Gobierno español firmó los Acuerdos de Madrid.
"Con Franco o sin Franco, Marruecos no habría atacado militarmente a las tropas españolas", cuyo nivel de capacitación y equipamiento era por aquel entonces notablemente superior, afirma.
"Francia y Estados Unidos apostaban por Marruecos. La primera por razones económicas y los segundos por motivos geoestratégicos, circunscritos al ámbito de la 'Guerra Fría'", señala Rodríguez.
Washington tenía claro que el principal aliado del movimiento independentista saharaui, el Frente Polisario, era Argelia (el principal adversario regional de Marruecos), cuyo régimen por entonces se movía muy cerca de la órbita de la Unión Soviética.
A Washington no le interesaba una República Saharaui independiente, tutelada por Argelia y en cuyos puertos pudieran hacer escala buques de guerra soviéticos; y deciden jugar a favor de Marruecos, por entonces ya un firme aliado de EE.UU.
Esa misma postura se plasma en algunos altos mandos militares españoles, como el entonces comandante general de Ceuta, Manuel Gutiérrez Mellado, una de las figuras clave de la Transición.
De acuerdo con Gutiérrez Mellado "si Argelia y Libia (otro país contrario a EE.UU. y por entonces liderado por el coronel Muamar El Gadafi) apoyaban al Polisario y este proclamaba la independencia del Sahara, nos íbamos a encontrar a la Marina soviética en los puertos saharauis", señala Rodríguez.
Fernando Prieto Arellano
Fuente: elconfidencial.com
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