Mohamed Zrug mal puede caminar por los pasillos del Congreso brasileño, en la capital Brasilia. A cada rato se detiene para saludar a algún asesor o parlamentar conocido. No se trata de falsa simpatía hacia la clase política, sino resultado directo de cinco años de trabajo de sensibilización hacia una causa hasta entonces invisible en el país : el conflicto en el Sáhara Occidental.
No es un objetivo simbólico o efímero. No alcanzarlo en Brasil y en otras partes del mundo conllevaría, en ultima instancia, a la debilitación de la diplomacia como principal instrumento de la lucha pacífica saharaui. Y el tiempo urge. Son cada vez más contundentes los llamados de la juventud en los campamentos de refugiados para que el Frente Polisario retome las armas.
Nacido en julio de 1973, año de fundación del Polisario, Zrug tiene en sus manos la tarea de sacar a Brasil de su largo inmovilismo hacia la causa saharaui –diferente de sus vecino latinoamericanos, que en su gran mayoría ya reconocieron a la RASD (República Árabe Saharaui Democrática)-. Para él, Brasil es un actor clave en el escenario internacional y representa la voz de los pueblos del Sur, que grita por un mundo libre del colonialismo.
Los colores de la bandera saharaui representan el luto, la sangre y la esperanza. Cuando alcancen la independencia, será invertida de modo que la franja verde sea la primera, no la última.
Abogado graduado en Cuba y máster en relaciones internacionales en España, Zrug huyó con su familia del actual territorio ocupado por Marruecos en 1975 y creció en los campamentos de refugiados en Argelia. Las duras condiciones de vida en el desierto parecen haberle enseñado a tener paciencia y esperanza. “Creo que la decisión [de reconocer a la RASD] es inevitable. Tarde o temprano, por su propio peso, por su propia naturaleza, por el lugar que persigue ocupar en el mundo, Brasil va a estar al lado de la causa justa del pueblo saharaui”.
En esa entrevista, concedida a través de Skype en enero de 2016, pocas semanas antes de la primera visita del Secretario-General de la ONU, Ban Ki-moon, al Sáhara Occidental, Mohamed habla de los impactos del terrorismo en la lucha por autodeterminación, de la responsabilidad de Francia en el congelamiento de las negociaciones de paz, de las estrategias políticas de Marruecos y de los movimientos que permitieron que una república sin su territorio original fuera reconocida por más de 80 países, además de la Unión Africana.
1. ¿Qué representa la diplomacia en la estrategia de lucha del Frente Polisario?
Es prácticamente la tarea más fundamental de nuestra lucha y se basa en dos objetivos : primero, lograr reconocimiento internacional a la República Saharaui – y ya hemos logrado que más de 80 Estados la reconozcan, además de la Unión Africana– ; el segundo objetivo es sensibilizar a la opinión publica internacional de ese ultimo caso de colonialismo en África y todo lo que esa situación trae consigo –las violaciones sistemáticas de derechos humanos, el expolio de los recursos naturales– y también, por otra parte, aunar dentro de esa solidaridad ayuda y cooperación a la población refugiada. Ese es un trabajo arduo pero es básico y primordial en un contexto en el que hemos apostado por buscar una solución pacífica.
2. En los congresos del Frente Polisario se discute mucho el regreso al conflicto armado. ¿Como el aumento de la frustración en la sociedad saharaui impacta el trabajo diplomático?
Ese debate va en paralelo al éxito que seamos capaces de lograr en el trabajo diplomático. Hay un sector muy importante de la sociedad saharaui, sobre todo de jóvenes, que sigue poniendo en cuestión la eficacia de este compromiso con la vía pacífica y esa división se acentúa siempre a cada cuatro años, en los congresos del Frente Polisario. Acabamos de salir de uno, en diciembre, y nuevamente la vuelta a la lucha armada fue un tema. En la dirección política del Frente Polisario y en los que estamos trabajando en la diplomacia, eso nos pone mucho más peso porque los resultados que logramos pueden reducir o aumentar la intensidad de ese debate. Por eso nosotros siempre decimos a los gobiernos y a la opinión pública que su apoyo político es una aportación a la paz porque reduce las voces de los saharauis que con toda legitimidad exigen otra forma de lucha (que nosotros creemos que no es la más adecuada actualmente).
