Hace unos años quise dar un pequeño homenaje a nuestros queridos niños saharauis que llegan procedentes de los campamentos de refugiados a pasar su estancia estival al calor de las acogidas de las familias solidarias españolas, en el marco del tan arraigado Programa “Vacaciones en Paz”, y que este año serán 4.500 críos, lejos de los 9.500 del verano de 2009 (la solidaridad también padece crisis). Mi admiración por esas criaturas que un día fui igual que ellos (allá por 1996 cuando fui acogido en San Juan del Puerto en Huelva), cuando dejé mi familia y conocí a otra más blanca; donde Alá se llama Dios; donde las dunas son mares; donde las estrellas son luces de neón…En fin, cuando hablamos con el corazón y no con hassanía ni con español.
Bienvenidos los descalzos, los lúgubres, los nostálgicos.
Bienvenidos los que ríen, los que juegan con los vientos, los quiméricos.
Bienvenidos los pequeños gigantes, los inocentes, los esperanzadores.
Bienvenidos los que enseñan, los que chapucean en el mar, los que sueñan.
Bienvenidos los que aprenden, los que duermen, los que luchan.
Bienvenidos los vulnerables, los que besan, los que no se cansan.
Bienvenidos los ligeros de equipaje, los que vuelan, los que regresan.
Bienvenidos los hijos de las nubes, los embajadores, los guerrilleros.
Bienvenidos sean los niños saharauis de Vacaciones en Paz.
Fuente y foto: Saauti
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