Vivió en otro tiempo, conoció otro mundo alejado de la realidad de hoy. Nadie cantó mejor a los parajes del desierto, al amor a la tierra en la lengua hasania (1) como Mohamed Ueld Adubba. En su poesía describió cada montaña, cada trozo de tierra, cada campamento nómada de la región del Taganet (2) que se encuentra en el este de Mauritania. La belleza que caracterizó su poesía, le permitió cultivar el género de Latlal (3) que es el canto al paisaje y a los accidentes geográficos, cantado en hasania por Chej Ueld Abba en la gama de lebteit (4), dedicado a los lugares de pasto y acampada. Describió a la tierra seca, muda e indiferente, vacía de sus nómadas pastores; dibujó la lluvia mediante palabras, comprometiéndose con los elementos naturales que dan vida al paisaje, desnudando el alma y el espíritu de cada persona.
Adubba es el poeta de la tierra del Taganet por excelencia, a ella cantó en el siguiente poema, que dedicó al monte Ihyak:
En la cumbre del monte Ihyak (5),
de día, durante semanas,
las mujeres,
contemplaban la belleza,
cuando aún, los moradores
estaban en Ihyak.
Mi deseo, disminuye
desde la lejanía,
en Aryi (6), Iduyen (7) y Rachid (8).
Mi amor se reduce de morada,
en morada.
Y en esta morada,
de los Sidelwafi (9)
nadie retorna a ti,
para curarte.
Y vuelve a ti,
el espíritu supremo.
Vacío estás
de tus moradores,
y en ese vacío
aumenta tu deseo.