3. Hace unos años, Palestina utilizó la diplomacia para conseguir el status de observador en la ONU, y muchos paralelos se hacen entre los dos conflictos. ¿Por que Palestina goza del reconocimiento institucional de la ONU y las RASD todavía no? ¿Ese es un objetivo de la diplomacia saharaui?
Es un objetivo y en los próximos años debe haber un esfuerzo real y concreto del Gobierno saharaui y de sus aliados hacia esa dirección. Lo que siempre se ha alegado por la ONU es que la cuestión saharaui es una cuestión de descolonización que está inscrita en la agenda de la cuarta comisión para descolonización, y que hay un proceso en curso tendente a la realización de un referéndum. Según esa visión, la membresía no cabe hasta que ese proceso no llegue a su fin. Pero esa es una interpretación política, ya que también Palestina es un Estado ocupado por otra potencia extranjera y su pueblo tiene derecho a la autodeterminación.
Yo creo que tenemos todo el derecho de apostar por esa vía, de buscar lograrla, y se trata de anudar equilibrios internacionales hacia esa dirección. Por eso es básico no solamente el apoyo de los países africanos, que lo hay, sino también del conjunto de los países latino-americanos. Seria una forma de presionar a Marruecos a sentarse nuevamente para negociar de forma seria una salida política al conflicto.
4. Se verifica una posición muy diferente de la Liga de los Estados Árabes hacia Palestina en relación al conflicto saharaui. Su apoyo al Sáhara es bastante más difuso. ¿Por qué?
Yo creo que eso se da por dos elementos : primero, porque desde sus inicios la Liga Árabe y el conjunto de los países africanos hicieron de la causa palestina una causa común. No tanto por el derecho inalienable y legitimo del pueblo palestino a la autodeterminación e independencia, eso es algo evidente, sino por el enfrentamiento permanente con Israel. Ha sido una causa común porque atañe a un tercero, que es Israel. El segundo elemento es que, hasta muy pocos años (y en algunos casos hasta hoy), la Liga Árabe representaba un conjunto de Estados que, en su mayoría, tenían gobiernos de un tinte democrático dudoso, de dictaduras, de monarquías feudales, que se utilizan de su afinidad con la monarquía marroquí para silenciar una causa justa –sobretodo Arabia Saudí-.
Yo creo que esa realidad, tras la Primavera Árabe, está cambiando muchísimo. Vimos hace dos años que la Liga Árabe habló directamente del derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, aunque no lo incluya todavía como tema de agenda. La llegada al poder de nuevas fuerzas democráticas que han surgido de las calles están cambiando y van a cambiar irremediablemente el punto de vista que se tiene desde el mundo árabe hacia la causa saharaui. Hay que hacer una excepción en todo eso del caso argelino. Es un país árabe clave, económica y políticamente, que desde el primer momento apoyó al Frente Polisario y a los refugiados.
5. ¿Como la guerra en Siria y el crecimiento del Estado Islámico afectan la imagen que se tiene del movimiento de liberación saharaui?
Los marroquíes han movido mucho esfuerzo en los últimos años para intentar aprovechar esa realmente triste y lamentable situación en la que está el mundo árabe, pero su intento de ligar la lucha del pueblo saharaui y del Frente Polisario con organizaciones radicales y terroristas ha sido infructuoso. Evidentemente nosotros rechazamos el uso del terrorismo como una forma de lograr fines políticos, sean cuales sean. La lucha del pueblo saharaui ha sido una lucha justa que durante dieciséis años se inscribió dentro del derecho que tienen los pueblos a la lucha armada para lograr sus objetivos, pero nunca hemos recurrido al terrorismo ni a la utilización de civiles.
De todas formas, es una realidad que nos plantea desafíos. Son realidades muy cercanas a nosotros, por Libia, Túnez y el norte de Mali, y que nos plantean una labor educativa fuerte hacia los jóvenes para que no se vean tentados a alistarse, a simpatizar con ese tipo de movimientos. Es una tarea ardua, permanente y a largo plazo que realizan las familias y Estado saharaui.
