Takbar Haddi con la última foto de su hijo, Mohamed Lamin Haidala
Mohamed Lamin Haidala tenía 20 años cuando fue asesinado. Nació y creció en el Sáhara Occidental, con el estigma social y político que supone ser un saharaui en un territorio ocupado por Marruecos.
Su primera paliza la recibió con 12 años. Él llevaba una ropa de estilo militar, como muchos chicos de su edad, pero los que le agredieron consideraban que él no tenía derecho a ponérsela, y tampoco a reivindicar nada.
Esta paliza le incitó a unirse a los movimientos de activistas pro saharauis que desde hace más de 40 años luchan por la independencia y los derechos del pueblo saharaui.
Dos años antes de morir, con 18, Mohamed fue atacado por dos policías. Le cortaron las venas en la zona del antebrazo, lo que hizo que tuvieran que operarle. Esa mano quedó inútil para siempre, no podía escribir.
“El objetivo era que no volviera a sujetar una bandera o una pancarta con esa mano, y que tampoco pudiera escribir su testimonio”, cuenta su madre, Takbar Haddi, que estos días se encuentra en Cantabria para recabar apoyos para lograr justicia en nombre de su hijo.
En el Centro Social Ítaca, de Torrelavega, Takbar relata la vida y muerte de su hijo mayor, arropada por decenas de activistas de los colectivos Alouda Cantabria y el Rincón Cubano Granma.
Takbar Haddi cuenta que su hijo volvió a participar en una protesta pacífica apenas dos semanas después de operarse la mano. Allí un policía le reconoció y le echó en cara que reincidiera. “Le amenazaron. Desde entonces tuvieron fijación con él”, asegura.
“LAS VIOLACIONES DE LOS DERECHOS HUMANOS SON PERMANENTES”
La experiencia de Mohamed Lamin Haidala no es un caso aislado. Es la historia de miles, de millones de jóvenes que han vivido la violencia y persecución en sus carnes desde que hace 40 años Marruecos invadiera las tierras saharauis con el permiso y el silencio de España, país que a día de hoy sigue siendo considerado por la ONU el único administrador legítimo de una colonia que dejó a su suerte.
“Llevamos 40 años padeciendo una situación de ocupación militar, en la que las violaciones de los derechos humanos son permanentes”, denuncia Takbar en una entrevista a BUENAS TARDES CANTABRIA. “Sufrimos secuestros, encarcelamientos, torturas, vejaciones… los niños son tratados por el sistema en enseñanza marroquí como niños de segunda. No tenemos derecho a nada, y España tiene una gran responsabilidad en esta situación”.
Takbar Haddi en el Centro Social Ítaca arropada por varios activista pro saharauis.
Los activistas jóvenes son los más perseguidos por la propia policía. “Les secuestran o les acusan de delitos que no cometen. Y también envían a colonos a pegarles para dar a entender que es una violencia más pero sin motivos políticos”, revela la madre de Mohamed.
Ella sostiene que es lo que ocurrió con él. “Enviaron a unos colonos a matarlo. El mayor le tiró una piedra al pecho, se desmayó. Entonces le atacaron en la cabeza y el abdomen, y el hermano del líder le clavó una tijera en el cuello”.
Tras esto fue trasladado al hospital, donde fue atendido por un médico que “cosió sin desinfectar la herida, sin hacerle ningún escáner ni radiografía, ni una exploración adecuada. Cosió encima de la sangre infectada, el pus, y dejó morir a mi hijo, como han hecho con miles de saharauis”, denuncia su padre.
Tras una primera cura le llevaron a la cárcel, donde permaneció 48 horas sufriendo diferentes torturas. “Cuando se desmayaba, le llevaban al hospital donde le atendía siempre el mismo médico, y en el propio historial médicos se aprecian grandes errores”.
Tras estos dos días fue trasladado al juzgado, donde también llamaron a los marroquíes que le agredieron, y a los que dejaron libres tras declarar. El juez, al ver que estaba en un estado muy deteriorado, retrasó el interrogatorio unos días y le llevaron a su casa. Allí le volvieron a trasladar al hospital cuando comenzó a vomitar sangre. “Le atendió de nuevo el mismo médico, y cuando le pedimos que le hicieran un escaner dijo que no aceptaba órdenes”, cuenta su madre.
“Estuvo toda la noche gritando de dolor. Él mismo pidió que le hicieran esta fotografía al temer que no saliera con vida”, cuenta, enseñando la imagen de su hijo donde su aprecia la gran herida que tenía en el cuello.
Tras varios traslados de hospital, y hacerse más de 400 kilómetros en ambulancia, A Mohamed le dieron por terminal y falleció. Cuando su padre y su tío llegaron a solicitar su cadáver les dijeron que antes tenían que firmar un papel donde rechazaban solicitar cualquier investigación.
“SUS ASESINOS ESTÁN SIENDO PROTEGIDOS POR LA POLICÍA MARROQUÍ”
“Intentaron enterrar a mi hijo inmediatamente, sin ninguna autopsia ni informe médico independiente. Sin la exhumación del cadáver, ni el esclarecimiento de los hechos y sin la detención de los culpables”, revela su madre, a la cual también le dieron una paliza cuando se negó a firmar y quiso denunciar a sus asesinos, a la policía y al propio médico que no le salvó la vida.
“Pedí su exhumación y una autopsia independiente, y me dijeron que tenía dos opciones: enterrar a mi hijo olvidándome de todo, o que si no quería firmar serían ellos los que se encargarían de hacer su trabajo”.
Desde su muerte, el 8 de febrero de 2015, Takbar no ha vuelto a saber nada más. “No sé dónde está el cadáver de mi hijo. Solo tengo un papel en el que dicen que ha muerto”. Tampoco sus asesinos han pisado la cárcel. De hecho, hoy por hoy están defendidos por la policía. “Al que cometió la herida letal le hicieron un informe médico falso a través de un psiquiatra marroquí en el que ponía que estaba loco, cerrando cualquier posibilidad para que él pueda cumplir con la pena y responder ante la justicia”.
Takbar Haddi y Eva Mora en la entrevista para Buenas Tardes Cantabria.
“Ellos tienen su tienda abierta y siguen paseando impunemente por el barrio. En todo caso ellos están siendo protegidos por la policía marroquí, en su tienda hay policías vigilando”.
La familia de Takbar, sus padres, sus hermanos, otros de sus hijos, siguen viviendo en el mismo barrio en el que asesinaron a su hijo y siguen cruzándose todos los días con sus asesinos. “Mi familia vive una situación de agonía, de dolor permanente. Esto ha obligado a mi padre a abandonar su casa y arrinconarse en el desierto porque no puede vivir en su casa al ver a los que han asesinado a su nieto pasear tranquilamente por la calle”.
Takbar Haddi no ha cejado en denunciar el caso de su hijo, para el que pide justicia y que se le haga una autopsia independiente en España. Denuncia que intentaron sobornarla con 90.000 euros “para que el caso fuera cerrado en falso”.
Tras hablar en Bruselas y en Ginebra y protestar ante la Embajada de Marruecos sin ser escuchada, no piensa detenerse y su objetivo es hablar ante el Congreso de los Diputados. Cree que España, como firmante del acuerdo tripartito de Madrid de 1975, es responsable de la situación en la que el Sáhara lleva inmersa más de 40 años.
Por Eva Mora
Fuente: elfaradio.com
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