Toda esta impotencia tendrá un respiro del 4 al 8 de mayo en el campamento de Dajla, el más aislado de los cinco que hay en territorio argelino. Cerca de 300 personas convivirán esos días con los saharauis. Dormirán en sus jaimas, comerán de sus platos y sufrirán la falta de recursos a la que se enfrentan ellos cada día: ni luz ni agua corriente, temperaturas extremas, falta de alimentos...
Estarán capitaneados por un grupo de rostros de la cultura: Luis Tosar, Alberto Amann, que ya acudió a la pasada edición, Carlos Bardem, Miguel Ángel Silvestre, Nora Novas y Gerardo Olivares. Prueba de que aunque el gobierno español no se compromete con una solución al conflicto, la sociedad civil sí se solidariza con ellos.
Estarán capitaneados por un grupo de rostros de la cultura: Luis Tosar, Alberto Amann, que ya acudió a la pasada edición, Carlos Bardem, Miguel Ángel Silvestre, Nora Novas y Gerardo Olivares. Prueba de que aunque el gobierno español no se compromete con una solución al conflicto, la sociedad civil sí se solidariza con ellos.
En esos cuatro días de cine y reivindicaciones se proyectarán en el desierto títulos como 'Pa Negre', 'También la Lluvia', 'Entrelobos' o 'Los Ojos de Julia', además de largometrajes de temática saharaui como 'Hammada, el pulso del desierto' o 'Al-Yidar El Muro'. El país invitado será Venezuela y el concierto de clausura correrá a cargo del rapero El Chojín, que presentará su nuevo disco 'El ataque de los que observan'. Habrá además coloquios, actividades deportivas y gastronómicas, talleres audiovisuales...
Un año de revueltas
El festival se celebra este año en un contexto revuelto. José Taboada, codirector del festival junto a Guillermo Toledo y Javier Corcuera, afirma que "la situación de revolución en el norte de África puede ayudar a encontrar una solución al conflicto". Y reivindica: "La defensa de los Derechos Humanos es la principal garantía para la seguridad en la zona. Esperamos que éste sea, al fin, el último año que el festival se celebra en los campamentos y los saharauis puedan volver a su tierra".
Taboada añade que espera encontrar en los campamentos "aires de libertad". Y es que el desmantelamiento por la fuerza el pasado noviembre del campamento de Gdeim Izik, en el que 20.000 saharauis pedían mejoras de sus condiciones sociales y económicas, fue el detonante de una ola de revueltas contra Marruecos que se trasladó a los campamentos y en las que la represión alauí fue palpable.
Tras estas protestas se desató una ola de revueltas árabes que encabezó Túnez y trasladó con éxito a Egipto. También Libia, Jordania y Yemen están inmersos en revueltas. Incluso Marruecos, donde cientos de ciudadanos se han manifestado contra la monarquía, forzando el anuncio de unas reformas que no generan confianza.
Los saharauis son unas de las principales víctimas de su política. Expulsados de su tierra en 1975 mediante la llamada Marcha Verde, se han visto forzados a vivir en el exilio de un terreno cedido por Argelia -las ONGs calculan que hay unos 200.000 aunque no existen registros oficiales- o bien en los territorios controlados por Marruecos, donde las denuncias por violaciones de los Derecho Humanos son constantes. El suyo es un proceso de descolonización abierto y pendiente de un referéndum de autodeterminación aprobado por la ONU tras la firma del alto al fuego de 1991, pero al que nunca ha accedido Marruecos.
El Consejo de Seguridad de la ONU está reunido estos días para decidir sobre la continuidad de la Minurso -la misión que vela por el cumplimiento del alto al fuego en la zona-, antes de que expire el próximo 30 de abril. Previsiblemente, acordará la renovación por un año, pero sin incluir entre sus cometidos la vigilancia del respeto a los Derechos Humanos, como pedía el Polisario.
Fuente: Polisario España
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