6. Has mencionado el apoyo de la Unión Africana. ¿Que tipos de lazos históricos y sociales hicieron que la causa saharaui fuera tan importante para la UA?
Prácticamente todos los países de la UA son fruto de un proceso de descolonización. La cuestión saharaui es importante para los africanos porque la ven desde esa perspectiva. Marruecos fue expulsado de la organización porque, para los africanos, representa ese pasado al no se quiere volver y porque Marruecos no quiso en su momento sentarse en igualdad de condiciones con el Estado saharaui, que los africanos reconocen. Y bueno, hay un compromiso de intangibilidad de las fronteras heredadas del colonialismo y su irrespeto generó dramas muy grandes en África, como los conflictos de Biafra y Catanga.
7. Desde el 2011, ¿cuales los principales logros que ha conseguido la RASD en Brasil?
El principal logro es que hoy el Congreso brasileño está mucho más sensible a la cuestión saharaui, tanto a la necesidad de que Brasil reconozca diplomáticamente el Estado saharaui, después de haberlo hecho con el caso de Palestina, cuanto a la emergencia humanitaria y de derechos humanos en el Sáhara Occidental. Eso se ha manifestado a través de diferentes audiencias que se han dedicado a ese tema y de una resolución tomada por toda la Cámara Federal pidiéndole al gobierno el reconocimiento de la RASD. También creemos que ha habido avances en la visión que tenía el Ejecutivo de Brasil sobre ese tema, inducida por ese activismo creciente de los diputados y de los senadores hacia la cuestión. Y está el tercer logro, para mi más importante, es el activismo de la sociedad civil brasileña, de las ONGs, de personas de a pié, de las universidades. Yo creo que el gobierno toma en cuenta los dos, el Congreso y la sociedad civil, y ambos están avanzando.
8. ¿Y como analizas el trabajo que hace la diplomacia marroquí, sobretodo junto al Gobierno brasileño?
Marruecos tiene ahí un lobby muy fuerte. Uno de los temas que utiliza en su favor es el de los fosfatos, cuya procedencia es todavía dudosa. En caso de que se constate, como se ha constatado en otros países y en la Unión Europea, que la procedencia es del Sáhara Occidental, yo creo que pondrá a Brasil en aprietos morales y políticos (y serios). Eso por una parte. Por otra, Marruecos utiliza el lobby de las monarquías árabes que tienen relaciones privilegiadas con Brasil e intenta que intercedan ante instituciones brasileñas para reducir su apoyo, su solidaridad. Y en tercer lugar, utilizan el cuento de las mil y una noches de que Marruecos es moderno, es liberal, no ocupa territorios de nadie, no tiene problemas políticos y todo eso.
La monarquía utiliza todos esos argumentos para evitar o retardar una decisión que es inevitable. Tarde o temprano, por su propio peso, por su propia naturaleza, por el lugar que persigue ocupar en el mundo, Brasil va a estar al lado de la causa justa del pueblo saharaui, como ha estado siempre en los casos de Angola, Timor o Palestina. Marruecos no tiene más remedio que adaptarse a la realidad.
Otros países de igual peso de Brasil lo han hecho y siguen manteniendo relaciones normales con Marruecos. Sudáfrica, por ejemplo, o México, desde 1979. Yo creo que Brasil tiene en las manos la posibilidad de marcar la diferencia porque es un país de peso, que quiere un orden internacional diferente, en que no tenga cabida perpetuar situaciones de colonialismo. El conflicto saharaui es producto, entre otras cosas, del equilibrio de fuerzas en el Consejo de Seguridad, que es injusto y que Brasil quiere cambiar. Esa voz del Sur que Brasil quiere representar, en el cual están los latinos, los africanos, tiene un compromiso muy claro y histórico no solo con el pueblo saharaui sino que también con la República Saharaui.
Brasil apoya el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación, pero su posición actual es lamentablemente interpretada y utilizada por Marruecos como si fuera parte de las voces internacionales que no se interesan por el conflicto, que están con el hecho consumado y con el status quo. Marruecos utiliza su inmovilismo y distanciamiento para perpetuar el conflicto.
9. Ha habido en los últimos años un cambio, desde el punto de vista militar, en la presencia de Francia en conflictos alrededor del mundo, sobretodo en África y Oriente Medio. ¿Esperas una profundización de su posición de apoyo a Marruecos y de intolerancia hacia la causa saharaui?
Creo que la posición de Francia está cambiando muy tímidamente, pero a favor, también por los mismos elementos: el papel de la sociedad civil, de la prensa y de su Congreso –que hace un año y medio constituyó por primera vez un grupo dedicado al estudio y al seguimiento de la cuestión saharaui en el que están todas las fuerzas políticas–. Y eso sirve de contrapeso a la tradicional posición del gobierno de Francia en relación a la causa saharaui. También está cambiando por esa posición desafortunada que ha tenido Francia en sustentar regímenes dictatoriales en la región, que luego cayeron como naipes en la Primavera Árabe.
Pero, hecho este balance, también es cierto que Francia en grandes rasgos no ha cambiado su posición. Sigue siendo el principal avalador de la monarquía marroquí, sobretodo en Naciones Unidas, y el principal entorpecedor del proceso de realización del referéndum. Es un país miembro del Consejo de Seguridad con derecho a veto que no ha permitido que la consulta se realice. Ha estado ahí cubriendo la espalda a cualquier condena internacional a Marruecos por sus violaciones y ha utilizado su peso para que las Naciones Unidas no le de a la Minurso el mandato de supervisión de los derechos humanos.
10. ¿Qué explica esa posición?
Date cuenta que hay una parte de la élite política francesa, que no hace distinción entre izquierda o derecha, que ha estado ligada a la monarquía marroquí en los últimos cuarenta años. Hay una complicidad a nivel personal y corporativo. Esa élite es responsable por el hecho de que no haya fisura en la posición oficial francesa hacia el Sáhara Occidental. Aun así, hay que buscar elementos políticos y históricos menos superficiales detrás de ese hecho. Tenemos que ver la responsabilidad que tuvo Francia en el proceso de descolonización de África de manera general, especialmente en Argelia, de donde fue expulsada tras un proceso cruento de liberación. Luego intentó por todos los medios aferrarse a Marruecos y no permitir el advenimiento de nuevos Estados que no estuviesen en su órbita.
Francia quiere hacer pagar a los saharauis la factura de su derrota en Argelia. Nosotros con los franceses nunca hemos tenido problema, al revés. Apelamos a su rol de país que es cuna de los derechos humanos, de la democracia. No estamos pidiendo que nos apoyen, sino que no sirvan de encubridores de regímenes que perpetúan de manera grave violaciones sistemáticas de derechos humanos.
11. ¿Como ves el futuro de las negociaciones entre Marruecos y el Frente Polisario en Nueva York?
Las negociaciones están interrumpidas desde el 2012 porque Marruecos, después de que la ONU rechazó avalar su propuesta de autonomía, se levantó de la mesa y no ha querido más volver. Por tanto, desde ese punto de vista, no hay un proceso de negociación, hay una ruptura. Lo que hace la ONU anualmente es reafirmar su compromiso de respeto a la causa saharaui : el derecho a la autodeterminación. Pero en el terreno no ha habido ningún avance porque Francia, insisto, lo ha impedido.
¿Esto a qué llevó ? A un nuevo escenario grave de enfrentamiento directo entre Marruecos y las instituciones de las Naciones Unidas. Ese rol de protector de Marruecos que ha ejercido Francia durante muchos años está revirtiéndose en su contra hasta el punto de que, hace dos años, Marruecos retiró la confianza del enviado personal del secretario-general, que a su vez se negó a sustituirlo.
Esperamos que esa visita prevista de Ban Ki-moon pueda servir para relanzar la búsqueda de una solución pacifica y negociada –que para nosotros debe necesariamente pasar por la realización de un referéndum–. Evidentemente la propuesta de autonomía puede ser incluida en la consulta, pero conjuntamente con otras opciones. Los saharauis, hay que consultarles sobre lo que quieren para su futuro. La independencia es una posibilidad y hay que respetarla.
Por Laura Daudén (periodista y máster en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos. Es coautora del libro “Ni paz ni guerra: tres décadas de conflicto en el Sáhara Occidental” y trabaja como asesora de comunicación en la ONG brasileña Conectas Derechos Humanos).
Fuente: ritimo.org
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